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Buenos Aires - - Miércoles 31 De Mayo

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“Gardel interpreta la canción del pueblo”

“Carlitos fue la primera víctima de la censura en Argentina”, asegura la historiadora Ema Cibotti, en una renovada mirada del Zorzal y su Buenos Aires querido

Música
Carlos Gardel

“El enorme César Tiempo señaló que Gardel reconocía en Max Glücksmann, el gran mentor de Carlitos, que había sido su Colón y su Garay. Primero porque lo descubre, y después porque le permitió ser Buenos Aires. Allí tenés a una persona con una increíble cultura y humildad, que sabía interpretarse a sí mismo, algo nada fácil, y sabía definirse antes que nadie”, comenta la historiadora social del Tango Ema Cibotti, ex titular de historia en la Universidad del Tango -CETBA- y amplía, “Acá otra característica de los porteños de la época del Mudo. Ellos sabían muy bien quiénes eran, cosmopolitas y liberales, pese a lo que opinaban los nacionalistas y revisionistas, y la pregunta por el ser nacional que luego hicieron perpetúa y dañina. Y, los porteños, seguimos siendo esa sociedad de costumbres liberales que molesta a los dogmáticos. Gardel es el hijo dilecto del ser porteño”, concluye quien nos representó en los homenajes en Colombia al Morocho del Abasto, vía charlas zoom, en los reconocimientos por los 130 años del natalicio.

“El gran conflicto con Gardel, y el mundo de la cultura en general, la literatura martinfierrista y, también, la de Boedo,  es que se sienten despojados del decir. Gardel les primerea la palabra dicha con sentimiento, la primera palabra realmente criolla, a los Borges y Manzi. El Mago entiende cómo cantar el tango al descubrir cómo hablamos, y le enseña al mundo nuestra lengua  partir de 1917. El Tango es una forma de hablar, del decir porteño, y algunos pensaban que eran sus guardianes bajo siete llaves”, comenta la autora de libros de divulgación histórica y, además, activista de los derechos ciudadanos, y sentencia, “Carlitos fue la primera víctima de la censura en Argentina”.

 

Periodista: ¿Se pueden comparar los desbordes de los funerales de Gardel y Maradona?

Ema Cibotti: Debemos separar los tantos y no usar al presidente Justo para pegarle al presidente Fernández, y viceversa. Primero que nada el gobierno de Justo no realizó un homenaje oficial. Fue la sociedad civil que hizo las honras fúnebres con total ausencia estatal. El hijo de Natalio Botana relata en su libro que hubo un pacto entre su padre, el dueño del diario “Crítica”, y el presidente Justo para desviar la atención del terremoto político tras el asesinato en el Senado de la Nación de Enzo Bordabehere. Valientemente este santafesino cubrió con su cuerpo a Lisandro de la Torre, que estaba denunciando los negociados del gobierno. Eso sucedió unas semanas después de la muerte de Gardel, y su decidió desde las altas esferas manipular el sentimiento popular para ocultar hechos de corrupción.

 

P: ¿Quién era Gardel para el pueblo que iba a despedirlo?

EC: Un tipo como ellos, triunfador, pero nunca renegado de sus orígenes. Gardel caminaba por las calles silbando. Si la gente no podía comprar la entrada, Carlitos salía a cantarle a la vereda. Gardel era un gran caminador de la Ciudad, le gustaba los olores, los colores, los tonos. En un reportaje al padre de los Sofovich, Manuel, el cantor confiesa que le gusta patear sin rumbo y que no tenía miedo de que lo reconozcan. Más de una vez quedaba “pelado” porque compraba cosas a los necesitados que lo abordaban en la calle.

 

P: ¿Y por qué el Estado decide no hacerse cargo?

EC: Porque Gardel era una figura incómoda. Y, en espacial, para la Iglesia en la óptica de monseñor Gustavo Franceschi. Este prelado desde “Criterio”, una revista muy influyente, atacó al Zorzal y a todo el Tango, algo que analizo en “Luto en la Guardia Nueva. Cuando Buenos Aires lloró a Gardel” (Vuelta de Página) Una de sus frases más famosas fue que “en seis meses nadie se acordará de Gardel” Y en esto lo acompaña el gobierno argentino porque después del golpe de 1930, Iglesia y Estado son una sola cosa.

