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Entrevista exclusiva con Ramón “Palito” Ortega: “La muerte no te tiene que asustar, es parte de un ciclo”

El legendario músico tucumano, que marcó un antes y un después en el cancionero popular, cumplió 80 años y habló con Ser Argentino en una extensa charla.

Cualquier artista con ocho décadas sobre sus espaldas directamente estarìa de vacaciones permanentes en alguna isla paradisìaca, disfrutando de todo lo alcanzado y pensando solo en como dedicarse a no hacer nada. Habrà que avisarle a urgente a Ramón “Palito” Ortega que esa situación es posible, hasta para una inmensa leyenda musical como ese hombre que de atender una tintorerìa, repartir diarios y vender cafè, se convirtió en un ìcono pop que ademàs trajo a Frank Sinatra y fue gobernador de Tucumán, la provincia donde nació un 8 de marzo hace 80 años.

Desde el mismo arranque de la pandemia en 2020, el músico que publicó varias decenas de long plays, CD y ahora nuevos vinilos de alta calidad, amén de sumar enorme millaje en todas las plataformas digitales, sigue grabando y lanzando música sin pausas. Después de lanzar los temas “El mar” (“Beyond the sea”), “Te llevo bajo mi piel” (“Ive got you under my skin”) y “Algo tonto” (Something Stupid), versiones de clásicos que irán todos juntos en su nuevo disco “Swing”, el cantante ratifica que tiene cuerda para rato. Estas canciones ahora con su voz, forman parte del álbum que completará la amena trilogía que arrancó con “Rock & Roll” (2017) y “Románticos 60’s” (2018).

En diálogo con Ser Argentino, amén de traer a colación una impactante broma sobre la cantidad de veces que el entrevistador vio en cine “Bohemian Rhapsody”, redunda en una charla distendida donde el cantante y compositor no se guarda nada. “Me encantó grabar con Rosario la versión que hicimos de “Something Stupid”, ella tiene muy buena voz y la oportunidad que nos brindaba un clásico así no la iba a desaprovechar”, cuenta Palito en una prolongada nota, donde no olvida tradicionales cuestiones de salud, más allá de los inconvenientes que deparó la cuarentena en el primer semestre de 2020. “Uno siempre se tiene que hacer los estudios, si te da en los chequeos más de un valor, no hay vuelta que darle. Los que pasan los 120 puntos dicen que es ya “Diabetes 2”, por eso siempre trato de caminar, camino todo lo que puedo, hago unas 40 cuadras mínimo, después a la mañana tomo dos pastillitas en ayunas. La ansiedad que tenía cuando estaba de gira, ahora cobró otro contexto al no haber shows, pero en la época de las giras, un par de vasos te tomás antes de subir a escena, fundamentalmente por la ansiedad”, explica Ramón Bautista en un histórico repaso de su carrera abarcando distintos puntos de una gran trayectoria.

 

En el tema “Que Dios bendiga” aludís con la letra a la muerte en torno a una historia de amor. ¿En el mundo real cómo te llevas con la cuestión de la muerte?            

Ramón Palito Ortega: Hasta ahora bien. Hasta ahora bien, porque es parte misma de la vida, desde que uno nace no hace otra cosa que caminar hacia la muerte. Entonces no te tiene que asustar nada porque es parte de un ciclo y yo digo que además de todo lo que pasó con este disco, de la gente que está, digo sin dudas también que es mi mejor disco, porque Dios solo sabe si no es mi último álbum. Entonces lo veo así. Tenía la ilusión de volver a grabar más discos, sé que tengo fama de no parar nunca, escribo todo el tiempo, me gusta escribir, vamos a ver cómo se dan las cosas, ahora tengo un lindo álbum que va cobrando forma con cada single publicado.

 

La voz es la gran vedette de tus últimos álbumes. ¿Cuál es la clave para que tu garganta suene como aquellas épocas de fines de los 70 o principios de los 80?

