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“Gardel es el imbatible de la canción”

La historia del tango en los recuerdos de uno de sus mayores promotores, Silvio Soldán. Un corte, una quebrada, y volvemos a la pista.

Música
Tanto argentino

Varias generaciones de argentinos asocian el Tango a Silvio Soldán. Los más de veinte años de permanencia en “Grandes Valores del Tango” en Canal 9, o el reciente “Aguante Tango” en Canal 26, lucen el vínculo de “gomía” -amigo- tanguero. Si bien conoció a varias figuras de la música porteña cuando su nombre era ya conocido en los medios, el impulso que dio a los talentos del género desde la radio en “Matinata”, y luego en la televisión, lo transformaron en uno de sus mayores artífices en los últimos cincuenta años. De sus comienzos yirando la ciudad, y trabajando de mozo en las confiterías Cabildo y Richmond, emblemas de porteñidad, a la animación de Carliños y su Banda, y el gran salto a la fama, la cara del Canal 9 de Alejandro Romay, Soldán continúa en los principales festivales del país difundiendo la cuna tanguera que escuchaba de gurí en la tranquilidad santafesina de Colonia Belgrano.

 

Periodista: ¿Cómo se acerca al tango?

Silvio Soldán: Mi primer contacto con el tango es a través de la radio en Santa Fe. Y el tango era el género que más se escuchaba. Siempre digo que uno de los secretos de la vigencia de “Grandes Valores del Tango” fue que tenía un enorme audiencia y que permitía conocer el género a los chicos. Hoy tienen más canales con las redes pero poco que ver con la música argentina. El tango practicamente no figura.

Allí en Colonia Belgrano empieza mi amor por el 2x4, escuchando esos programas en vivo. Tal es así que cuando vengo a Buenos Aires, mucho antes de pensar en mi carrera ligada a los espectáculos, me enloquecía con los bailables de las tres radios cabeceras, Belgrano, Splendid y El Mundo. Los fines de semana desde las 12 a las 20 tenían orquestas en vivo, con gente bailando, media hora de jazz, media hora de típica. Fue inevitable que el tango se me meta en las venas.

 

P: ¿En aquella época cuáles eran las Orquestas Típicas que admiraba usted?

SS: Uy, de aquella década dorada, Osvaldo Pugliese, Juan D` Arienzo, Héctor Varela y Aníbal Troilo, y otras que son menos reconocidas ahora como la de José Basso. Había muchas de Tango, aunque a mí me gustaban también las de jazz. Tal es así que en las bailes del sábado a la noches era D`Arienzo y Barry Moral, Troilo y Adrián Casino, Varela y los White Boys. Igual, la Típica estaba allá arriba y era lo que llevaba gente, los otros eran un complemento como las tropicales y las Características.

 

P: ¿Era de milonaguear?

SS: ¡Muchísimo! De adolescente no dejaba de ir a las pistas y en Buenos Aires no me perdía a Pugliese y Alberto Morán. Con “Pasional” salía a conquistar chicas, un tango romántico por excelencia. Mariano Mores en esos tiempos me gustaba pero estaba lejano. Además no hacía bailes populares y tenía otro público, en los teatros. Alfredo Gobbi también fue otro bastante admirado por mí. Así que imaginate que cuando los tuve  a esos fenómenos en la televisión, y en la radio, costaba contener la emoción.

 

P: ¿Y cómo surge “Grandes Valores del Tango”?

SS: Era un programa que hacía Alejandro Romay en Radio Libertad. Tenía de locutores a Lidia Sánchez y al Alberto Zabalza, unos locutores descomunales. Cuando compra Canal 9 es lo primero que traspasa de la radio a la tv pero no haciendo él, quien había sido el alma máter de semejante suceso. Cuando va la televisión el primer animador fue Hugo del Carril, que no le gustó mucho, y enseguida arrancó Juan Carlos Thorry. Un tiempo después, Juan Carlos harto del ambiente artístico, trabajaba mucho en teatro, juntó unos mangos y se compró un hotel en Necochea. Y dejó el programa. Yo ya venía trabajando en los exteriores, así que según Romay era el reemplazante ideal.

Cuando recién empecé estaba un poco atado porque me habían puesto un gran elenco pero era un programa acartonado. No me gustaba. Hasta que un día Romay  y Alfredo Gago, el productor eterno del ciclo, me dejaron que ponga mi impronta. La idea era que el tango fuese lo más popular posible, destacar a los grandes que se estaban yendo, y marcar diferencias entre el que era bueno,regular y malo. Dándole al tango alegría, con emisiones sueltas, y sin naftalina ¡Gracias a Dios me salió bien! En ese momento además ayudaba que eran grandes valores de verdad los invitados, esos tangueros hicieron historia, hoy no sé si se podría hacer…

 

P: ¿Por qué piensa que vive en la memoria de gente que, incluso, no llegó a verlo?

