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Carlos Gardel: encuadres musicales, inicio del cine gardeliano

El Zorzal Criollo, además de extraordinario cantante y talentoso compositor, fue un pionero de las industriales culturales. Si sos fana de Gardel, estás a la vanguardia.

Música
Carlos Gardel

Por Walter Santoro - Fundación Internacional Carlos Gardel

 

En 1929 una nueva ambición cobraba forma en su mente. La idea de filmar a Carlos Gardel lo obsesionaba y, la Argentina, parecía ser el lugar obvio para lanzar esta nueva carrera. Tras la llegada de la nueva tecnología, del film sonoro a mediados del año 30 a Buenos Aires, Gardel junto a José Razzano y Francisco Canaro crearían el 1 de octubre la “Unión Argentina. Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas”Días más tarde estaría filmando en Cinematográfica Valle los famosos "encuadres musicales”, o “films con sketch", dirigidos por Eduardo Morera. El hecho fue trascendente, tanto en la vida del hombre que nos ocupa como en el mundo del espectáculo, marcando un hito en los albores del cine sonoro, y la televisión experimental argentina de 1931.

Durante la temporada de 1930, Gardel deja en suspenso sus actuaciones en París y Barcelona para actualizar su presencia entre el público argentino haciendo teatro, radio y discos. Entre enero y marzo completa una gira por el interior de la provincia de Buenos Aires. En todos los casos se presenta como solista acompañado por el dúo de guitarras compuesto por Guillermo Barbieri y José María Aguilar, al que se añade Ángel Domingo Riverol.

Un nuevo contrato con la discográfica Nacional-Odeón le hace grabar con sus guitarristas, conformando un quinteto con Rodolfo Biaggi en piano y Antonio Rodio en violín, y un sexteto con miembros de la orquesta de Francisco Canaro. Con estas formaciones completan 87 grabaciones. El programa comprende 48 tangos y 2 estilos, entre valses, fox-trots, fados y otros ritmos como milongas, rancheras, etcétera. Asimismo, regraba el éxito de juventud, “Mi noche triste”, en sistema eléctrico. En ese contexto creativo, al filo de los cuarenta años, debuta en el cine parlante filmando los llamados “cortos del 30”.

Carlos Gardel

Otros datos del contexto eran la economía y la salud. Pese a una venturosa carrera artística su situación financiera es compleja, con la casa de su madre en la calle Jean Jaurés, hipotecada, y además endeudado por sus caballos de carrera. Por otra parte, tiene un problema de salud. La garganta. De no mediar una intervención quirúrgica del Dr. León Elkin, la carrera de Carlos Gardel hubiera colapsado en 1930. Superando el trance el artista responde a la prensa de Montevideo:

- ¿Piensa que aún puede cantar como de costumbre?

- Sí, che. Después de la operación que sufrí en mi garganta, quedé como nuevo.

- Se dice que usted ha ganado mucho dinero en el teatro.

- Es cierto. Gané mucho, mucho, increíblemente mucho. Pero como buen criollo, me quedé sin nada.

- ¿No le asusta el porvenir?

- El porvenir es el presente. Quien lleva sangre criolla no se asustará del porvenir.

Carlos Gardel

 

Una nueva ambición, el cine sonoro

Tras el nacimiento del cine sonoro en New York en 1927, llega la novedosa tecnología a Buenos Aires; y como todo tuvo algunas resistencias: los miembros de las orquestas de tango creían que esto acarrearía la ruina para ellos. Pese a las protestas, los primeros equipos de sonido comenzaron a arribar al país. En principio, el sistema que alcanzó mayor popularidad fue el Vitaphone, donde la película se sincronizaba con discos. Sin embargo, este procedimiento tenía varios inconvenientes. En muchas ocasiones la pérdida accidental de algunos fotogramas del filme hacía que la sincronización se malograra, con el consecuente perjuicio en el momento de la proyección. Mucho mejor era el sistema de sonido óptico, donde la pista sonora estaba incorporada a la película. A este formato pertenecía el Phonofilm De Forest, traído a Buenos Aires por la Corporación Argentina de Films en 1927. El problema con el De Forest era que sólo podía utilizar rollos pequeños, por lo que era apto únicamente para cortometrajes. Es por esta razón que se lo usaba para noticieros o cortos musicales.