Ramón Palito Ortega: Como todas las cosas, si uno no ha hecho grandes desarreglos, se puede dar el lujo de cantar en ciertos registros que sabes que la voz te va a responder, la tesitura de la canción te va a dar para ir un poco más arriba. Yo siempre canté con una voz bastante clara, brillante y aguda, arriba. Y creo que mantuve bastante el registro, por ejemplo, en los shows que venía haciendo hasta el 2020 durante 30 o 40 años, no bajé ninguna canción de tono, nada. Estuve probando en su momento cuando tenía que cantar “La casa del sol naciente”. Es una canción que escuché cuando fui a filmar a Londres, con Graciela Borges, en esa película aparece un grupo que se llama “The Animals”, ellos en la película hacen ese tema. En esa oportunidad me acuerdo que dije “un día voy a grabar esta canción”, hasta que finalmente le hice una linda versión en español. A la misma la incluí en un par de discos, en uno de ellos porque mi hijo Luis la utilizó en una de sus películas, ahí sí que es muy complicado porque en ese tema estoy cantando todo el tiempo arriba, la canción tiene solo la introducción abajo y en segundos se va para arriba.

   

Sos tan popular que hasta Diego Capusotto inventó a Bombita Rodríguez, el “Palito Ortega montonero”, ¿cómo te tomó ese personaje que armó para su programa?

Ramón Palito Ortega: Está bueno, lo celebro, porque si no fuera una persona popular, no me imitarían, me lo encontré una vez y le dije “si un día me invitas, voy y cantamos a dúo también”, Diego lo tomó muy bien, Capusotto es uno de esos grandes talentos que aparecen una vez de vez en cuando, tiene una conducta de trabajo que podría estar ganando en cualquier otro medio que lo quisiera tener, pero sin embargo él se mantuvo ahí donde empezó, yo le tengo un gran respeto a Diego.

 

Más allá de los onomásticos, los números redondos y demás cuestiones, al analizar sin reproches lo sembrado, ¿qué lugar ocupás en la música argentina?

Ramón Palito Ortega: Yo creo que ese lugar te lo da la gente, algún lugarcito ocupo, no me atrevo a decirte cuál es ese sitio. De los cantautores de fines de los’60 y principios de los ‘70 estábamos Sandro y yo, después se suma Favio, pero en ese momento éramos los dos. No fue una cosa muy pesada o una responsabilidad muy fuerte algo así. Lo que pasa es que más que vivirlo como una gran responsabilidad todo esto, uno lo siente como una gran alegría, por haber podido superar medio siglo desde que apareciste con tus canciones y ver que hoy podemos estar todavía con las ganas de subir a un escenario cuando todo se ponga mejor. Pero fundamentalmente porque hay gente que te está esperando que subas para cantar con vos una canción. Eso es muy difícil de lograr y ahí no cabe otra cosa que el agradecimiento a Dios, a la vida y a la gente.

 

Ser Argentino difunde cotidianamente diversos contenidos de todo lo que ocurre en el país. ¿Hay algún lugar de Argentina con el que sientas alguna emoción especial?

Ramón Palito Ortega: Sí, Mar del Plata. Esa ciudad tiene la particularidad que cuando llegué a Buenos Aires, escuché hablar de Mar del Plata y me moría por conocerla, pero no tenía un mango y no podía viajar. Cuando empecé a ser conocido y que por suerte ya tenía un mango para poder ir, no era posible por mis agendas de trabajo. Cuando fui a Mar del Plata ya iba con la cartelera ahí a cuesta y con el escenario armado esperándome, tuve una relación muy buena siempre, me emocionó siempre esa multitud esperando para verme ahí cerca de la playa. Cuando te parás en el escenario y alguien desde atrás te dice “hay 80 mil personas”, es muy fuerte porque perdis la vista en el fondo y ves que el público sigue más lejos, es una cosa que no sé en cuantos lugares se puede lograr, artistas que han venido de afuera, reconocen que Mar del Plata es un sitio único.

 

¿Estando en Mar del Plata que actividades habitualmente solés llevar a cabo?

