¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónReconocer a alguien en nombre de tantos otros. Convertirse en emblema de la pasión de muchos. Hacer la diferencia desde algo tan simple y puro como la música. Luis Alberto Spinetta nació el 23 de enero de 1950. Muchos años después, la Cámara de Senadores –gracias a una iniciativa del Instituto Nacional de la Música– declaró que esa fecha sería, desde ese momento, el Día Nacional del Músico.
Alejandro Rozitchner conoció a Spinetta en 1984, durante un viaje en micro a Mar del Plata. Qué mejor que recordarlo a través de quien, luego de 28 años de amistad, puede dar un retrato del Flaco en el que se adivina el genio detrás de la música:
¿Qué puedo contar en tan poco espacio? Que quien lo creyera un lánguido poeta, basándose en sus letras y canciones, se hubiera sorprendido de saber que era el payaso que fue, un humorista, que quemaba pedos con un encendedor, que hacía personajes de todo tipo, insólitos, que tenía una gran inteligencia para captar al mundo, que lo veía de otra forma, que tenía una enorme curiosidad, que era un gran cocinero, que era muy tradicional, convencional, machista, posesivo y celoso, que a veces se ahogaba en problemas que los normales solucionamos fácilmente, que era una persona afectuosa, que moría y mataba por sus hijos, que podía también ser un demonio paranoico, que padecía enojos incontrolables, que no paraba nunca de hacer canciones nuevas, siempre hermosas, aunque los últimos años demasiado tristes para mi gusto, que no tenía sus discos ni necesitaba grandes equipos de sonido para escuchar música, que podía componer un súper tema en una guitarrita cualquiera, que cantaba en la cocina como en sus mejores grabaciones, que escuchaba el disco con el que estaba copado en ese momento mil millones de veces, que los últimos años estaba un poco fóbico y no le gustaba salir (pero cuando yo lo conocí íbamos a todas partes), que no tenía gran comprensión de las cosas políticas pero hacía suyo todo dolor, social o personal, que era loco por los autos y hubiera querido trabajar diseñándolos, que era un dibujante genial y hacía unos prototipos avanzadísimos, que era capaz de asfixiarse en días de calor antes de abrir la ventana del jardín para que no entraran los bichos, que tenía facilidad para tratar con los chicos (tal vez porque tenía algo de nene desprotegido, que nos hacía a todos querer cuidarlo), que su personalidad contenía una rarísima mezcla de rasgos egoístas con otros de total generosidad, que era de esas personas que se hacen querer de una manera entrañable, amigo de sus amigos, muchos de ellos personas comunes, es decir, no artistas ni especialmente talentosos, que se te metía adentro y se volvía parte de vos, que todo lo que los amantes de su música reciben al escucharlo es solo la parte pública de una personalidad especial, irrepetible, y que la falta de consuelo que sentimos quienes fuimos sus amigos y familiares tiene que ver con esa vida personal gigantesca, que dejó un vacío que no se llena con nada.
Te invito a escucharlo, junto a Charly, a Cerati y a la negra Sosa.
Fecha de Publicación: 23/01/2020
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