¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Martes 21 De Marzo
Entre los grandes héroes populares, Hipólito Yrigoyen, Juan Perón, Eva Perón y Diego Armando Maradona, Carlos Gardel se recorta con su sonrisa perlada y el funyi ladeado. La Voz. “Los elegidos de los dioses mueren jóvenes”, aseguraban los griegos, y en el Río de la Plata podríamos agregar que “y sin grietas” Como señalaron tempranamente sus contemporáneos, y refuerzan generaciones de gardelianos que no conocen su primer repertorio campero pero derraman lágrimas con “Volver”, para ellos Carlitos significa el equivalente excluyente del Tango y de la música popular nacional. Decir Gardel acaba las discusiones e infla el pecho celeste y blanco. Porque discutirlo sería casi cuestionar la letra del Himno o enturbiar la génesis patriota de la bandera. Omnipresente en bares, cuartitos, plazas, murales, guitarras, la figura casi santa del Mudo amalgama los deseos y esperanzas que fueron construyendo un país. Sus triunfos, al igual que el Maradona en Nápoli o la Evita de gira en España, aquellas conquistas gardelianas de París y New York, fueron suyas, fueron nuestras. Pero Gardel hizo lo que hizo mucho antes, y en condiciones más dificultosas para un pobre inmigrante. De este derrotero dan cuenta “Gardel en imágenes” y “Sucesos Gardelianos” de Walter Santoro de la Fundación Internacional Carlos Gardel. Cerradas sus páginas, entrecerrando los ojos, se piensa que tal vez la sociedad argentina, aluvional y criolla, necesitó inventar a Gardel para comprender sus orígenes, sus talentos y un destino manifiesto siempre, sempiterno, a realizar. Carreteando.
La editorial El Ateneo presenta “Gardel en imágenes”, una extensa cabalgata visual por vida y obra del cantor, en edición bilingüe. La rigurosa documentación que se recopila, varias piezas casi inéditas del cuantioso acervo de la Fundación Gardel más el aporte de coleccionistas privados, lo hacen una minuciosa actualización de los trabajos gardelianos. Con lejanos antecedentes en el álbum que Pedro Larralde editó en los sesenta, “Tiempo de Gardel”, la historia visual prologada por José Barcia, y, reciente, “Buenos Aires es Gardel” (1995) de Horacio Ferrer, pocas veces se puso en manos del lector tamaña cantidad de imágenes, más de 500, debidamente contextualizadas. Aclaremos esto porque se suele afirmar que una imagen vale más que mil palabras pero sin estos mínimos epígrafes se podría perder que quien acompañaba a Gardel en el transatlántico de 1923 es uno de los padres de la cirugía, el doctor Enrique Finochietto. O el afiche de la película perdida del Zorzal, el mediometraje “La casa es seria” de 1932, en donde estrena uno de sus clásicos, “Recuerdo Malevo”, de las primeras composiciones de nuestros Lennon-McCartney, Alfredo Le Pera y Carlos Gardel.
Se agradece la alta calidad de impresión y la mejora digital a varias piezas. Una de ellas son los certificados de arribo a Buenos Aires de Carlos y mamá Bertha, el 11 de marzo de 1893 -¡día nacimiento de Ástor Piazzolla en 1921!-, y la documentación que atestigua el nacimiento en Toulouse, Francia, el 11 de noviembre de 1890, ciudad de duendes y hechiceros. Impacta el purrete Gardel con sus compañeros de la primaria en el Abasto, como también una foto colectiva a la vera del Riachuelo con sus ídolos de juventud, los payadores José Bettinotti y Arturo de Nava, circa 1907. Más aún, los impresionantes cambios de imagen y expectativas que llevan a Gardel a participar pionero de las modernas industrias culturales. Lo que hacen hoy las estrellas pop con una maquinaria detrás, era el modo de expansión empresarial del Morocho, autodidacta, por intuición, trabajo y genio. Si no, ¿a quién se le ocurriría con la tecnología de 1934 realizar una transmisión conjunta entre Buenos Aires y New York, Gardel cantando en la NBC, y los guitarristas en LR4 Radio Splendid? Cuando estaba todo por hacerse, en el futuro que señala Piazzolla niño a un Gardel confiado en “El día que me quieras”, un argentino ya lo estaba haciendo en el mundo del espectáculo internacional. “Soy un punto alto de matar y no me entrego así nomás”, comentaba en 1929 Gardel a la prensa española, ejemplo de miles de artistas latinoamericanos que querían conquistar su cielo. Ayer y hoy. Pero Carlitos es alto, en el cielo, como en la actualidad que está tan vigente en el mundo que en China “Por una cabeza” es un clásico popular, y en Francia se lo coloca a la par de Charles Chaplin, Edith Piaf, María Callas y Maurice Chevalier.
En diálogo con “Gardel en imágenes”, también en la edición de Santoro, la Fundación Gardel, presentó en abril pasado “Sucesos Gardelianos”. Cumpliendo la voluntad de los herederos de la familia de Armando Defino, testarios de la familia Gardel, la institución internacional prosigue su tarea de publicitar a “nuestro primer y mejor embajador de nuestra cultura a nivel mundial". Los artículos que se incluyen en el volumen de 300 páginas pueden leerse como una biografía, aunque prima lo anecdótico que humaniza al cantor. Con el texto inaugural “¿Por qué alguien sería gardeliano?” se fijan las coordenadas del editor, Walter Santoro, resaltando la melodiosa herencia del artista en el modelado de la identidad porteña, y argentina; y se suman a los trabajos de su autoría, otros de especialistas gardelianos como Romeo Otero y Martina Iñiguez. De esta investigadora surge la crónica de la escasamente conocida última actuación del Morocho del Abasto en el Teatro Avenida de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 21 de octubre de 1933 “Me acompañan los muchachos” arremetió el Zorzal, de “traje muy oscuro y pañuelo blanco” y jamás volvería a cantar a los argentinos en vivo.
Uno de los capítulos emotivos de “Sucesos Gardelianos” aparece en el dedicado al mágico encuentro entre Piazzolla y Gardel en New York, 1935. “Cuando entiendas el Tango, no lo vas a dejar” decía un hombre Carlos que ya era un mito a un niño Ástor, de quien auguraba que sería “algo grande”. Gardel y Piazzolla, efectivamente, son los dos músicos argentinos más importantes de la música moderna. “Ojalá que lo lean muchos”, auguraba un conmovido periodista Víctor Hugo Morales con “Gardel en imágenes” entre manos, hace unas semanas en su programa radial. Uno podría jugar a que estos Sucesos se podrían llamar Argentinos. Y decir que es una crónica nuestra que con las alas de Gardel, y el ejemplo de su esfuerzo, nos ayudan a comprender quiénes somos y lo que podemos ser.
+ info en fundacioncarlosgardel.org
Fecha de Publicación: 23/05/2022
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