Ramón Palito Ortega: Si estoy ahí, me gusta estar con mis amigos compartiendo un asado, con una guitarra de por medio. Nunca alquilé casa o departamento por mis shows, siempre fui un visitante ocasional. Pero hay un recuerdo disparatado: me contaron que había una agencia de turismo que te llevaba en un tour y pasaban delante de un chalet, paraban y decían, este “es el chalet de Palito Ortega”, ahí todos se ponían a sacar fotos, hasta que eso me lo contaron, no uno, sino varios me decían “conocí tu casa”, “conocí tu casa”, “conocí tu casa” (risas). Entonces la gente cuando miraba ese chalet agarraba la cámara y se ponía a sacar fotos. Ahí en ese momento se me cruzó por la cabeza la idea de tener algún día un lugar así para poder vivir un tiempo, Evangelina fue a la ciudad cuando trabajaba, pero para nosotros ahora la prioridad es estar lo más cerca posible siempre de los nietos, queremos verlos, porque la vida va pasando, ellos van creciendo y cada vez los tengo que mirar más hacia arriba, pero eso mi motivación central para responder cuando preguntan “dónde te gustaría estar?”, es decir sin dudas “donde estén ellos”.

 

Tu primera vinculación con Frank Sinatra, tiene en el famoso historial como punto de partida tu contacto con Italia, ¿no?

Ramón Palito Ortega: Sí, cuando tenía 16 o 17 años, trabajaba en una tintorería acá en Buenos Aires, en Belgrano. Estaba de moda en Italia un festival de música llamado “San Remo”. Un año lo gana Domenico Modugno, “Volare”(lo canta en el tono correcto), todo el mundo lo estaba cantando y mientras yo andaba en una vieja bicicleta de la tintorería  repartiendo ropa, cantando eso, ahí yo decía “este tipo hace unas canciones increíbles”, imagínate que la gente las iba cantando por la calle,  “un día lo voy a conocer”, decía y pensaba, “si alguien me escucha, va a decir que estoy más loco que una cabra”, así son las cosas, y yo después me encontré con Modugno haciendo toda una gira por Italia, hay cosas que te pasan en la vida que por lo menos te hacen pensar, son cosas en las que vos ponés toda tu energía para que ocurran, no es que te sentás en la puerta de tu casa esperando que sucedan, solo pensándolas, “ya me van a venir a buscar para tal cosa”. No, hay que salir a buscarlo, evidentemente uno ha provocado un montón de cosas que han venido pasando, pero lo curioso es que yo las pensé, y sí, me parecía muy loco que pasaran, pero las había pensado.

 

Pongámonos en foco con lo de Frank Sinatra. ¿También ocurrió de esa manera? 

Ramón Palito Ortega: Digamos que hay cierto punto de conexión en ese sentido. Un día le dije a un músico, no lo olvido nunca, estábamos en una localidad de Chile que se llama Chuqui Kamata, una mina de cobre muy importante, muy cerca de Atacama, todo camino de ripio, yo era ayudante de una banda y el baterista escuchaba todo el tiempo a Frank Sinatra. Este músico se había comprado una radio portátil, en ese momento salen los cassettes, escuchaba una y otra vez a Frank Sinatra. En esa época ya cantaba, me gustaba cantar todo el tiempo, este muchacho que iba atrás en el micro de gira, dice en voz alta a fin que lo escuchara, “todos los que pretendan cantar deberían escuchar las 24 horas a Frank Sinatra”. Yo acusé recibo por supuesto, entonces me levanté, me di vuelta, le digo “veo que te gusta mucho Frank Sinatra, te prometo que un día te lo voy a presentar”. La gran carcajada de todos fue tremenda, pensaban “este pibe está más loco que una cabra”, ¿por qué lo dije?... no creas que me olvidé del baterista cuando vino Sinatra, no sabía donde ubicarlo al tipo, lo encontré y le dije “te acordás que un día te lo prometí”, bueno. ¿Por qué yo decía esas cosas?, había convicción ...luego ocurrieron muchas de esas cosas, cómo le voy a decir a un tipo, yo que era el plomo de la banda, “veo que te gusta mucho Frank Sinatra, un día te lo voy a presentar”, pero después termino trayéndolo a Buenos Aires. Se trata de cosas para las que no tengo una explicación, a lo mejor alguien te puede dar una explicación, a ver por qué sucedieron. Yo en Tucumán vendía diarios, caminaba de una colonia a otra, mientras iba de un lado a otro, yo mismo me presentaba, como si fuera un locutor de radio, “y ahora canta Ramón Ortega, blah, blah” y entraba a cantar como loco ahí en la calle. Y terminó pasando un día, que volví a Tucumán en una radio que yo no me la imaginaba, ahí me terminaron presentando como lo había soñado.

