¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Sábado 25 De Marzo
La reiterada costumbre de las celebraciones con números redondos sobre alguna cuestión de interés, probablemente sea una de las más curiosas pasiones que habita el devenir de la sociedad en esta parte del continente. Charly García cumplió 70 años el sábado 23 y aunque algunos no lo hayan pensado, de no mediar tragedia alguna o una circunstancia de tono especial, el próximo domingo 23 de octubre de 2022 el músico celebrará 71 años sin que algunos medios o voceros de opinión lo remarquen con tanto énfasis. El artista que en los años ‘70s y ‘80s marcó un antes y después en el contexto Rock-pop nacional, sin dudas fue la excusa para que algunas estructuras políticas y centenares de personas sirviendo al contexto de las mismas, aprovecharan la volteada rindiendo supuesto homenaje al genial compositor, músico y cantante, justo cuando se cumplían siete décadas de vida del artista nacido en la zona de Caballito. El espectáculo central en el gran edificio que ocupaba el Correo Central evidenció fallas de coordinación y sorpresivas ausencias. Fabi Cantilo y Juanse, quienes recientemente señalaron que les impiden acceder al músico, no fueron invitados, mientras que David Lebón y Pedro Aznar brillaron por su ausencia, todo muy sospechoso a esta altura de las circunstancias.
La grotesca manipulación de los eventos pensados para el “Mes Charly” (otra costumbre de remarcar algo sumándole días a un módulo único como su fecha), provocó una obvia pelea entre las dos principales potencias políticas, justo a pocas semanas de una elección legislativa que puede cambiar el contexto mirando a 2023. El músico que integró una gama muy conocida de grupos se convirtió en el fetiche manipulable, con motivo de este particular onomástico con números redondos. Los hechos ocurridos en la cercanía de este festejo, devinieron en distintos homenajes y comportamientos que desvirtúan bastante la calidad del personaje. El lunes 25 del décimo mes del año, dos columnistas del matutino más famoso del país debatieron devaluadamente sobre el presente psicofísico del músico, posiciones que tranquilamente podían haber planteado desde el año 2010. Chequeando la secuencia de situaciones y hechos ocurridos durante estos días, surgen 70 o muchas más razones por las cuales no tuvo sentido acercarse a estos festejos. Veamos las principales a tono con todo lo ocurrido en las últimas jornadas inesperadamente “conmemorativas”.
Desde fines de 2010, Charly García exhibe graves problemas de salud, reflejados en sus actuaciones. Sus espectáculos duran menos de 75 minutos y lo encuentran sin voz y con muy graves problemas reumáticos en sus manos para apoyar sus dedos sobre los teclados que sus asistentes le ubican en escena. Todos los músicos que lo acompañan, exponen su profesionalismo pero están muy lejos de mostrar el entusiasmo que exhibieron sus grupos en los años ‘80s, shows coronados por una nueva audiencia que se apropió de los mismos en torno a una determinada corriente política, convirtiendo a los recitales del artista en obvios actos proselitistas donde lo que menos importa es la música. El verdadero Charly García jamás hubiese permitido que un partido político le manipule un espectáculo, pero el actual es un títere herido sin poder ni control sobre lo que sucede arriba y abajo del escenario. En la previa del concierto donde estuvo con sus viejos camaradas de shows, el rockero concedió una entrevista al saxofonista y periodista Roberto Pettinato, charla en la que su voz lució casi indescifrable. Pero aún con las limitaciones físicas, Charly de a ratos mostró una limitada lucidez, reportaje en el que calificó a las nuevas artistas de trap como “putitas que me tienen harto de usar el vocoder”
La música creada por Charly en sus tiempos más destacados no es fácil de reproducir sin una preparación especial y un perfil de coordinación entre sus integrantes, lo cual se pudo ver en todos los conciertos en el CCK, donde cualquiera sin el menor desparpajo agarró el tema que le interesaba de este añejo cumpleañero para versionarlo sin mucho más. Así fueron los magros resultados que pudieron verse en el Teatro San Martín, el CCK y el Teatro Colón durante las 96 horas en la que se concretaron los principales festejos. No es que en el 2021 sea obligatorio sacar una licencia oficial para tocar las canciones del artista, pero no es un repertorio para que todos lo descuarticen de la brutal manera en que ocurrió durante estos días. Si el autor de estas notables composiciones estuviese en su anterior equilibrio psicofísico, hubiese sido desopilante escuchar y leer sus apreciaciones sobre como despedazaron un repertorio que resiste bastante, pero que en algunos casos sinceramente fue masacrado sin titubeos. Las excepciones a tal desprolijidad interpretativa, recayeron en las buenas intervenciones de Emmanuel Horvilleur y Benito Cerati, quienes mostraron calidad, equilibrio y notable precisión para interpretar obras muy exigentes en esa situación tan especial.
