¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónA sus 57 años, Javier Malosetti es uno de los músicos más prestigiosos del país y su amplia experiencia abarca muchas variedades de proyectos desde el jazz al rock y el folklore. En la última temporada, además de producir a varias figuras y renovar su repertorio en vivo, desarrolló muchas actuaciones en Uruguay con el “Cuarteto Residencia”, formado de manera casual. Satisfecho con su álbum “Malosetti y la Colonia”, publicado poco antes del inicio de las restricciones por la pandemia, un disco con temas propios y un homenaje a Ray Charles, en la actualidad sigue con una abigarrada agenda de conciertos por todo el país, con una dinámica banda que integran Sebastián Lans, Milton Amadeo y Tomás Luján.
Interesado en refrendar las canciones de ese registro y sumando nuevas versiones de sus clásicos con su historial solista, el ex-bajista de Spinetta se mantiene muy activo con sus grabaciones y actuaciones, seduciendo a un público en todos los shows.
Javier Malosetti: Mucho más frescas, atractivas y con una energía muy especial, nuestra y de la gente, porque no había más “aforos” ni las demás cosas. Tuve algunas experiencias musicales muy lindas en Uruguay, tocando allá y por esas cosas del destino se rearmó la agrupación con la que venía tocando. El “Cuarteto Residencia” nació de la amistad que formé con un artista del Uruguay, que es el baterista, Mateo Ottonello, un virtuoso que allá en Montevideo tiene un ciclo e invita a diferentes artistas. Nos invitó para unas sesiones intensivas, entonces el grupo quedó armado con el pianista Hernán Jacinto, el violero Ezequiel Cantero, Mateo en batería y yo, fueron unas presentaciones fantásticas, con gran entendimiento en vivo al tocar un material muy variopinto.
JM: Tengo la clara impresión que el jazz siempre se mantiene en una franja de culto que es más o menos la misma., puede vivir momentos de algún esplendor, pero sigue siendo algo que igualmente se mantiene a pesar de las otras modas, hay muchos artistas y grupos que lo mantienen vivo. En las audiencias de jazz encontrás muchos músicos, te diría que el 40 por ciento de los asistentes a un show son músicos, interesados en la música que se hace dentro de un contexto de improvisación. Creo que esto requiere del oyente una cierta atención o un disfrute del estilo musical, no es muy difícil imponer o de escuchar eso si no lo sentís.
JM: Papá Walter escribió muchos libros de divulgación desde la viola, entonces muchos músicos aprendieron con él, por ende el legado que dejó es muy grande, no es que me subo a un caballo, él era un tipo realmente muy querido por los músicos más jóvenes, una especie de leyenda viva, Me acuerdo ya cuando estaba bastante viejito que era muy loco ir a verlo con todo ese pelo blanco como si fuera Eric Clapton, muy fuerte de ver. Por otro lado está toda su obra, sus libros, sus discos, lo de la enseñanza que hablaba recién, su escuela de música cuando todavía no existía la Berklee, ni las clínicas de video o por internet. Están sus alumnos y sus libros que ahora los mirás y son como muy de vanguardia, casi son como páginas web como están planteados. Era de una explicación muy simple pasando al nudo, mi viejo era una persona hermosa, realmente hermosa, muy buena, buena en serio.
JM: No creo que fuese un rebelde, era muy aplicado a las formas, no era de quebrar reglas o normas, ni mucho menos, no era su punto fuerte, era metódico y ortodoxo en cada uno de sus pasos y su aprendizaje. La rebeldía la vinimos a poner los hijos, mi hermana que no se dedica a la música y yo que heredé esa pasión por el instrumento. Hay varias cosas musicales de reciente data y es fuerte escucharlas, tengo varios audios bien grabados en vivo con él cuando tocamos juntos una secuencia de tres recitales en La Trastienda, estaba como en el aire, parecía que volaba. Pero luego su conexión con la música comenzó a flaquear, también su memoria, las cosas que en aquél momento estaban bien, aquello es un lindo material para editar. Quedó almacenado en un disco rígido que todavía no lo encontré en mi casa.
JM: Tal cual, que yo me dedicara a la música no fue traumático para mi familia y para mí, aquello fue algo absolutamente normal, no recuerdo haber dicho “cuando sea grande quiero ser músico”. Pasó el tiempo y ahora estoy hablando con vos. Tuve la suerte de vivir en una casa muy musical, mi mamá tenía muchos discos, de varios cantantes y papá también tenía los suyos, de un jazz más “cabeza”(risas). Mi hermana y yo trajimos el rock a la casa, ella estudió distintos instrumentos pero no se dedicó a uno en especial, pero veo que tiene muy buena relación con la música, además mamá siempre mostró una gran voz para cantar.
JM: Realmente fue muchísimo dolor. En el arranque del nuevo milenio yo estaba tocando en formato de trío con “Luisito” (Spinetta) y “el Tuerto” (Daniel Wirtz). Ni hablar de algunos músicos de jazz y otros colegas que también se fueron, con los que compartí mucha vida y mucha música. En estos últimos tiempos perdí muchos amigos, ingresé en el power trìo que armó Luis cuando se fue de esa formación Marcelo Torres, entonces ya no se llamó más “Los socios del desierto”. En ese tiempo integré a su trío posterior, hasta que la banda se agrandó mucho más. Soy alguien a esta altura de los acontecimientos realmente muy afortunado, tuve mucha suerte musicalmente pues en 1989 entré a tocar con Luis por primera vez, había tocado el bajo en aquél tiempo con los más grandes músicos de jazz y ahí pasé a la gran liga del rock.
JM: Mirá, toco la bata, la guitarra y el bajo. La batería fue el primer instrumento, pero después me pasé al bajo y me quedé con él para siempre, la viola igual siempre estuvo muy al lado. Cuando era chico, para mí la batería era como la PlayStation (risas), no había computadora y era como un juego pegarle a unos platillos dorados, era lo físico de la música y el rock. Recuerdo fielmente que me gustaban los “Swing 39” porque ellos no tenían baterista. Eso me encantaba pero después el bajo llegó a mi vida, recuerdo que lo tenía un profesor en un costado de una casa, para mí eso era una nave, pero era bastante peor que un viejo “Faim”, ese formato era imitando el Hoffner de Paul Mc Cartney, pero no sonaba así ni de pedo.
JM: De todo un poco. Hice un programa por Encuentro TV, gustos que uno se daba, luego protagonicé un musical en teatro (El pasajero), volví a la televisión, como presentador me cuesta ser “host” (anfitrión), soy una cagada (risas), un tartamudo de mierda pero me divertí mucho. Todo eso fue la continuación de la época en que hicimos “Música para soñar” por Telefé, después de esas 62 canciones grabadas no me quedé plantado para ver si pintaba algo parecido, pero pasó un hecho obvio, me llamaron de muchos programas para hacer el “Maestruli” en varios ciclos y dije que no. En este terreno para mí cada cosa es debut y despedida, lo vital es tocar en vivo, me gusta mucho tocar, entonces al hacer tv paraba con los shows, disfruto mucho más las recorridas extensas tocando por el país.
Imágenes: Agencia Raquel Flotta / Télam
Fecha de Publicación: 14/05/2023
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