El primero de octubre de 1930, Carlos Gardel, José Razzano y Francisco Canaro firmaron un convenio para el desarrollo de obras musicales y cinematografías, este decía:

 “En la ciudad de Buenos Aires a los un días del mes de octubre del año 1930 (mil novecientos treinta), entre los señores Carlos Gardel, domiciliado en la calle Jean Jaures setecientos treinta y cinco, José Razzano, domiciliado en la calle Esteban Bonorino cuatrocientos treinta y siete y Francisco Canaro domiciliado en la calle Tagle dos mil ochocientos setenta y seis de esta ciudad, se conviene lo siguiente: 1° Los nombrados constituyen una sociedad denominada “Unión Argentina”, Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas, la que tiene por objeto: Representar, Administrar, Percibir y Adquirir obras musicales con o sin letra, difundir estas en discos fonográficos (por cualquier procedimiento mecánico o eléctrico), en ediciones impresas en papel, grabaciones en rollos para auto-piano y en todas las manifestaciones del cinematógrafo”…

 

A fines de mes de octubre estarían filmando lo que denominaron “films con sketch”, o “encuadres musicales” en los estudios propiedad de Federico Valle, ubicados en un humilde galpón en México 832, entre Tacuarí y Piedras- tuvieron que ser acondicionados para la nueva experiencia. Debido a que se trabajaba con grabación de sonido directo se tomaron algunas precauciones para asegurar el aislamiento sonoro, aunque las soluciones elegidas fueron bastante primitivas. Morera adquirió un género utilizado para trapo de piso y lo recubrió con una sustancia que los bomberos usaban para sortear la acción del fuego. El resultado de este sencillo procedimiento debió haber sido alentador ya que después se lo aplicó en los estudios de Radio Belgrano, y en los del Río de la Plata, de Francisco Canaro. Para tapar el sonido de la cámara Bell & Howell que se utilizó en el rodaje se recurrió a un simple almohadón, prestado por una vecina del estudio.

 

Gardel filmó una serie de 15 cortometrajes, dirigidos por Morera, pero en el procesamiento se perdieron 5, quedando 10 para su exhibición; tras la aparición hace unos años del “quinielero”, el número 11, restan cuatro perdidos. Artísticamente hablando, en comparación con ciertos avances estéticos y técnicos generados durante el período silente, los cortos implicaron un retroceso a la linealidad, por la rigidez de la cámara, la luz plana y la interpretación teatral provenientes del modo de representación primitivo o teatral.

 

Gardel pretendía utilizar estas filmaciones para promocionar no solo sus canciones sino su potencial en la actuación. Pero él sabía que su futuro estaba en Europa. Julio De Caro recordaría un paseo nocturno con Gardel, después de la actuación de su orquesta en el Empire. Cuando se dieron la mano para despedirse, Gardel le dijo (según recuerda de Caro): “No te vayas, Julio. Mirá, Buenos Aires es una gran ciudad. Yo siempre añoro tanto esas calles, los amigos, las carreras,... pero en verdad, cuando me encuentro en ella me dan deseos de volverme, de irme lejos ... El público nos quiere mucho, pero se hace muy cuesta arriba quedarse en Buenos Aires para ganarse el pan. No te vayas, quedate aquí y volvé a Buenos Aires de cuando en cuando, como hago yo” Gardel admitía que la Argentina ya no era el centro de su vida y su actividad profesional. Era una confesión reveladora.

 

El Mudo había descubierto, desde sus primeros viajes al viejo mundo, que para conquistar al público europeo, necesitaba establecer una imagen acorde al lugar que deseaba conquistar, sin perder aquello que lo había consagrado. De esta forma empezó a introducir en distintas actuaciones el smoking y el traje, esto junto a su extraordinario carisma y voz, le permitió llegar a un público más selecto, y entrar en otras esferas. Esta estrategia dio resultado primero con el éxito en París en el 28, y luego, cuando comenzó a actuar en lugares exclusivos.

Ya era exitoso en las salas parisinas pero el cine podía proyectar su imagen, y su voz, a todos los rincones del planeta. Y las oportunidades inmediatas comprendió el Morocho del Abasto se encontraban en el exterior. Las compañías cinematográficas norteamericanas estaban muy interesadas en conservar la hegemonía que habían ejercido desde un principio en el mercado hispanoamericano, y para ello estaban dispuestas a suplementar su producción estándar con producciones especiales en español. Hollywood ya estaba realizando algunos filmes en español. La poderosa corporación Paramount se inclinaba fuertemente en esa dirección, con estudios no sólo en Nueva York y California, sino también en Francia. La instalación francesa de la Paramount estaba en Saint-Maurice, un anónimo suburbio al sudeste de París. Producía filmes (o adaptaba bandas sonoras) en muchas lenguas diferentes, y algunas películas salían hasta en catorce versiones. Los críticos nunca han tenido una alta opinión del aporte de Saint-Maurice  al arte cinematográfico. No obstante, desempeñaría un papel importante en el proceso de transformar a Carlos Gardel en el más célebre astro cinematográfico de Hispanoamérica de los treinta.

Carlos Gardel

 

Viaje a Francia

El 6 de diciembre de 1930, Gardel y sus “escobas” partieron rumbo a Francia a bordo del Conte Rosso, llegando a Niza para continuar el viaje por tren hasta París. Era su tercer viaje en ese buque de la Lloyd Sabaudo. El 26 de diciembre actúa en el teatro Empire de París, donde nuevamente toma contacto con el público francés, presentándose en los espectáculos de ese Music Hall durante catorce días. Esta partida significó un viraje decisivo en su vida; en los años restantes regresaría sólo una vez a la Argentina.

