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Coral Campopiano: una vida de sueños y de lucha

Con una brillante carrera musical en Estados Unidos, Coral Campopiano volvió al país e impulsa una campaña contra la violencia de género.

Si algo podemos decir de Coral Campopiano es que fue artífice de su propio destino. Tomando decisiones que tal vez iban a contramano de lo que cualquier otro hubiese hecho, hizo su camino en la música a fuerza de talento, trabajo y perseverancia. Hoy, eligió volver a su país, cuando tenía una carrera exitosa en Estados Unidos, y se sumó a una lucha por la que quiere llegar muy lejos: la lucha contra todo tipo de violencia. Especialmente la violencia de género: "Hoy hay tantas maneras de hacer una pareja o establecer un vínculo que pueda volverse violento, que me pareció productivo abrir el espectro".

Coral Campopiano hoy está al frente de “La señal de ayuda”, una iniciativa que surgió como una manera de asistir a aquellas mujeres que están viviendo situaciones de violencia en sus hogares, en especial, en el contexto de la cuarentena. “La campaña que estoy impulsando inicialmente era para hacer un gesto que, en una videollamada, pudiera hacerle saber a la persona que te estaba viendo que estabas en situación de violencia en tu casa”, cuenta Coral. La idea original fue de la Fundación Canadiense de Mujeres. Junto con otras artistas y periodistas argentinas –como Natalia Oreiro, Gloria Carrá, Débora D'Amato, Sandra Borghi, Débora Plager y Laura Fidalgo–, Coral replicó la campaña en el país para darles a las víctimas una herramienta para que pudieran contar su situación sin que el agresor se diera cuenta.

Pero Coral fue más allá: "Presenté un proyecto de ley para extender la señal, para que sea una señal de ayuda en cualquier situación o lugar. Queremos que ese signo se universalice y sea un ‘SOS corporal’. Que podamos llevar con nosotras todo el tiempo la señal y que las fuerzas de seguridad sepan cómo reaccionar cuando vean algo así. El Proyecto de Ley ya se aprobó en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y ya está por pasar al Senado”.

La campaña está acompañada por una canción suya, “Fosforescente”, que habla del tema: “La canción que acompaña la campaña también habla de esos momentos de violencia que muchas veces vivimos las mujeres estando en relaciones, sin darnos cuenta de eso, y cómo sale el sol cuando podemos ver lo mal que estábamos y tomamos cartas en el asunto. Cuando pedimos ayuda es cuando nos hacemos cargo o podemos reaccionar a lo que nos está pasando”, sintetiza la cantante. "Fosforescente" será declarada de Interés Cultural Nacional.

Un precio muy caro por el amor

Coral se embarcó en esta lucha, porque ella misma vivió situaciones de este tipo en el pasado: “Yo no he estado en situaciones de violencia física, pero sí emocional, económica y de mucha sumisión. Es el estado más feo del mundo cuando una tiene que dejar de ser quien es, cuando no podés brillar tanto porque a la persona que tenés al lado le molesta tu brillo e indirectamente busca quitártelo. Porque esa persona se empieza a sentir más opaca por tu brillo, en vez de alimentarse de él, de nutrirse de él. Hay muchas maneras de ser violento con el otro. Nosotras, las mujeres, tendemos a sobreadaptarnos, tendemos a pagar muy caro por el amor, a no saber poner los límites. Y la verdad es que no sirve de nada. No hay que dejar pasar una en ningún tipo de violencia. Y hay que abrirse si es posible, denunciar si es posible, y buscar el sol. Buscar la salida”.  

Su propio camino

Coral Campopiano tuvo, desde muy chica, lo que muchos otros sueñan. Con un talento innato para la música y la actuación, empezó su carrera musical a los 13 años, cuando firmó su primer contrato discográfico con Sony BMG y grabó el álbum Salir a caminar. “Yo estaba muy bien acá, estaba firmada con BMG, estaba haciendo novelas en Pol-Ka, era una de esas teenagers que son promesa de éxito. Pero yo no quería ser un producto de la tele ni de la discográfica, yo quería tener mi propia identidad”, nos cuenta.

Fue así como, muy chica, decidió ir a probar suerte fuera del país: “Me fui del país decepcionada por un contrato que había firmado con BMG, que pintaba ser el contrato de mi vida y no lo fue, y me fui un poco despechada. Sin saberlo, encontré mi carrera y mi futuro en Estados Unidos. Me fui de vacaciones y, cuando me puse a tocar, conseguí mucho trabajo y me di cuenta de que tenía una perspectiva enorme allá, mucho más grande que acá, y decidí quedarme”.

Su decisión, sin embargo, sorprendió a más de uno, en especial por su condición de mujer. “Cuando yo arranqué tan chiquitita realmente me miraban con cara de que estaba loca pensando que iba a poder hacer una carrera en la música sin ser hija de un productor musical o sin haber estado con Cris Morena o sin ser novia de algún productor emergente. Me acuerdo que Fernando Blanco, quien era el socio de Adrián Suar en Polka, me decía: ‘¿Por qué te vas a ir a Nueva York si acá tenés trabajo, acá tenés todo?’. Le parecía una locura, a todos les parecía una locura. Yo creo que pensaban que, por ser mujer y chica, no me las iba a poder arreglar, como si ya tuviera todo perdido por ser mujer y ser joven”, recuerda Coral.

