¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLa historia de Catupecu Machu no significa que el rumbo del conjunto tenga una trayectoria predecible o estimable. Bastante saturado con el compromiso de sostener el pabellón rockero en lo más alto con un conjunto que sufrió una pérdida importante con el accidente de uno de sus fundadores, en un momento ante la sorpresa generalizada, Fernando Ruiz Díaz decidió darle vacaciones al grupo y comenzar una nueva banda a mitad de la anterior década. La respuesta a esa necesidad fue poner en marcha Vanthra, un trío con otros acompañantes para volcarse a un contexto acústico y telúrico que no olvidó salpimentar sus sonidos con algo de rock. Esa etapa, liberando sus necesidades creativas más íntimas y despojadas de sobreproducción tecnológica, fueron bien recibidas por los fans de CM, temporadas donde incluso la novel formación lanzó un tipo de tipo de vino producido en Mendoza.
La presión emocional con la que cargó Fernando desde el 2006, temporada donde Gabriel Ruiz Díaz se accidentó a bordo de su auto en compañía del cantante del grupo Cabezones, una década más tarde pareció convertirse en un invisible ancla emocional. El músico se puso al hombro la continuidad de esa mítica banda, acompañado por sus colegas y el gran apoyo difusional de los medios, agitados tiempos donde el puesto del talentoso bajista fue ocupado temporalmente por dos conocidos artistas como Zeta Bosio (Soda Stereo) o Fabián Quintiero (Ratones Paranoicos/ Charly García). Catupecu Machu supo surfear aquellas difíciles épocas mientras uno de sus fundadores permanecía en un estado de salud angustiante, tras las heridas a nivel cerebral que el bajista padeció cuando el volante de su vehículo se estrelló ferozmente contra su tórax y cabeza.
La pandemia y las restricciones que esta fenomenología sanitaria provocó, sin dudas frenó el ritmo de actividad que tenía Vanthra, meses donde Fernando Ruiz Díaz entendió que la continuidad de ese proyecto no lo estimulaba como su banda principal. El 23 de enero de 2021 la salud del músico que permanecía en un letargo mental y corporal, finalmente cedió a una falla multi-orgánica que deparó la muerte del querido intérprete y compositor. Fernando entendió que había llegado el momento de retomar el proyecto central de su carrera y revivir la existencia de una banda que tuvo momentos muy destacados en el último cruce de milenios. Regresar a la escena artística con los mismos músicos, probablemente le habrá sugerido quedar preso de un laberinto de acciones pre-pandémicas erosionantes, días donde el músico comenzó la refundación del grupo con otros integrantes, por más que alguno de ellos estuviese dentro del proyecto artístico que funcionó hasta finales de 2021.
Charles Noguera y Julián Gondell, bajo y batería de Vanthra, permanecieron dentro de la reformulación del histórico conjunto, pero para proyectar otra óptica sonora, Ruiz Díaz se reunió con Abril Sosa, integrante de Catupecu en sus primeras temporadas, quien luego se dedicó al proyecto Cuentos Borgeanos y una ascendente actividad solista. Del encuentro entre ambos, surgió el acuerdo para reincorporar al joven multi-instrumentista a la banda liderada por el guitarrista y cantante, pero en un rol que llamó la atención de los fans. Lejos de sumarse como segunda guitarra u ocasional tecladista, la vuelta de Sosa lo encontró desde los primeros recitales tocando una segunda batería en vivo. El miércoles 27 de abril del año pasado, Catupecu Machu hizo su un show sorpresa en el Roxy Club. Por esos días y ante el esperado regreso del festival “Quilmes Rock”, se confirmó que esta famosa banda sería la encargada de cerrar el segundo día de esa variada muestra musical, evento que reunió a figuras artísticas como Virus, Richard Coleman, Divididos, Nathy Peluso y Benito Cerati.
Entre esa especial fecha en Tecnópolis y el show ofrecido en el Movistar Arena, el grupo concretó trece conciertos entre presentaciones en Argentina y recitales en Chile, Colombia, Uruguay y Paraguay. Semejante volumen de apariciones, permitieron un certero fogueo a la nueva banda, que la audiencia local comprobó en el Cosquín Rock, Mar del Plata y el estadio Obras. Agotando tickets en cuanto lugar actuaron, el siguiente desafío de la banda y la productora PopArt fue trasladar esta fiesta a un espacio mayor, como el estadio más moderno que tiene Buenos Aires desde noviembre de 2018. Anunciado a principios del presente año, las entradas volaron en cuestión de días, llegando a este recital en el barrio de Villa Crespo con los tickets agotados varios meses antes. El concierto en el Movistar Arena mezcló todo lo habido y por haber en la piel de un artista como Fernando Ruiz Díaz.
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Con dos bateristas tocando exactamente la misma partitura, salvo algunos cortes o muy aislados impactos en los címbalos, esa contundencia rítmica le proporciona al conjunto una potencia adrenalínica mientras ambos ejecutantes galopan enfurecidos detrás de la pared melódica. El arranque con “Óxido en el aire”, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”, “Perfectos cromosomas”, “Es todo lo que tengo y es todo lo que hay”, “Secretos pasadizos” y el cover de Massacre “Plan B: Anhelo de satisfacción”, mostraron en esos primeros treinta minutos una tromba rockera impiadosa golpeando implacable, con esos colosales hits acunados en el historial compositivo. El segundo bloque del espectáculo tras las intensas partituras de “Grandes esperanzas”, “Puedes” y “En los sueños”, apuntó a un costado acústico, momento donde el anfitrión encaró “Musas” con la compañía de las cantantes Lula Bertoldi, Annette Durañona y Margarita Palacios y el violinista Javier Casalla. Confirmando que el conjunto está preparando un nuevo disco de estudio, Ruiz Díaz y Abril Sosa en guitarras pre-estrenaron la canción “Primer movimiento”, una parte del show seguida con mucho silencio y respeto por parte del público.
Lo que siguió fue, lenta y progresivamente un regreso al impactante contexto eléctrico, bloque donde sonaron clásicos como “Cuadros dentro de cuadros”, “Entero o a pedazos” y “Hechizo”, una buena versión del hit de Héroes del Silencio. Llegó el hit “Orígen extremo”, con Julián Gondell en la guitarra, Ruiz Díaz en el bajo y Charles Noguera en teclado y máquinas, quedando Abril Sosa al comando de la batería. Separados por un solo de esas baterías en el escenario, el show contempló canciones como “Confusión”, “Acaba el fin”, “Eso vive”, “Metrópolis nueva”, “A veces vuelvo” y “Magia veneno”, donde se sumaron a la banda Fabián Quintiero en bajo y Lisandro Aristimuño en guitarra. Mientras los bateristas Julián Gondell y Abril Sosa aprovechaban para tirarse de espaldas sobre las manos de los espectadores, dejando que ellos los transportaran sobre la masa humana, el concierto dejó un hueco para que sonaran en el cierre “Dale” y “Le di sol”, esta última dedicada a Gabriel Ruiz Díaz en medio de la emoción generalizada.
Imágenes: Mariela Custodio - Pop Art / IG Catupecu Machu
Fecha de Publicación: 11/07/2023
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