SS: Es un fenómeno que atraviesa generaciones al igual que “Feliz Domingo” Yo a partir de “Grandes Valores del Tango”, un ciclo que se terminó hace 25 años, conduzco los festivales más relevantes del país, La Falda, San Luis, Junín o Necochea. La gente me ve a mí y recrea en mi voz, y anécdotas, la mejor época del Tango.

Con “Feliz Domingo” me pasa algo similar, y es una fuente de trabajo aún hoy en día. Antes de la pandemia hacía seis o siete presentaciones en el recuerdo del programa juvenil. Dios me iluminó para que haya sido parte de estos hitos en los medios. Porque no creo que existan muchos programas fuera del aire que permitan realizar eventos a sus conductores.

 

P: En la radio con “Matinata” o “La Esquina de Soldán” también daba espacios generosos al Tango, ¿qué lo diferenciaba de la televisión?

SS: Nunca fui un historiador del Tango y lo que conozco es lo que viví. Lo que fui claro es un gran difusor del género. Y vestirlo muy bien, o sea tener elencos impresionantes de colaboradores en el micrófono, Hugo Gambini, Florencio Escardó, Julián Centeya, Fioravanti, Roberto Gil, César Tiempo, Héctor Gagliardi, entre varios. Así que juntaba con mucha audiencia el atractivo de estos talentos de la historia argentina, y el Tango.

 

Grandes Valores del Tango

P: ¿Quién era Julian Centeya?

SS: Un fenómeno. La gente pensaba que era un lunfardista nomás y fue en realidad un grande de la cultura argentina. Podía hablar de cualquier de cosa, geografía, historia, deportes, con una sapiencia deslumbrante. Me acuerdo que en vivo le preguntaba de qué quería hablar y Julián después del “mirá, queridito” se despachaba con detalles, y esencia, de las historias menos conocidas de Buenos Aires. Vereda por vereda. Era un maestro que no le daban la importancia que él tenía aunque tampoco buscaba el aplauso. Era un tipo muy bohemio.

Julián un día entró al diario “Crítica”, no era todavía Centeya, y encaró al jefe de redacción diciendo que era periodista y necesitaba trabajar. Fue Julián, se sentó en la máquina de escribir, y un minuto después entregó un papel con una línea. Muerto de risa el jefe lo contrató luego de leer “señor, tengo hambre, ¿me hace un vale?”

Tenía un carácter complicado pero yo no me podía quejar porque llegaba a horario. Su humor era enrevesado como él, y si alguien lo reconocía se negaba por miedo al mangazo. Julián nunca tuvo una moneda, fiel a la bohemia que se moría.

Una vez nos tocó cubrir el Carnaval de Gualeguaychú y llevo a Julián de co-equiper, si me queridito (risas) Llegamos a Entre Ríos y habían anulado la reserva en el hotel andá saber por qué. Entonces nos llevan a lo único que había, un hotel alojamiento, y Julián se mataba de risa con la posibilidad de que nos vean salir de allí. Ese era su humor. Una vez lo llamaron de San Juan para un discurso sobre Sarmiento y se mandó en una hora la historia completa de los próceres de la región. Cuando terminó uno le dijo que olvidó a fulanito de tal, para qué, a los gritos en el sala Julián, “hijo de su madre, hago cien goles en una hora y me reclamás un penal errado”

Otra: una tarde dice serio, “voy a recoger los huesitos de mi hermano Homero Manzi, y tomados de la mano, voy a patear la calle Corrientes para sentir el Tango” Y desaparecía un par de días. Y una más: vivía cerca del Hospital de Niños Ricardo Guitérrez, Palermo, y justificaba por qué no se afincaba en los arrabales, “los barrios son muy lindos para evocarlos pero no para vivirlos” (carcajadas) Si hubiese podido elegir, Centeya viviría en la punta del Obelisco.

 

P: Con quien usted tuvo una relación de larga amistad fue con Roberto Goyeneche, ¿no?

SS: Al Polaco lo iba a ver mucho a Caño 14, reducto tanguero en San Telmo de los setenta y ochenta, y era una fija en mis programas. Goyeneche tuvo problemas siempre con la voz y, recuerdo, terminaba de actuar transpiradísimo, mojado de pies a cabeza. Entonces se secaba con un ventilador enorme. Yo le decía que eso perjudicaba su salud pero él mucho caso no hacía, era tipo Centeya, un bohemio que vivía en su reglas.  

