Si hay una banda a la que cualquier presidente democrático, funcionario de chancillería o encargado de la diplomacia le concedería la ciudadanía argentina, ese grupo sin dudas es “The Rolling Stones”, una formación que desde su primera visita a nuestro territorio logró que la mayoría de la sociedad no pudiese permanecer indiferente a todo lo que hacían. El genial grupo inglés, hasta principios de los ‘90s, una leyenda que solo mirábamos en los videos o escuchábamos en sus vinilos, casettes, CDs o DVDs, planteaba una utopía difícil de convertir en realidad: verlos tocando en Argentina. El hombre que logró eso en cuatro memorables oportunidades, visitas que definitivamente marcaron a fuego la historia de los espectáculos protagonizados por artistas del exterior, se llama Daniel Ernesto Grinbank y algún día habrá que juntar mucho oro para construirle una merecida estatua del tamaño del Obelisco, sin dudas, como mínimo, por convertir el sueño en realidad y permitirle al público argentino ver el espectáculo más grande existente sobre la Tierra.
Solo un magnífico productor de sus indiscutibles quilates profesionales se animó al desafío más complejo, consiguiendo que la banda llega al país en cuatro ocasiones para hacer sin titubeos historia sin histeria. El recuerdo de esas muy infernales estadías de la banda más importante del mundo tiene otro motivo, muy triste por cierto. Este último martes 24 de agosto, no tan inesperadamente, falleció en su amada Londres el legendario baterista Charlie Watts, indiscutidamente el instrumentista más aplaudido en nuestro territorio en la historia de los shows que protagonizaron intérpretes de otros países en suelo argentino. Murió Charlie Watts, simpático, callado, fino y discreto baterista que marcó el pulso de la formación sin dudas más importante en la historia de la música en los últimos 40 años. El dolor Stone es infinito e inocultable. Se fue un gigante y será muy traumático superar esa tragedia para quienes tuvimos el descomunal honor de conocerlo.
El fallecimiento del recordado artista del Reino Unido, ocurrido en las primeras horas del martes 24 de agosto en la capital inglesa, solo tomó de sorpresa a quienes desconocían la situación clínica del legendario baterista. Watts no estaba bien de salud y cuando él no se sentía ciento por ciento bien para sentarse detrás de los parches, nunca lo disimulaba, algo que había ocurrido por última vez en los años‘80s. “The Rolling Stones” había notificado su regreso a los escenarios para septiembre, pero la novedad más sorpresiva fue el inédito anuncio indicando que el baterista no estaría en esas actuaciones reprogramadas después de haber suspendido el “No Filter Tour” cuando la pandemia provocada por los chinos hizo estallar la “vieja normalidad” en millones de pedazos en marzo de 2020. Charlie jamás se perdía de un tour mundial ni siquiera estando sensiblemente descompuesto, pero esta vez, consciente que su salud había encendido potentes luces de alerta, debió declinar su lugar entendiendo que debía batallar contra problemas de su organismo. En 2016 el baterista se había alzado victorioso contra un cáncer de garganta, pero la enfermedad que lo atacó en los últimos meses primero lo hizo suspender todas sus actividades y después internarse en un centro médico de Londres, lugar donde falleció este último martes a los 80 años.
La primera señal que tuvo la sociedad mundial sobre el problema de salud, fue el anuncio de su ausencia en estas fechas de conciertos que los ingleses tienen reprogramadas para el mes que viene, lugar que iba a ser ocupado momentáneamente por Steve Jordan, baterista del violero Keith Richards, quien debió calzarse el overol de emergencia para reemplazar a una histórica leyenda del ritmo rockero. Conocida la novedad del fallecimiento del gran músico inglés, no se descarta que la banda británica decida posponer la vuelta hasta que el dolor emocional y la tristeza se aplaquen tras una devastadora noticia como la conocida a nivel mundial por estas horas. En Argentina, la información sobre el fallecimiento de este legendario artista ocupó las primeras planas de los diarios, sitios de Internet y revistas de actualidad, un músico muy querido no solo por los fans del gran conjunto británico, sino por aquellos que acercándose en alguna de las actuaciones que The Rolling Stones dieron en nuestra nación, descubrió a un brillante ejecutante de la batería y un músico sublime.
Charlie Watts visitó Argentina, como integrante del grupo “The Rolling Stones”, en cuatro oportunidades. La primera fue en febrero de 1995, concretando cinco shows en el estadio Monumental de River entre los días 9 y el 16 de febrero de ese año, La mítica formación inglesa en ese primer arribo, llegó a Buenos Aires unos días antes y se alojó en el Hyatt Hotel en la zona de Retiro, ahora conocido bajo la nomenclatura de Tour Seasons. Unas 5000 personas los aguardaban en Ezeiza y una cifra similar permaneció durante toda esa visita en las inmediaciones del famoso complejo hotelero internacional. El conjunto del Reino Unido llegó unos días antes y brindó una extensa conferencia de prensa en aquel lugar donde se alojaban. Las cinco actuaciones de los ingleses fueron demoledoras, pero lo que más llamó la atención al conjunto británico sobre el escenario, ocurría cada vez que Mick Jagger presentaba a Charlie Watts detrás de su instrumento. Las ovaciones se hacían cada vez más largas y estruendosas, sorprendiendo al baterista, que en ese tramo del espectáculo se ponía de pie para recibir el mimo del público argentino.