 

En diciembre de 1980 el empresario Daniel Grinbank trajo a “The Police” al país y vos, unos meses más tarde, no dudaste en bajar a Buenos Aires a Frank Sinatra en una secuencia de varios shows en el Sheraton y el Luna Park.  Fuiste un precursor muy primigenio en eso de concretar recitales con figuras extranjeras. Más allá de los apremios económicos públicamente conocidos, ¿como recordás aquella decisión?

Ramón Palito Ortega: Lo primero que recuerdo en mi mente al respecto es el escenario en el medio como un ring-side, eso lo saqué originalmente de ver un acto en el Madison Square Garden. Me acuerdo totalmente que Daniel Grinbank tuvo la suerte de traer a “The Police” unos meses antes de la devaluación, en cambio yo cuando traje a Frank Sinatra durante 1981 viví un serio problema cuando me agarró la devaluación, aquello me mató. Honestamente me mató mal, me dejó groggy, pero Frank Sinatra se portó muy bien conmigo en los Estados Unidos, entonces siempre digo que valió la pena, porque lo que cuenta no es lo que mañana alguien contará como anécdota. Cuenta finalmente lo que hiciste. A Frank Sinatra lo trajimos como lo habíamos prometido y ya en ese momento sabía que iba a perder dinero, porque en Argentina no paraba la devaluación, pero igual lo trajimos y realizamos en ese año los seis conciertos que se habían anunciado. Lo trajimos a Frank Sinatra en su mejor momento.

 

¿Quedó alguna anécdota imborrable de aquella histórica visita a la Argentina?

Ramón Palito Ortega: Recuerdo esa primera noche, Barbara su mujer se puso a llorar después abajo en el camarín, porque dijo “solamente en dos países del mundo se escuchó el silencio y el respeto con el que escuché esta noche a mi marido, una fue en Londres, Inglaterra, la otra aquí en Argentina”. Bueno, la cuestión es que Frank Sinatra subió solo al escenario del Luna Park, al sitio solo le faltaban las cuerdas para que sea un ring de box completo, la banda estaba abajo, un formato de big bang tocando la melodía de mi tema “Sabor a nada” mientras él ingresaba al escenario, eso fue muy fuerte. Su intención era que cantara con él, pero no lo hice, no me subí a cantar, honestamente no pude, quedó esa imagen inolvidable con Frank en el borde del escenario mientras sonaba mi canción.

 

Advierto que accidentalmente hay un paralelismo de proyecto artístico entre Rod Stewart y vos. Ambos recorrieron el cancionero general recientemente y buscaron muy buenos sitios de grabación para hacerlo.

Ramón Palito Ortega: Sí, puede ser, pero hay una cosa que sí creo, fue haberle sacado unos metros a Rod Stewart en cuanto a la inquietud de grabar en los grandes estudios que se pusieron de moda en todo el mundo. En los años 60 grababa en Nashville, grababa producido por el mismo hombre que produjo los primeros discos de Elvis Presley, un señor llamado Chet Atkins, el famoso guitarrista. Los primeros dos discos que grabo en Nashville me los produce Chet, era increíble, vos miras la histórica biografía sobre Presley y Chet Atkins está siempre, es el primero que lo recibe en Nashville. Elvis estaba en Memphis, Chet fue el primero en grabarlo, en esos estudios en Memphis fuimos a grabar entonces nosotros producidos por Chet Atkins. Lo que sucede es que ahora al volver a Nashville, se recrean esos primeros años, porque la compañía discográfica en ese momento vendía muy bien. Cuando se vendía, a mí me decía el presidente de la RCA “ya vamos por 120 mil, creo que este mes vamos a llegar a 150 mil”. Me acuerdo que te daban el “álbum de oro” cuando pasabas los 120 mil discos, te aseguro que uno de los discos de “El Club del clan “llevó a 380 mil long plays.

