Un día como hoy, 3 de junio, pero en el año 1954, nacía Ángela Irene. En su nombre artístico agregaría el apellido Gola, que significa garganta. Lo que le daría el impulso para creer y crear a través de su voz. Ella nació en General Pico, y se convirtió en una referente de la música folclórica argentina.
De pequeña
Su trayecto fue largo, y afinando su voz, debutó en el escenario a los doce años. Lo hizo con una banda de jazz para cantar algunos temas beat. Luego cantó varios años en los carnavales. En 1975 se radicó en Buenos Aires para dedicarse al canto folklórico, impulsada por la gran Mercedes Sosa. Como siempre, La Negra Sosa, ya sabía identificar desde lejos la potencia de una gran artista.
En 1977 se consagró al ganar el Festival de Cosquín, interpretando la zamba “Cruz de quebracho” de Francisco Amado Berra y Miguel Ángel Gutiérrez. Para esa época ya había ganado sus seguidores y comenzó a creer en ella misma, apostando todo a su voz.
El primer álbum
En 1979 se relacionó con el pianista Ariel Ramírez y de ese encuentro surgiría su primer álbum. La dupla supo potenciarse mutuamente y de ese encuentro nacieron dos versiones que marcarían el escenario musical nacional. Son las versiones del chamamé “Santafesino de vera” y la zamba “Volveré siempre a San Juan”, ambas de Ramírez. Pero que con la voz de ángel de la cantante, se convertirían en himnos.
Potencia colectiva
En 1982, Ángela lanzó su segundo álbum La cantora de Yala, en el que canta entre otros la zamba que da nombre a la placa, obra de Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla. Además, en ese álbum suena para llegar a todo el país “La tonada jamás morirá”. Esta última fue compuesta especialmente para el disco por parte de Oscar Cacho Valles y Ernesto Villavicencio. Es que el trabajo cooperativo y colectivo es una parte fundamental del folklore argentino.
Para la época, también se encontraba presentando simultáneamente el espectáculo Así nos gusta junto a Eduardo Lagos y Domingo Cura. Ya para la segunda mitad de los años ochenta creó el espectáculo Canción de caminantes, con Domingo Cura, Zamba Quipildor, Cacho Tirao y Chiqui Pereyra.
Mujeres del folklore
En los primeros años de la década de 1990, presentó la obra conceptual Mujeres argentinas junto a Marián Farías Gómez. Era una obra de Ariel Ramírez y Félix Luna, que Mercedes Sosa había grabado en 1969 y el espectáculo Latinoamérica es Mujer. Esto funcionaría como punto de unión y momento bisagra del folklore nacional. Tres años más tarde, apareció Ángela Irene, su tercer álbum, esta vez como CD. Entre los temas del mismo se destacan las versiones de la chacarera “Cachilo dormido” de Atahualpa Yupanqui.
Lo demás es historia
Llegó a cantar y grabar con diversos artistas de renombre. Pedro Aznar, Luis Salinas, Raúl Carnota, Domingo Cura, Alejandro Carrizo, Néstor Soria y Lucho Hoyos. Entre miles de artistas más que apostaron a su esencia. Sobre la suerte de su vida, supo reflexionar alguna vez:
"Canté con todos los que admiré en mi vida. No con Atahualpa, pero lo conocí. Mi función ahora es pasarles la posta a los chicos. Hoy me siento referente de los más chicos. No se necesita ser famoso para ser referente. Tengo esta obligación porque tuve la suerte de haber tenido los consejos de Tejada Gómez, de Lima Quintana y de músicos maravillosos. No solo los conocidos".
El estilo de los ángeles
Ángela Irene tiene un estilo de cantar que ha sido definido como sobrio y cuidado. Su cancionero busca evitar los contenidos sensuales o eróticos que caracterizan algunas expresiones modernas de la canción folclórica. Eso es lo que la caracteriza y la lleva al corazón de todos los argentinos.
Esta artista es dueña de una técnica estricta de afinación. Se define como una cantante comprometida, y esto la hace integrante de la juventud que en los años setenta soñaba cambiar el mundo. Para ella y muchos más, Latinoamérica es un gran país. Para nosotros y muchos más, Ángela es una gran cantante. Por eso, le deseamos feliz cumpleaños.
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.