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La nueva locomotora rockera de Juanse va camino a convertirse en un tren supersónico

El brillante músico estrenó nueva banda y álbum el sábado pasado en el Gran Rex, un concierto para oficializar “222 Biograma”, show que agotó entradas, obligando ante la respuesta del público a sumar una nueva fecha el próximo jueves 11de noviembre en esa atractiva sala del microcentro.

Música

En un país donde la palabra rock está tan bastardeada y muy venida a menos en referentes que deberían cuidarla, aunque más no sea por ética y algún atisbo de dignidad, sin dudas Juanse después de tanto tiempo de pelearla para no decaer en la obra que ofrece, hoy es el “Mesías” del rock and roll y no hay nadie que pueda venir a quitarle el trono que obtuvo a puros guitarrazos con sus compañeros de ruta a principios de los‘80s, ofreciendo año tras año una discografía que hoy abastece buena parte de listado de canciones que coloca en el recital reprogramado del sábado pasado, un listado de composiciones del rubro que llevan gran felicidad a la población que en medio de una letal pandemia, junta los mangos y con enorme esfuerzo compra la entrada para verlo. El concierto originalmente previsto en el Teatro Gran Rex para oficializar su trabajo “222 Biograma”, figuraba originalmente en la grilla de la mítica sala porteña para el jueves 27 de mayo, pero con el arribo de la segunda ola de contagios en marzo, aquella fecha voló por los aires como todas las cosas, cuando las restricciones para bajar contagios fueron el duro impedimento para que aquella fecha se cumpliese en su momento con un aforo del 30 por ciento.

Mientras el nuevo disco aparecía en las bateas con su formato físico, el anfitrión del gran banquete rocanrolero ofrecido el sábado pasado mantuvo la calma y matizó la espera para retornar a los escenarios, haciendo gala de una gran sensibilidad creativa al comando no de una Gibson Les Paul o una aguijoneante Stratocaster, sino de una cacerola donde hizo de los caldos de verdura una marca registrada que sedujo a los cocineros locales que para su sorpresa, no se imaginaban que el hombre con el cabello gris, la ropa oscura y una cruz colgando en su tórax además de sacudirte el alma cuando enfoca un solo adrenalínico con la ayuda de un cabezal Marshall, puede preparar un inolvidable pan relleno o armar en un breve lapso unos sorrentinos de espinaca capaces de cautivar a miles de personas frente al televisor cada noche, cuando el rockero matizó la cuarentena demostrando que le pone a todas las cosas de la vida un amor, energía y talento que destilan su marca registrada. Los espectadores llegan temprano a la sala, respetan todas las indicaciones y mantienen en ese arranque cubiertos sus rostros manteniendo la prudencial distancia que se hizo famosa en el último año y medio. Pocos minutos después de las 20:43, cuando su figura domina la totalidad del escenario del Gran Rex y sus canciones golpean implacables el ánimo de una audiencia enloquecida por clásicos de una inmaculada cosecha, los barbijos y la distancia brillan por su ausencia cuando el dueño del rock and roll decide demoler todo apoyado en una banda tal impiadosa como espectacular a la hora de marcarle la cancha al resto.

Juanse

Cuando las luces se apagan, los segundos que pasan entre la euforia por estar de nuevo en un teatro a punto de escuchar un gran concierto y el ingreso del mejor cocinero del rock en los últimos 40 años, dura pocos milisegundos mientras la banda dispara dos clásicos de una potencia inusitada. Suenan “Colocado voy” y “Una noche no hace mal”, inconfundibles hits de los Ratones Paranoicos que hacen que hasta los acomodadores muevan la patita en esa apertura enérgica de un nuevo grupo, cuyo comandante eligió a los mejores para darle al género que interpreta el verdadero sentido que debe tener este estilo en los tiempos que corren. Recorriendo el escenario de un lado a otro, pasando estratégicas indicaciones y en un plano de absoluto dominador de la situación, Juanse reparte muchos besos, abrazos y afecto a sus compañeros de escena con una generosidad emocional que provoca miradas hacia el dueño de casa en una fiesta rockera sin pausa. La contundente banda que estrenó, a la segunda canción ya prendió las turbinas y marcha con una demoledora potencia en el escenario exponiendo un ajuste y sincronismo sencillamente infernal. Suenan temas de su lado solista como “Energía”, “Dealer boggie” y “Baby Doll”, un recorrido donde la gente reclama el caviar sonoro que vino a buscar y el anfitrión lejos de retacearlo, ya en la sexta canción sabe que es tiempo de ponerle carbón al show, permitiendo que suenen “La nave”, “El vampiro”, “Carol” y “La avispa”.

Como si fuera el living de su casa, va de un lado a otro del escenario, pero como sí esto no le alcanzara, comienza a tocar su guitarra en las rampas laterales del teatro para que la gente pueda verlo bastante cerca. El delirio llega cuando inesperadamente decide bajarse del escenario y esgrimir unos solos para el infarto tocando en los pasillos del Rex, amena maniobra del fabuloso rockero, quien acostumbrado a moderar entre cámaras de tv, se permite algunos chistes impecables, mensajes de agradecimiento para todos aquellos que a pesar de la crisis y los problemas pandémicos compraron su ticket agotando la función, circunstancia que ahora tendrá como respuesta el agregado de una nueva presentación el jueves 11 de noviembre en el mismo lugar, reunión del músico con sus fans donde existe tiempo para preguntarle a una chica su nombre y saber que cumple años, tras lo cual con simpatía inoxidable el líder de la orgía rockera convence rápido a 2000 enfervorizados para que le canten la canción celebratoria. El concierto va quemando munición rockera de enorme poderío, secuencia en la que suenan con su característico perfume “Sólo una vez más” y “Damas negras” (Ratones Paranoicos).