 

También eran otros tiempos industriales, el objeto cultural tenía otro sentido.

Ramón Palito Ortega. Absolutamente, era la época del disco, se vendían discos, no había nada de Internet, entonces uno vivió esa época, no sé la cantidad de discos de oro que recibí, pero me acuerdo que en el contrato la cifra tenía que llegar a 120 mil long plays para que te dieran el “disco de oro”. Bueno, lo hemos pasado varias veces, ¿qué hacia la compañía discográfica para gratificarte?, venían y me decían “dónde querés grabar?”, a mí se me ocurrió Nashville una vez y luego fui varias veces a grabar con Chet Atkins, pero también se me ocurrió Roma. Me había hecho amigo de Gianni Morandi, que es un extraordinario cantante italiano de mi generación y recuerdo que grababa con unas bandas increíbles. Cuando dije “Londres”, fue Londres, así sucesivamente, grabé en los mejores estudios del mundo, en Alemania, ni hablar Estados Unidos allí en New York, eran muy buenos los estudios que tenía la compañía en esa ciudad o en Los Ángeles, especialmente en el sur, en Nashville, donde grabé varias veces.

A diferencia de Nashville, donde se graba más en formato country o rockero, en Roma predomina más el pop con un contexto más orquestal. ¿Te gustó Italia?

Ramón Palito Ortega: Sí, lo que tenía en ese entonces Roma, mira si me acuerdo que me sé la dirección del estudio de memoria, es Vía Tirurtrina Kilómetro12, yo grababa con los mejores arregladores. La verdad tenían un sonido muy increíble los italianos, los coros y las cuerdas, las manejaban de una manera perfecta, sonaba monumental, mi voz sonaba diferente. Después cuando iba a Estados Unidos el sonido era mucho más plano, recuerdo que venía a grabar un flaco con unas botas y un sombrerito, un jean muy gastado, se sentó y sacó una guitarra toda descascarada. Cuando la enchufó y entró a tocar, era una cosa que te querías morir, un sonido genial. Tuve la suerte de haber tenido una muy buena relación con Chet Atkins, él te decía una cosa, venía al estudio, te decía algo muy puntual, miraba, invitaba a sus amigos a grabar las sesiones conmigo. Tenía un pianista bárbaro que se llama Floyd Kramer, un día estaba Kramer en la compañía y Chet lo llamó rápido al estudio y lo hizo tocar, tocó el teclado en una canción que hice llamada “Que será”, ese tipo de cosas pasaban todo el tiempo, te codeabas con gente del ambiente country, que la gente allí los conoce muy bien quien es quien, te encontrás con cada “nene”, cada músico increíble.

 

 

Así surgen recuerdos vinculados a Elvis Presley, el mítico “rey del rock and roll”.