Pensemos que dos años antes la Iglesia y el Estado, con la dirección de Franceschi en el manejo de los medios, habían reunido la mayor concentración de la historia nacional con el Congreso Eucarístico. Para los sectores conservadores fue una demostración de que el Buenos Aires liberal, y en cierto modo anticlerical, había muerto. Sin embargo esa Buenos Aires seguía viva en las manos, y las voces, que reciben afusivamente el cortejo desde el Puerto al Luna Park en febrero de 1936.

 

P: ¿Por qué el Luna Park?

EC: Un mes antes había sido el marco de una masiva asamblea, que cerraba un paro de muchos meses de los obreros de la construcción. Era el espacio simbólico y físico de la Ciudad para los grandes eventos populares. Cuando Franceschi se acerca a la marcha fúnebre no puede creer la cantidad de humildes trabajadores con notorias filiaciones sindicales. También tenemos una sociedad argentina distinta a las demás latinas, que se refundó con el aporte inmigratorio, solapando la sociedad de castas tradicional latinoamericana, y que poseía características horizontales:  a partir de 1810 se realizan elecciones que determinan que en la campaña bonaerense de 1820 voten hasta los analfabetos. Claro que era masculino, y no siendo secreto permitía la manipulacion de las elites, pero existen varios antecedentes sufragistas de la Ley Saenz Peña de 1912.  

O sea que tempranamente fuimos una sociedad de masas. Tres años antes del funeral de Gardel tuvimos los masivos de -el ex presidente- Yrigoyen, con empleados públicos que marchaban tras la carroza dejando las oficinas vacías. Incluso el funeral del -ex presidente- Mitre fue masivo en 1906. Sin embargo acá era distinto, Gardel era un ídolo de los de abajo, surgido en los arrabales, suficiente para poner los pelos de punta al clero y los políticos.

 

Volver, sentir, febril la mirada

P: ¿Cómo se explica tanto afecto con un Gardel que desde 1933 casi no vivía en el país?

EC: Pero llegaban su películas. Además Gardel se fue para volver. Consideremos que para la época no era demasiado cuando los viajes en barco duraban meses. Y sus amigos porteños estaban entre nosotros. Gardel era una figura en tiempo presente.

Cuando él inicia su gira, en algo que cuento en una serie de micros en mi canal de YouTube con el título “Los enemigos de Gardel”,  se hace una completa nota sobre la gira en “La Canción Moderna” de Julio Korn. Allí se adelanta que el Morocho del Abasto volvía a trabajar en la radio argentina, en Radio Belgrano. Incluso Berta se traslada tranquila a Toulouse como hacía cuando su hijo partía de larga gira. El Zorzal planeaba a mediados del 35 volver a Europa, ver a su familia materna francesa, y regresar a Buenos Aires. Tal era el vínculo que tenía el cantor con Korn que, a través de la revista, se enviaban cientos de fotos dedicadas a los fanáticos. Gardel tenía un contacto permanente con su público, algo muy contemporáneo.

 

P:  Habla de la modernidad de Gardel…

EC:….y de la época. Hay una personaje que es Korn, poco reconocido, el fundador de “Radiolandia”, y que era un empresario que entendía muy bien la cultura del espectáculo moderno. Gardel no está solo. Hay muchos con él que están muy adelantados a su tiempo. Si Gardel hubiese podido concretar su sueño de estudios en Argentina y Uruguay, otro sería la evolución de nuestras cinematografías. Y las mujeres, Azucena Maizani, su gran amiga, y Libertad Lamarque, son colegas que entienden perfecto qué había qué hacer. Por algo Libertad sigue el camino gardeliano y se transforma en una estrella continental. El campo estaba arado. O César Amadori y Zully Moreno, que también prosiguen la huella de Carlitos en el espectáculo. Ante este star system criollo, mundial y sin reglas visibles, Franceschi se espanta y declara la guerra.

 

P: ¿Gardel llegó a enterarse de estas objeciones?