Los músicos quedaron muy sorprendidos por esa situación y el propio Watts admitió a este medio en camarines durante la noche del 16 de febrero de 1995 que jamás le había ocurrido una cosa similar en otra parte del mundo. Entusiasmado por la recepción de la gente, Charlie Watts comenzó a interiorizarse sobre la cultura de nuestro país, épocas en las que se abocó a recopilar información sobre el tango, pero también sobre caballos, una de sus pasiones fuera de la música. En aquella visita inicial, el músico disfrutó de todas las actividades que realizó el grupo fuera de los conciertos, entre ellas su reunión a solas con el presidente de Argentina Carlos Saúl Menem, quien los recibió en Olivos con una histórica comida con platos de aquella época política como pizza, empanadas y bastante champagne. Ubicado detrás del presidente oriundo de La Rioja, la imagen de los Stones con un funcionario argentino recién volvería a repetirse recién en 2016. Para quienes se quedaron enloquecidos con ese brutal debut del grupo en un estadio argentino, la espera no se hizo muy prolongada, pues tres años más tarde, la formación inglesa regresó a esta parte del continente para concretar el tramo sudamericano del “Bridge to Babylón Tour”.
En 1998 la agrupación inglesa repitió la cantidad de conciertos en River, es decir cinco shows en el Monumental, los días 29 y 30 abril, 2, 4 y 5 de mayo, con un ingrediente de calidad sublime, pues en las dos últimas actuaciones de esa segunda estadía, el intérprete norteamericano Bob Dylan también estuvo en Buenos Aires tocando como telonero de los ingleses y compartiendo cada noche un bloque en vivo con los británicos. El afecto de la audiencia argentina con Charlie Watts se multiplicó exponencialmente en esta segunda oportunidad, mientras el baterista no solo no daba crédito a semejante manifestación de amor, sino que se sonrojaba muy shockeado al recibir aplausos y vítores elocuentes del público presente en esas nuevas fechas del grupo del Reino Unido. La banda en aquella oportunidad, repitió el ritual de hablar con los medios en el hotel donde se alojaba, algo que no solían hacer en muchos sitios donde se presentaban.
Durante sus estadías, Watts no solía compartir todo el plan de actividades de sus compañeros, prefiriendo recorrer la ciudad en compañía de su esposa Shirley, comprando libros y otros artículos de nuestra industria, a la que admiraba como la mayoría de los turistas que visitan el país. Después de aquel encuentro con Carlos Saúl Menem en Olivos, en esta oportunidad durante esos meses de 1998, el por entonces jefe de gobierno porteño Fernando de la Rúa les entregó la condecoración y diploma como “visitantes ilustres dela ciudad”, un acto realizado en uno de los gimnasios que tenía el Estadio Monumental de River. Después de esa segunda visita a la República Argentina, debieron transcurrir 8 años para que los músicos ingleses volviesen a Buenos Aires, oportunidad en la que por razones de agenda y también una economía herida por los malos manejos de aquel momento gubernamental, la banda solo concretó dos recitales también en el Estadio Monumental de Núñez.
La tercera estadía de los ingleses ocurrió los días 21 y 23 de febrero de 2006, ocasión en que la banda promocionaba un disco de grandes éxitos con cuatro canciones nuevas. Para esa ocasión, los recitales volvieron a concretarse en el court riverplatense, sitio que estos músicos ya conocían al dedillo cuando se movían en la Capital Federal. La banda llegó de Brasil, después de concretar un recital en una playa para un millón y medio de personas que los pudieron ver gratuitamente, época donde la pasión argentina por verlos en vivo superó todo lo previsto. En esa época, Charlie Watts estaba más reservado y no dispuso de muchas salidas a la ciudad, salvo alguna muy breve escapada, porque venía bastante cansado con la fase previa de recitales que incluyó un recital multitudinario en Brasil, de tono gratuito en el que reunieron un millón y medio de personas. Luego de ese record en suelo carioca, los Stones concretaron un doblete de conciertos que hallaron al legendario baterista recibiendo cada noche, esa estruendosa ovación que se prolongaba varios minutos ante la atónita mirada de sus compañeros. Esa visita tuvo un detalle inolvidable para los presentes en el segundo y último concierto, pues el mismo se llevó a bajo una tormenta bastante intensa que no paró en ningún momento del espectáculo. Lejos de amedrentarlos, la lluvia pareció un estímulo para que doblaran los esfuerzos físicos, un recital que según aquellos testigos, probablemente haya sido uno de los tres más espectaculares del grupo en todas sus visitas.