En febrero Gardel viaja a Niza. A pesar de la Depresión económica, la Riviera continuaba siendo el centro de diversiones de los ricos y ociosos de Europa. Su temporada invernal atraía una horda cosmopolita de aristócratas, millonarios, acomodados y aún a la realeza Europea, como había ocurrido desde hacía  mucho tiempo. En marzo, el cantor tenía que actuar con sus guitarristas Barbieri, Aguilar y Riverol, en el Palacio del Mediterráneo, compartiendo los programas con la célebre Mistinguett. En ese lujoso Casino tiene la satisfacción de tratar personalmente con un genio del cine, Charles Chaplin; que en ese momento era uno de los principales referentes de la pantalla grande. El diario "La Razón" del 20 de febrero de 1931 comenta: "Carlos Gardel se halla al presente en Niza dando audiciones”

 

El matrimonio Wakefied

No es sencillo dejar afuera de esta historia al matrimonio Wakefield, especialmente a su esposa Sadie Wakefield, quien seguramente contribuyo desde varios puntos de vista, al posicionamiento de Gardel en las altas esferas, sabemos por la carta de Armando Defino al referirse a George Wakefield, “Este caballero conocía a Gardel desde su primer viaje a París, donde residía habitualmente” Y si atendemos el testimonio de Manuel Pizarro, “Gardel conoció a Sadie en uno de sus viajes a la Costa Azul, podríamos fechar este acontecimiento en febrero de 1929”

Tampoco es sencillo argumentar sobre los hechos, que han surgido desde los rumores, que realmente son muchos y variados, pero sí podemos afirmar de su amistad estaba bien consolidada. Gardel pasaba su tiempo en compañía de los Wakefield, y es probable que el Chrysler motor 12070 fuese un regalo de Sadie, o de la pareja, así como tantos otros regalos.

En la temporada del año 31 en Niza,  Gardel solía frecuentar Villa L’Oiseau Blue, el magnífico chalet que los Wakefield poseían en la avenida Cap de Croix, barrio de Cimiez. Esta finca, adquirida por Sadie y su esposo, era una propiedad espléndida con dos pisos, un gran jardín y cancha de tenis.
 

 

Chaplin llega a Niza, Gardel a las estrellas

La estrella de cine más célebre del mundo Charles Chaplin, que iniciaba un peripatético año lejos de Hollywood mientras gozaba de la gloria de su film “Luces de la ciudad”, había recibido los halagos de Londres y París. Luego de múltiples agasajos por el lanzamiento de su película, Chaplin, agotado, huyó a la Costa Azul a visitar a su hermano Sydney, y a un amigo, Frank Jay Gould, empresario propietario de los hoteles Majéstic Hotel y del Casino de Niza, donde Gardel tenía contrato para actuar. Gould utilizaba la figura de Chaplin para promocionar sus inversiones en la costa francesa. Tras el arribo a Niza el 4 de abril de Chaplin, Gould organizó una cena en su casino de Juan Les Pins. Sabemos que Chaplin estaba cautivado por la Voz del Zorzal y que en la cena lo invitó a compartir una botella de champan en su mesa. En la serie de fotos que se conocen se ve a Chaplin y Gardel en una charla amable.

No se sabe a ciencia cierta la fecha pero Sadie Wakefield, amiga de Gardel, luego organizó una gala en honor del cumpleaños de Chaplin, con unos cuarenta invitados. Fue ahí donde se trataron y se conocieron aún más. Mrs. Wakefield agasajó al gran actor inglés en su casa. May Reeves, una bailarina con quien Chaplin estaba iniciando un breve (y no publicitado) romance, describe así el episodio: “Había unos cuarenta invitados” [El cuarto estaba iluminado por lámparas chinas] “Chaplin estaba en muy buena forma. Un cantor argentino, acompañado por un guitarrista, cantó en su honor, mientras Chaplin, instalándose detrás del bar, se llevaba a la boca una enorme botella de coñac, y cortaba una torta gigantesca con un cuchillo descomunal” Más tarde, para deleite de los presentes, Chaplin improvisó algunos sketches cómicos, y es muy probable que Gardel acompañara la performance.

Todos estos festejos en la Rivera francesa, junto a la figura de Charles Chaplin, contribuyeron grandemente a afianzar más a Gardel dentro del corazón de todos los franceses, abriéndole las puertas de par en par. De allí en adelante todo sería más fácil. Quince días más tardes Gardel estaría filmando con la Paramount su primera película, dando así inicio al Cine Gardeliano Internacional.  Pero esta es otra historia que se las voy a contar en una próxima publicación.

Carlos Gardel Chaplin

Fecha de Publicación: 11/04/2021

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