EC: No. Pero uno puede ver que es la punta del iceberg de la autocensura al Tango que sería fuerte hacia fines de los treinta. El monseñor escribió una decena de editoriales contra Gardel, y el Tango, que anticipan ese clima “Criterio” era de lectura obligatoria en la intelectualidad argentina, con una tirada semanal de 50 mil ejemplares, y bastante leída en la izquierda y la derecha. Lo podían hojear Roberto Arlt y Homero Manzi, de un lado, y Borges, Victoria Ocampo, Matías Sánchez Sorondo, del otro. Impresiona mucho porque esas palabras denigratorias y venenosas son únicamente retrucadas por el mundo artístico. Otra vez las amigas de Gardel, Maizani y Lamarque, son las que ponen visibles la cara frente a la poderosa Iglesia.

 

Gardel y sus enemigos

P: Con Franceschi, ¿hubo otros enemigos del Morocho del Abasto?

EC: En la intimidad de la evolución gardeliana está el secreto de que el cantor buscaba, y creaba, sus audiencias. Siempre estaba atento a los gustos populares, y si en las giras tocaba en países tropicales, cantaba rumbas.  O cuecas. El Gardel que se criticaba era el Gardel sin fronteras. Pero él no mira a Europa, Carlitos mira a Latinoamérica. Primero conoció el país y sus canciones, por eso hay tantas anécdotas nacionales, Rosario y Mendoza pero también Concepción del Uruguay y Bragado. Gardel interpreta la canción del pueblo, y el tango era una más a la cual no estaba dispuesto a encasillarse.

Y a este  populismo de Carlitos,  la revista “Criterio”, que aglutina un primer nacionalismo chauvinista y excluyente, se enfrentará denodadamente. Gardel no cree en las fronteras, es universal, es liberal, es cosmopolita siendo esencialmente porteño al mismo tiempo. Cuando el Zorzal fallece, Armando Defino llama a Berta para ver dónde enterrar a Carlitos. Y para ella no hay dudas, Buenos Aires. En medio del dolor asegura que esa era la voluntad manifiesta de Gardel.  Y entonces Defino inicia una tarea paciente de repatriación pese a las trabas burocráticas del gobierno argentino. Hubo un momento, a fines de julio de 1935, que Berta llega a Buenos Aires y se molesta porque no estaba aún resuelta la vuelta del cuerpo. Ella ya venía dolida además por la pérdida de un hermano en Toulouse. Y, en la desesperación, amenaza con irse a vivir a Medellín, con el escándalo que hubiese sido para el gobierno nacional. Así que tenía también enemigos entre los funcionarios del ejecutivo de Justo.

En la cultura, en las críticas de Manzi se sintetiza que los nacionalistas no le podían perdonar  a Gardel sus ansías cosmopolitas. Nuestro nacionalismo, de raíces católicas, es muy provinciano.  No quieren saber nada del mundo, y mucho menos de Latinoamérica, lo de la Patria Grande, y hermano latinoamericano, fue un invento de la izquierda de los sesenta. El revisionismo del treinta miraba hacia el ombligo.

Y es que para ellos no existían un enemigo externo, no teníamos Francia y Alemania, así que había que buscarlo adentro, decía Franceschi. Y de pasada pintaba uno de los huevos de la serpiente de la historia nacional. La primera teoría del enemigo interno es de monseñor Franseschi, llámese compadrito, guarango, gaucho, varón del tango. Y después será la continuidad con el Onganiato y la última dictadura, el joven, el militante, el distinto.

 

P: Ema, ¿qué cosas la emocionan hoy de Gardel?

EC: Su integridad absoluta. Cómo le ves, era. Existen miles de testimonios de sus contemporáneos. Mona Maris, José Razzano y muchos más señalaban en los medios que era un hombre muy generoso, excelente profesional, que amaba lo que hacía y, sobre todo, a su madre Berta, el gran amor de Gardel ¡Y que sufría mucho cuando subía al escenario siendo el mejor cantor argentino de todos los tiempos! Adoraba pasear en las ciudades y conectarse con alegría con los parroquianos.  Tuvo sus arreglos con los conservadores, la mafia y la política criolla pero nada lo contamina. Es sorpredente también los testimonios de Mercedes Simone y Maizini donde uno observa que Gardel sabe ser amigo de los mujeres en una sociedad machista. Parecería que no tiene dobleces. La integridad de Gardel es un espejo para mirarnos a diario.

Fecha de Publicación: 13/12/2020

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