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Crónica del accidente de Carlos Gardel. La historia documentada

Varias versiones se dieron del fatal accidente de Medellín, que se cobró la vida del Morocho del Abasto, Alfredo Le Pera, sus músicos y acompañantes. Compartimos este capítulo de “Sucesos Gardelianos” y las palabras de un sobreviviente, Josep Plaja.

El afamado piloto Ernesto Samper Mendoza, presidente de la aerolínea SACO, pese de sus pocas horas de vuelo, y habiendo estado bebiendo en el club social durante toda la mañana; decide relevar a la tripulación, volando él la aeronave, utilizando de copiloto a un muchacho de 18 años, sin experiencia. Estas negligencias sumadas a las meteorológicas, fueron las causantes del accidente.

Mientras el avión de la SACO se dirigía a la cabecera sur del aeródromo, desde donde iniciaría su carrera de despegue, el también Ford Trimotor “Manizales” de la SCADTA se preparaba en la zona de carga para iniciar su viaje con destino a la ciudad de Bogotá, al mando del aviador alemán Hans Ulrich Thom, el copiloto Hartmann Fürst. El aviador alemán preparaba su salida, cuando el también aviador alemán Ernest Modrow, le advierte de las condiciones del viento y de la imprudencia del aviador Samper Mendoza dirigiéndose hacia la cabecera sur, con un avión que se observaba sobrecargado de peso y despegando con viento de cola.

Ante esto, el aviador Thom, apura sus maniobras con el fin de poder observar los movimientos de Samper Mendoza. Pide autorización al capitán del aeródromo para retirar las cuñas de las ruedas. Inicia el carreteo hacia un lado de la pista haciendo un viraje brusco, casi de 180 grados sobre su rueda izquierda para poner la nariz del aeroplano hacia el sur, permaneciendo en la zona de cargue y descargue de la SCADTA. Luego avanza el aeroplano un poco más y lo sitúa muy cerca de la línea demarcada con piedras blancas, que la separa de la zona de emergencia, a unos 75 metros del centro de la pista de cascajo.

La hora de la tragedia del 24 de junio de 1935

En este punto tenía mejor visibilidad sobre el avión de Samper, puesto que el sembrado de maíz a su izquierda, le bloqueaba la visión hacia la cabecera Sur. El empleado de la SCADTA, con sus banderas abajo, en espera de que el “F-31” de la Saco despegue, para autorizar por medio de su bandera a cuadros amarillos y azules, el ingreso del “Manizales” a la pista.

Samper Mendoza continuaba realizando los chequeos de su Ford Trimotor en la cabecera sur del aeródromo. Sentados en las sillas de pasajeros en la primera línea, detrás de éste, Carlos Gardel. Samper, embriagado por el éxito de su gestión, quizá no puede pensar con claridad. Observa cómo Antonio Arango, desde el otro lado de la pista baja la bandera roja y sube la de cuadros Amarillos y Azules, indicándole que está autorizado a iniciar su despegue.

El avión de la SACO inicia su carrera por el centro de la pista de cascajo con el estabilizador posicionado “nariz abajo” para levantar la cola en la primera parte de su carrera y poder tener mayor control del avión. El gran peso acomodado en la parte posterior del avión, donde había sido necesario acomodar parte del equipaje de Gardel, compuesto por una gran maleta que taponaba la puerta de salida y otras en el baño, además de rollos de películas y el telón que debían llevar desde Medellín a Cali, y que trajeron a última hora los hermanos Uribe, sumado a la velocidad del viento de cola y a la no reubicación del estabilizador de cola a su posición de “nariz arriba” cuando el avión había logrado tomar impulso; hicieron que el avión asentara de nuevo su rueda trasera y tomara un curso errático. Estas condiciones adversas incrementaban el esfuerzo de Samper Mendoza para hallar la cabrilla y tratar de levantar el avión.

El avión corre torcido sobre su eje longitudinal sin dirección definida. Se desvía en una gran curva hacia su lado derecho, más de 30 grados de su rumbo inicial, invade la grama de la zona de emergencia, paralela a la pista principal y sigue sin dirección definida hacia los hangares de la SCADTA. El Ford Trimotor “F-31” ya sin control direccional pierde rápidamente velocidad; obedeciendo solo a las extrañas e incomprensibles fuerzas del destino. 

El banderillero de SCADATA, Jesús M. Guerra, al ver que el avión de la SACO se dirige hacia ellos, agita su bandera roja de señales, pero luego suelta ambas banderolas y corre despavorido hacia el centro de la pista de cascajo, tratando de evitar que el avión lo atropelle. El Ford Trimotor “F-31” logra levantarse unos pocos centímetros inclinado hacia la derecha, ya cuando encuentra en su trayectoria al otro Ford Trimotor, el “Manizales” de la SCADTA. Un golpe seco sigue al estruendoso choque: los aviones, repletos de combustible se incendian y en una dantesca hoguera, terminan sin misericordia con los sueños e ilusiones de la gran mayoría de los pasajeros, incluída la vida de Carlos Gardel, dejando un saldo final de 17 muertos entre las dos aeronaves.