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Caminito: de La Rioja a La Boca

Caminito ¿es un tango en honor a la calle o una calle en honor al tango? Te contamos la historia de su autor, Gabino Coria Peñaloza.

Es triste, pero las mejores canciones siempre surgen de un corazón roto. Quizás para demostrarnos que amar vale la pena, a pesar de todo. Esta la historia de Gabino Coria Peñaloza, un poeta enamorado que hizo arte de su pena. Esta es la historia de “Caminito”.

Todo comenzó en Olta, un pueblito de la localidad de Los Llanos, en La Rioja, en el año 1902. Gabino Coria Peñaloza estaba viajando desde Chilecito hacia San Luis cuando la naturaleza le jugó una mala pasada. O una buena. Una crecida del río lo dejó varado en Olta durante varios días, donde fue alojado por sus familiares. Mientras estaba allí, fue invitado a una tertulia en la casa de una familia acomodada de la zona.

No bien llegó al evento, algo en el salón lo deslumbró: un majestuoso piano de cola, el primero que había llegado a la provincia. Gabino quiso escuchar algo y, entonces, llamaron a la integrante de la familia que sabía tocar el instrumento. María irrumpió en el lugar como una aparición divina: el flechazo fue instantáneo. Durante los días que permaneció en Olta, vivieron un amor fuerte y fugaz. Con un solo testigo: el “caminito”.

Cuando el río volvió a su cauce, Coria Peñaloza debió marcharse, pero prometió volver. Y cumplió: regresó luego de un año, pero no pudo encontrar a María. Su familia, que la había prometido a otro hombre, la había enviado a otro lugar. Decían, incluso, que llevaba un niño en su vientre. Gabino nunca logró averiguar su paradero y se marchó con el corazón roto. Pero de esa desdicha nació un poema que se convertiría en unos de los versos más lindos de nuestro tango: “Caminito”.

Los dos caminitos

El verdadero “caminito” era un sendero rural de dos kilómetros que nacía en Olta y terminaba en el pueblo de Loma Blanca: ese era el que transitaba Gabino para encontrarse con amor. La mítica calle de La Boca, entonces, recibió su nombre en honor a ese tango. En honor a ese amor.

Desde que se fue,

triste vivo yo;

caminito amigo,

yo también me voy.

Desde que se fue

nunca más volvió.

Seguiré sus pasos,

caminito, adiós.

 

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