Sin embargo, se animó y aprendió muchísimo en el camino: “Irme afuera me dio calle, me dio curtirme, me dio pelearla. Me dio entender que el artista no es una chica de televisión que canta dos notas y dice “te amo”, “te extraño”, “volvé”. El artista es una persona que pasa por todo y, así y todo, sigue eligiendo ser artista. Es muy fácil considerarse artista cuando tenés un contrato y todo servido. Es muy distinto cuando tenés que pelearla día a día y escuchar ‘no’ por todos lados, y así y todo seguir queriendo volver a tu casa y componer. Y encontrar amor, paz y felicidad en la creación”, afirma.

En Estados Unidos, tuvo la posibilidad de capacitarse y de trabajar con grandes estrellas mundiales: “Estudié mucho, me gradué de actriz, estudié sin parar canto, compuse con gente alucinante, toqué en los mejores lugares. Fue muchísimo trabajo, pero todos los días veía cómo crecía y cómo se abría una puerta, la otra, la otra, y lo disfrutaba enormemente. El desafío era conseguir mi visado, ganar la plata haciendo lo que yo quería hacer, nunca hacer otra cosa que no fuera música, tenía eso muy claro. Fue una aventura hermosa, la repetiría millones de veces”, cierra.

A la par de las estrellas

Cuando Coral cuenta los nombres de las personas que tuvo la suerte de conocer y trabajar con ellos durante su carrera, a cualquiera de nosotros nos parece de película. “David Bowie me impactó, Michael Jackson, Will Smith, Angelina Jolie, Brad Pitt, Phil Ramone y Joe Blaney –que son superproductores–, Stevie Wonder, Shakira, Iggy pop, Lou Reed, Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood… esos son los que me impactaron. Me impactaron por su humildad, por su generosidad. También Herbie Hancock, Mark Whitfield, toda la banda Björk, Santana… ¡puf, tanta gente! Joss Stone, que es una diosa, hermosa, buena gente. John Legend, Dido, Norah Jones… divinos, todos divinos”, relata.

Por supuesto, entre tantas estrellas, sobran las anécdotas. Le pedimos que nos contara una de ellas: “Una vez toqué para la fiesta de apertura del Super Bowl. Cuando terminé de tocar, me fui a caminar, mientras estaban todos en la casa mirando el partido, porque no me importaba. Me crucé con una banda, que la escuchaba de lejos. Estaban probando sonido porque, cuando el Super Bowl terminara, ellos iban a estar ahí para tocarle a la gente cuando saliera a la calle. Y me quedé ahí sentadita escuchándolos y dije: ‘Qué lindo que suena esta gente’. Me acerqué y le dije al cantante: ‘Che, qué lindo suenan, me encanta, ¿cómo se llaman?’. Y me dice: ‘¿Te gusta, de verdad? Somos nuevos: somos Coldplay’. Y nos quedamos hablando con Chris Martin un rato largo, le di un disco mío. Y hace poco lo volví a ver y se acordaba de ese momento. Eso fue algo muy lindo”.

Volver a casa

A esta altura, seguramente se estarán preguntando: ¿por qué volvió a la Argentina si tenía una vida en Estados Unidos y una carrera exitosa? Eso mismo le preguntamos nosotros: “Me impulsó volver a mi país que extrañaba a la gente, extrañaba el afecto, el calor que tenemos los argentinos, la empatía, la buena onda. Mis amigos, mis hermanos. Siempre volví pensando en mantener mi Nueva York vivo, y mi Estados Unidos vivo, cosa que hice hasta ahora. Esta es la primera vez que, por la pandemia, hace 5 meses que no voy, pero siempre estoy en contacto y siempre voy cuatro veces al año. Así que, en ese sentido, no me pesaba mucho la vuelta. Pero extrañaba mucho a la gente y quería tener carrera en mi casa, quería poder estar acá y trabajar y compartir todo lo que había aprendido afuera, que es un montón. Tenía ganas de estar acá con mi gente”.

¿Qué significa, entonces, para Coral Campopiano, ser argentino?: “Ser argentino es muchas cosas. Creo que tenemos la idiosincrasia más compleja del mundo entero. Pero a la vez somos gente muy talentosa, muy luchadora, muy sufrida. Tal vez muy prepotente por tanto sufrimiento. Escondemos el sufrimiento a través de la prepotencia, que es un horror, pero creo que pasa. Pero en el fondo somos gente con muchas ganas y con mucha ilusión de que las cosas pueden ser mejores y que las vamos a poder cambiar. Creo que todos soñamos con eso. Y ojalá que así sea”.

Coral Campopiano es una mujer que siempre fue tras sus sueños, sin dudarlo. Algo que muchos no se animan a hacer: “A los que no se animan les diría que la vida no tiene sentido si no vamos por nuestros sueños. Que no se puede vivir para comer, ir al baño e ir a trabajo y volver. Eso no es vivir, eso es sobrevivir. Para vivir hay que honrar a la vida, hay que honrar cada día que tenemos en esta tierra. Honrarlo es escucharnos a nosotros, saber qué nos mueve, qué es importante, qué nos hace bien, qué nos va a embellecer como personas, y buscar eso, luchar por eso, ir hacia eso, que es donde está nuestra luz. Además, donde estamos más en armonía con nuestros sueños y más cerca de nuestros sueños es donde mejores personas somos, donde se ve la mejor versión nuestra y donde más lindo es lo que podemos dar. Es decir que ayudamos al mundo a ser un mejor lugar cuando estamos más contentos con nosotros. Y la alegría propia y personal se encuentra cuando uno está haciendo lo que quiere hacer y le gusta hacer. Entonces, primero que nada, hay que encontrar eso, eso que nos apasiona, que nos emociona, y no patearlo. No vivir para sobrevivir, hay que vivir para honrar cada día”.

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