Juanse

“Yo les di el gusto y toqué todo lo que querían, pero ahora quiero que escuchen los temas del nuevo disco así me cuentan cómo suenan”, explica casi académicamente ante la gente y así por espacio de un cuarto de hora hace un entretenido sobrevuelo por canciones como “Dame amor”, “Aguas turbulentas” y la volcánica “Ataque de nervios”. Los temas que han aparecido en su última producción con el respaldo del Stone Andrew Loog Oldham en las perillas productoras tienen una fantástica estructura, exponiendo un formato cancionero a esa hora de la noche que provoca interés, atención sobre todo infinito respeto de un gran auditorio que degusta en porciones muy voluminosas un banquete rockero fastuoso con la ayuda de una banda que acomodada en los rieles teatrales, acelera sin temor a bandearse por la fuerza de su potencia, un efecto suelo proporcionado por un staff de ejecutantes que sabe que ingredientes colocar para que cada canción sea un bocado exquisito. Llevando la fiesta por todas partes de la sala, permitiendo que su gran guitarrista invitado se luzca una y otra vez con diabólicos solos, la travesía musical encuentra en “Estoy de vuelta” ese gran instante donde el distinguido piloto de la locomotora rockera activa el acelerador para de ahí en más rockear a nivel supersónico en un concierto de enorme jerarquía y calidad.

Recordando a la formación que marcó a fuego el final de los ‘80s con rock and roll de una calidad y potencia inédita, Juanse bromea con sus espectadores. “Nosotros éramos tan comunes…que pegamos un hit detrás del otro”, ironiza el guitarrista y cantante en el muy divertido prólogo de una secuencia asesina de éxitos que levanta a todos con canciones de impacto atemporal como “Destruida Roll”, “Rock del gato”, “Sigue girando”, “Cowboy”,  “Vicio”, “Ya morí” y “Rock del pedazo”, mientras la euforia adentro del teatro parece una fotografía de los conciertos pre-pandemia donde la diversión no tenía límites de distancia, ni espectadores con la cara cubierta. La sed de rock está intacta y Juanse cantando como solo sabe hacerlo, dirige al coro que tiene enfrente, que lo acompaña afinado y poderoso reclamando que la fiesta siga algunos minutos más. Simulando que se van del escenario, para volver a los pocos segundos, el anfitrión dice honesto “no vamos a hace esta famosa payasada de salir y entrar, vamos a tocar todo de corrido”, mientras los aplausos lo bañan ante la inédita sinceridad del reloj muy cerca de las 23 horas, momento de cierre. Dando espacio para que se luzcan sus compañeros, el “Bambino” Gabriel Carámbula demuestra la potencia de su instrumento, mientras el “paranoico” Pablo Memi en el bajo y Juancito Colonna en la batería sustentan un pulso rockero extasiante. Las guitarras y coros de la tercera viola que comanda Ponch acompañan una arquitectura muy fina y poderosa para la velada, sin olvidar que German Viedemer en el piano y los teclados pone una pintura de melodías y arreglos tan exquisitos como hipnóticos.

Juanse

Se huele el desenlace y el dueño de casa lanza su misil tierra-butacas con la histórica obra creada para Diego Armando Maradona, el legendario “Para siempre”, mientras la gente ya canta sin restricciones con y sin protección facial, en una noche donde el rock and roll es la vacuna imprescindible para seguir apostando a la vida en medio de tanta hipocresía y cinismo desde las altas esferas sociales del poder. Consultando a los más cercanos sobre que canción debe clausurar este evento, Juan Sebastián Gutiérrez elige cerrar semejante recital con “Ruta 66” del compositor Bobby Troup, una forma también de recordar a su amigo y colega Norberto Pappo Napolitano, que la tenía fija en su repertorio. Exponiendo una madurez artística inconmensurable y ejerciendo un magnetismo en su público que no resiste cuestionamientos, Juanse hace lo que sabe de manera concluyente, una fantástica noche para hacer historia sin histeria, rememorando canciones perfectas para un tiempo de indudable necesidad rockera. La lluvia afuera comienza a mojar la famosa Avenida Corrientes, pero segundos antes que la gente abandone la sala, los rayos y truenos de la nueva locomotora rockera del anfitrión relucen como nunca en un fenomenal concierto de punta a punta. Entregando pasión, simpatía y un don de gente muy especial, Juanse cierra esa degustación de rock con sabores que todos valoran, un cocinero musical que encima al despedirse bendice al público, mientras la gente se persigna emocionada de dar cuórum a uno de los pocos shows en esta época que le siguen dando sentido a la vida.         

Juanse 11.11.21   

Fecha de Publicación: 30/07/2021

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