 

P: ¿Quién era Goyeneche?

SS: Un fuera de serie. Goyeneche tuvo la virtud de acercarse a los rockeros. Y él fue uno de los primeros en tender puentes desde el Tango, igual que Rubén Juárez.  Ese camino fue tan fuerte que cualquier rockero en la actualidad lleva entre sus pertenencias, entre los instrumentos, un foto de Pugliese. Para los músicos argentinos existe un santo tanguero, “San Pugliese”.

Esto es algo natural. Muchos de los rockeros de la primera generación, además, tenían familia muy ligada al tango, a un hermano bandoneonista, o un primo milonguero.

 

P: Año gardeliano, Silvio, hablemos de Carlos Gardel…

SS: Gardel es el imbatible de la canción. Inventó el Tango como lo conocemos hoy. Mis cantantes favoritos son Floreal Ruiz y Goyeneche pero Gardel los mira a todos de arriba. Carlitos les enseñó a cantar. Cuando voy a los Festivales y veo cantores enojados, algo que me preocupa de los jóvenes, les aconsejo que se inspiren en Gardel. Gardel nunca cantó enojado, o triste, por más que dijiera “y sus ojos se cerraron” Siempre con una sonrisa. Hay muchos que son hoy famosos cantores que siguieron mis consejos porque en líneas generales no hay que enojarse tanto con nada.

P: ¿Cuáles son sus interpretaciones gardelianas favoritas?

SS: Varias composiciones con Alfredo Le Pera y la orquesta de Turig Tucci. Carlitos con guitarras me gusta pero de otra manera. Mi Gardel es el melodioso de  “El día que me quieras” o “Volver” Es que Gardel estaba adelantado a su tiempo, y eso justifica  mucho de su vigencia. Yo veo una película del Zorzal y yo lo registro contemporáneo, en colores, y al resto del elenco, en blanco y negro. Gardel nunca es viejo ni antiguo.

 

Tango para el futuro, tango para escuchar

P:¿El Tango siempre está volviendo?

SS: Yo veo que hay muchos chicas y chicos de academias que elijen instrumentos y melodías tangueras para aprender. Ves algunas orquestas que tienen pinta de rockeros, con el pelo largo, en remeras y zapatillas, y creo que hacen tango sientiéndose rockeros.

Lo notable es lo que pasa con el legado de D´Arienzo y es algo digno de estudio. Hay como diez orquestas que son desprendimientos de la música de D´Arienzo, los Señores del Compás, o La D´Arienzo, algunas de las más conocidas. De Pugliese habrá alguna, Troilo capaz otra, pero con D´Arienzo hay una continuidad vinculada, tal vez, a la velocidad que es tan contemporánea a la música moderna.

 

P: Un tango, Silvio

SS: ¡Qué difícil! Y dos, o tres, ni te cuento. “Uno” es una joya del arte argentino. “Ninguna” es otro que me enloquece en la línea romántica. O “Pasional” o “La Última” en el “sos la última de mi vida”…es algo fantástico. Muchos de Mores, con quien escribí “Sabor de adiós”, una de mis mayores satisfacciones de la vida.Otra, ya en otro rubro, fue escribir para Sandro y Chico Navarro.  Con Sandro hicimos el éxito “Cuando existe tanto amor”, que era el lado B de “Rosa, Rosa” en el simple. Y con Varela compuse “Así bailaban mis abuelos” y tuvimos un gran suceso, al igual con Hugo Marcel, con quien escribí “Hoy la he visto pasar a María" Pero mucho no se recuerda esa parte mía de compositor, y eso que gané cinco festivales de la canción. Todo el mundo puede tararear una canción pero casi nadie recuerda quién la creó.

 

P: ¿Cómo transmitir el Tango?

SS: A los jóvenes hay que acercárselos y explicarlo. Nadie puede gustar de algo sin conocer. A veces los taxistas, o comerciantes, me confiesan que me odiaban de chicos porque en su familia miraban “Grandes Valores del Tango”, tiempos de un solo aparato, pero que ahora están muy agradecidos porque aprendieron conmigo a querer el Tango. En Palpalá, Jujuy, hay una plaza que se llama “Silvio Soldán. Grandes Valores del Tango”, en reconocimiento a mi trabajo de 50 años en aguante de la música porteña, y ese ha sido uno de los mejores regalos que me dio el Tango.

Fecha de Publicación: 11/12/2020

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