A veces, las etiquetas no sirven. Intentar hacer encajar a algo o a alguien en una categoría pierde el sentido cuando las categorías no se adaptan a lo que queremos definir. Si alguien tuviera que encasillar el estilo musical de Kevin Johansen, se encontraría ante una gran disyuntiva. Porque Kevin es –como él mismo se define– un des-generado.
Los sonidos de Kevin tren algo de cumbia, algo de folklore, algo de música popular latinoamericana. Un poco de pop, rock y –por qué no– tango. Sí, todo eso, pero mezclado y con un resultado final inesperado. Como si eso fuera poco, el músico canta en español y en inglés, a veces dentro del mismo tema. Intentar definir a Kevin Johansen es, entonces, una tarea imposible. Y, además, innecesaria.
Kevin Johansen es 100% argentino, pero nació en Alaska, Estados Unidos. De madre argentina y padre estadounidense, vivió de chico en distintas ciudades norteamericanas. Cuando él tenía unos 12 años, se mudaron a Buenos Aires, aunque también pasaron por Montevideo (Uruguay) durante un tiempo. Desde 1990, Kevin vivió en Nueva York, hasta que regresó finalmente a la Argentina en el año 2000. Hoy reside en el barrio de Colegiales, por donde se lo puede ver paseando como un vecino más.
Es que, a pesar de su trayectoria y de su éxito, Kevin Johansen sigue siendo un artista de nicho. Lo conocen todos, pero no pierde la cercanía con su público ni su humildad. Ese mismo ambiente se respira en sus conciertos, donde la gente sube a bailar al escenario y él baja a sacar a bailar al público. Cuando toca Kevin, es como si tocara un amigo.
Porque, para ser una estrella, no es necesario creerse en el cielo.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.