Para el público que quiso ver los shows en homenaje al rockero, la forma de conseguir los tickets se volvió desordenada, caótica y arbitraria en la mayoría de los casos. Ingresar a los sitios de espectáculo, otro calvario y la torpe manera en que los organizadores trataron al público que asistió a los mismos, marcó sencillamente un tremendo despropósito. Algunos shows en el CCK debieron comenzar con demoras de más de 45 minutos por el grave desorden en la entrada del sitio, con gran cantidad de vallados ubicados en las inmediaciones que aportaron confusión y problemas a los espectadores allí citados para los diversos espectáculos. Afuera del edifico que antes pertenecía al Correo Central hubo incidentes del público para ingresar al lugar, mientras que adentro, en la sala principal, dos personas se tomaron a las trompadas durante el bloque número dos de show, espectadores que debieron ser retirados por la gente de seguridad del lugar, que se mostró muy falta de reflejos cuando empezaron a volar los primeros impactos entre dos personas discutiendo por una lata de cerveza. Bochorno.
La presencia de Charly García durante cinco canciones de lo que fue un breve interludio entre el segundo y tercer bloque de espectáculo en el CCK sin dudas dejó gran tela para cortar. A las 18:30 sin previo aviso, la banda integrada por Fernando Samalea en batería, Alfredo Toth en bajo, Pablo Guyot en guitarra, Fabián Quintiero y Fito Páez en los teclados, más la voz de Hilda Lizarazu y los problemáticos coros de Rosario Ortega se hizo presente en la “Ballena Azul”, con el invitado y homenajeado principal. El grupo tocó cinco canciones: “Cerca de la revolución”, “Promesas sobre el bidet”, “Raros peinados nuevos”, “Demoliendo Hoteles” y “Canción para mi muerte” acompañando al personaje que conmemoraba sus 70 años de existencia. Debe resultar muy complicado y difícil para todos los que vieron alguna vez en plenitud al notable músico, presenciar lo que sucede ahora cada vez que aparece en un escenario.
La situación expuesta en el CCK, fue fuerte incluso para los que ya están acostumbrados al canto de cisne de este colosal cantautor argentino. La voz de Charly García en la actualidad suena como si Joaquín Sabina se estuviese haciendo gárgaras con nafta y alguien pasa con un fósforo encendido. Casi no se le entiende lo que dice. Pero toda la situación es más dura todavía: Su brazo derecho tiene una limitada movilidad y sus dedos casi no flexionan para articular los acordes, una dramática realidad que se agrava con sus teclados habilitados con muy poco volumen, por lo cual en muy pocos pasajes se escucha lo que llega a pulsar en esos instrumentos. Hay algo mucho más grave, que se pudo ver detalladamente con la transmisión de tv: durante todo el show Charly García permaneció con su brazo izquierdo totalmente paralizado, con su mano puesta en el bolsillo del saco blanco que utilizó. Charly estuvo esos 20 minutos sobre el amplio escenario del lugar con un brazo absolutamente inmóvil, pero nadie pareció prestarle la suficiente atención a una circunstancia como esa, en medio de esa euforia plastificada por la presencia del artista en el homenaje que le realizaban allí en el edifico del Correo Central.
Casi como haciendo rancho aparte de lo que pasaba en el CCK, Rodolfo Páez decidió concretar allí en el máximo coliseo argentino su propio homenaje al músico que acompañó en cientos de actuaciones a lo largo de su carrera. Llegó al Teatro Colón después de integrar aquél conjunto armado para ese mini-festejo con el homenajeado en el Correo Central, a pocos del horario anunciado. La ocasión estaba a punto caramelo, porque se mancomunaban un músico de enorme prestigio como el rosarino, la posibilidad de escucharlo con una gran orquesta y la bella situación de estar en un ámbito de lujo como esa histórica sala de la calle Cerrito. Desgraciadamente, todo lo que podía salir mal, salió muchísimo peor que lo más horrible imaginado en un sitio así. La orquesta de Ezequiel Silverstein mostró graves errores de sincronismo y afinación, exponiendo delante del numeroso público un nivel de pobrísima calidad para ese histórico sitio de la música lírica. Los arreglos del director en la ocasión fueron vulgares, efectistas y carentes de refinamiento, un planteo orquestal de baja estopa que redujo al repertorio de Charly García a una “faustopapetizaciòn” olvidable por donde se la analice.
A sus 58 años, Rodolfo Páez padeció una noche con demasiados inconvenientes para un magnífico intérprete y cantante de la música nacional. Su voz no le respondió en lo más mínimo, tal vez por la emoción de un evento de esa trascendencia, velada en la que sus desafinaciones batieron todos los records existentes en su historial artístico. Actuando en ese proscenio con una actitud sobrecargada de entusiasmo, un comportamiento al que le anexó esas voluminosas carcajadas entre tema y tema como si estuviese viendo los viejos tapes de Alberto Olmedo, el listado de obras pareció demasiado ampuloso para tener algo de control sobre el mismo.