Ramón Palito Ortega: Sí, tuve esa suerte de estar en ese medio, un día yo estaba ahí y nos dice Chet Atkins “hoy viene Elvis a poner la voz”, estaba haciendo la película “Furia en Acapulco”. Justo coincidió que estaba Sylvie Vartàn de Francia y Rita Pavone de Italia. Las dos se encapricharon que iban a ir a conocerlo. Chet Atkins dijo “el Coronel Parker es el tipo más odioso del mundo, Presley lo tenía para que ejerciera ese rol, el del tipo odioso, así que les advirtió a esas personas que iba a ser muy difícil hacer fotos y cosas así, porque Presley se va a reír y es el tipo más simpático del mundo, el malo es el manager”. Ese era el rol de Parker. Me acuerdo que Elvis iba a grabar a eso de las 8 de la noche, a las seis de la tarde cerraron el tránsito en las dos esquinas del estudio, pero las chicas fueron igual. Tanto insistieron que se metieron al control. Cuando Elvis termina de hacer una toma, viene al control y la ve a Rita Pavone. Elvis siempre iba con su fotógrafo, las 24 horas del día, entonces que hace Elvis?... la ve a Rita Pavone, Rita casi se le tira encima y él la levanta en brazos, tan chiquita como era, el fotógrafo hace “chack” y saca la foto. Teddy Reno deja la sala y sale corriendo a agarrar el teléfono, llama rápido a Roma a la revista “Oggi”, “paren la tapa”, que va la foto de Elvis con Rita en brazos, eso era el acontecimiento del mes. Al otro día no salió una foto de ese rollo, estaba todo velado, al respecto Chet Atkins nos comentó: “yo les dije, esto es el Coronel Parker”, no dejaba que salga una sola foto, Elvis decía que sí, pero ya sabía que después borraban todo (risas).

 

 Grabaste un álbum con leyendas de Memphis. ¿Eso te acercó a un siguiente trabajo con varias figuras del rock nacional? 

Ramón Palito Ortega: No sé, a mí me gusta mucho la música country y creo que me llevó más al comienzo de mi carrera. que fue cuando nosotros nos mirábamos mucho en el espejo de Elvis Presley, es interesante eso que relaciones con los temas nuevos, pero ahí la ilusión era estar con esos músicos que habían tocado con Elvis e ir al templo donde Presley grabó los gospels, era estar en su casa allí en “Graceland”. Fue como un especial viaje en el tiempo. Casi lo contrario de “Cantando con amigos”, esto es diferente, sería casi como “Volver al futuro” (risas), fue algo que se dio mágicamente. Estaba un día en mi estudio y Charly me dijo “dejá que yo pongo un teclado”, ya conocía la canción, después Pedrito Aznar sumó su bajo y ahí se empezaron a sumar amigos que me hicieron sentir realmente muy bien, por el amor que pusieron, espontáneamente. Si eso vos lo forzás y lo querés pagar, no lo podés pagar, tiene ese valor el disco, la espontaneidad y el afecto que puso cada uno más allá de la enorme profesionalidad que entregó cada uno de ellos. Muchos podrían verlo como una especie de “bótox musical” en mi música, si existe, se lo dieron ellos, porque ellos tocaron sabiendo que la voz iba a estar ahí, la mía, ninguno quiso cambiar mi ADN, le aportaron simplemente su contemporaneidad, exactamente eso.

 

Cada vez que me lo cruzo a Juanse no se cansa de recordar los entusiasmado que quedó por haber grabado y tocado con vos.

Ramón Palito Ortega: Es un tipo maravilloso, humanamente es una maravillosa persona. Quiero contarte una anécdota para demostrártelo: fíjate que se llevó el master de mi álbum, lo que nosotros llamamos la prueba para imprimir, cuando fue a Londres a ver a su hijo, pero antes hizo una escala y estuvo en el Vaticano con el Papa Francisco y ahí le hizo bendecir el master (risas), el master del material que hicimos juntos, no su último álbum “La Biblia”, sino mi disco que es también suyo porque tocó en un par de canciones. Me llamó de Roma y me dijo “ya está, lo acaba de bendecir Francisco”, Juanse es un tipo fuera de serie. Ese álbum tuvo grandes momentos para mí, fue sensacional tenerlo a Joe Blaney (técnico del trabajo “Clics Modernos” de Charly García) mezclando los temas, Joe es muy generoso y conoce muchísimo. En un momento comenzó a mezclar con el sistema americano, que meten la voz muy adentro y le dije “mira, estoy acostumbrado a que mi voz esté más adelante” y ahí lo cambió, le decía “dale un poquito de reverb” y lo ponía como yo quería, es decir, trabajó poniendo todo lo que él sabe, su profesionalidad, su capacidad sin alterar mi esencia con el sonido.