El concierto con la orquesta del Colón incluyó un total de 21 composiciones de todos los tiempos del homenajeado (Pequeñas anécdotas de las instituciones // Rock And Roll // Confesiones de invierno // Yendo de la cama al living // Los Dinosaurios // No se va a llamar mi amor // Cuando ya me empiece a quedar solo // Estación // Sus auriculares // Canción para mi muerte // I’m not in love // Demoliendo hoteles // Cinema Veritè // No te dejes desanimar // Fantasma de Canterville // Peperina // Desarma y sangra // No soy un extraño // Viernes 3AM // Cerca de la revolución // Nos siguen pegando abajo), un gran . listado donde el anfitrión de ese evento intercaló un par de temas propios. Las cosas se pusieron muy complicadas cuando Páez y su grupo cambiaron el final de “Yendo de la cama al living”, pero habría tiempo y espacio para errores más preocupantes. Dejando traslucir una nula autocrítica sobre la banda que lo acompaña, sin dudas resulta difícil entender como uno de los artistas más talentosos del país hoy deambula con una banda de sesionistas outlet, a excepción de Carlos Vandera, sobreviviente de la formación que tocó 11 fechas en el ND Teatro la previa de “Naturaleza Sangre”. Carentes de personalidad, se limitan a tocar lo milimétricamente necesario con la vista perdida en el horizonte, como si estuviese esperando la llegada de un motoquero con las pizzas pedidas un rato antes.
Rodolfo Páez, probablemente el pianista mas destacado que tiene hoy el mundo del rock a excepción del histórico compositor y cantante Alejandro Lerner, no dimensionó el real contexto de esta presentación, casi como si se tratase de un recital más. Sorpresiva y llamativamente muy sobrepasado de peso para lo que es su actual contexto físico, sus movimientos en escena lucieron muy incómodos. Enfundado en un traje de color violeta eléctrico, que parecía un sobrante del vestuario de Jack Nicholson cuando el famoso actor personificó al histórico “Guasón”, el calificado músico rosarino exageró varias veces algunas pulsaciones sobre la octava más aguda del piano colocado en el escenario, casualmente el mismo instrumento acústico que el magistral tecladista Rick Wakeman había empleado con mejor fortuna en febrero de 2018 en esa misma sala. Su voz desgraciadamente no le respondió en lo más mínimo, pero hubo dos momentos más graves en todo el recital. Uno cuando interpretó “Desarma y sangra”, canción que nadie toca mejor que él, pero que en esta ocasión lo halló confundido sobre el arreglo del cierre, maniobra de notas y acordes en la que parecía un colectivero tratando de regresar a la Panamericana con sorpresivos cortes de calle, arreglo improvisado en el piano que duró bastantes segundos para que el músico rememorara cómo era el verdadero cierre de esa histórica y genial canción.
El segundo momento más inquietante de su espectáculo, nada sorpresivo para quienes lo siguen sus recitales, ocurrió en dos partes muy claras de su show. Dejando en claro que su batalla contra los medios independientes sigue activa y enérgica, mechó indirectas con su estilo en dos temas de García. En “Confesiones de invierno”, cuando la letra dice “Y la radio nos confunde a todos”, el rosarino agregó fuera del original “no a todos”, dejando en esa canción de Sui Generis traslucir su odio subliminal con todos aquellos medios que no apoyan su ideología política. Después en “No te dejes desanimar”, un clásico de Charly García y la Máquina de Hacer Pájaros, volvió a remarcar la frase “harto de ver los diarios”, en lo que pareció una ratificación del encono que sostiene con la prensa libre. El show del músico fue recibido con grandes ovaciones por un público carente de exigencia que solo estuvo ahí, porque había que estar en alguna de las “fiestas” de homenaje, un recital donde los inconvenientes físicos del artista excedido de masa corporal lo complicaron a la hora de colgarse una guitarra electroacústica Gibson de caja, la cual debió colocarse debajo de su brazo derecho, porque la distancia a la que quedaba ese instrumento delante suyo de frente le impedía tocar con normalidad. Sin dudas, lo que debía ser una gran fiesta con un inmaculado artista de prestigiosos pergaminos, en un ámbito irrepetible como el Colón se transformó en un desabrido trámite carente de calidad y elegancia para semejante listado de composiciones, una noche donde el homenaje a Charly solo quedó apenas en buenas intenciones y nada más que eso.
Imágenes: Area Prensa Teatro Colón / Area Prensa CCK
Fecha de Publicación: 02/11/2021
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