¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Sábado 25 De Marzo
“No importa con qué ideario; no importa si consciente o no de la seria crisis que estaba padeciendo la integridad argentina; no importa por qué caminos; no importa en qué nivel de arte, propiedad y oficio; no importa si lúcido del todo o del todo intuitivo, don Andrés Chazarreta acometió, realizó y llevó hasta sus extremos una empresa de incalculable beneficio para la restauración del espíritu nacional.... No fue el único promotor ni estuvo solo; pero si se mide la grandeza por la eficacia, don Andrés Chazarreta, modesto en todo, fue grande sin condiciones y la posteridad debe reconocerle el título de benemérito de la nacionalidad”, afirmaba en los cuarenta el pionero nativista musical Carlos Vega sobre un músico y compositor santiagueño que continuaba siendo discutido en cuanto a sus valores artísticos. Aún retumbaban los prejuicios como cuando en Tucumán, en 1911, le prohibieron actuar en un teatro porque “los sucios pies de sus paisanos iban a ensuciar la madera donde actúan los artistas” Nombre capital en conservar la Tradición, el primer borrador de la Historia, Chazarreta no sólo compiló cientos de zambas, chacareras, gatos, entre varias melodías telúricas, sino que remozó danzas extinguidas como el pala pala y el escondido. Y en esa tarea de “modernidad primitiva”, Chazarreta presentaba espectáculos que remitían a la campaña del Martín Fierro pero utilizaba las herramientas de la sociedad de masas del siglo XX, la publicidad de sus giras en revistas y diarios, los programas de radio, las industria discográfica y hasta el cine. Empresario, músico y artista, el primero en el folklore profesional con la Compañía de Arte Nativo, Chazarreta abrió los surcos para que los Yupanqui y Mercedes cantaran y cantaran hasta que las velas no ardan, “Para tus tardes te quiero dar/Esta zambita linda/Como tus ojos santiagueña”
"Cuando el 29 de mayo de 1876 nacía Andrés Chazarreta - Día Nacional del Folklorista Argentino desde 2011-, podríamos preguntarnos, ¿qué maravillosa conjunción de astros tuvo lugar aquel día sobre el boscaje y los llanos de la vetusta tierra santiagueña con su pasado romántico y pródigo? ¿Qué seculares divinidades quechuas recorrían por aquella fecha los solitarios paisajes provincianos en busca de un recién nacido para soplarle en los oídos y en la boca el aliento que inspira, la fe que impulsa, el amor que inmortaliza?" decía en un homenaje de 1953 la poeta Chita de Amaya, citado en www.andreschazarreta.blogspot.com, en una tarde que la acompañó la recitadora santiagueña Isabel Farías Gomes, madre de los folkloristas Chango y Marián Farías Gómez. Chazarreta quedó huérfano de progenitora a los cuatros años y fue criado por su abuela y sus numerosos hermanos “La niñez y la adolescencia de Andrés Chazarreta transcurren en circunstancias nada extrañas en la biografía de un músico popular –anotaba Vega- Niño instintivo, ejecuta sin discriminación y sin profundidad lo que oye en torno; durante la adolescencia es músico de oído y continúa apegado al repertorio tradicional lugareño; después, el estudio del solfeo –unos meses con Octavio Esteban- y el consiguiente conocimiento de las danzas de salón y de la música superior, alejan al artista de su música local. Aunque en Chazarreta toda esta evolución se produce más tarde que de ordinario; la suya es una evolución ordinaria. Lo que no es común, lo que no se produce porque sí en todo tiempo, es el posterior retorno a las tradiciones nacionales, y mucho menos, cuando la ambición del país busca en Europa con entusiasmo sus modelos artísticos, sus costumbres, sus modas”, sentencia el investigador, de un rasgo de originalidad, cuando toda Argentina soñaba ser París.
Egresado de maestro en 1895, fue director de escuelas de San Fernando, La Merced y el Círculo de Obreros, a los pocos años comienza su tarea de inspector de escuelas del Consejo de Educación de Santiago del Estero. En su carácter de funcionario público, Chazarreta hizo varios viajes por la campaña, y en los pueblos se encontró con los grandes músicos populares —arpistas, violinistas, bombos— y con la plenitud de los repertorios tradicionales, aún en la memoria de los mayores. Visitaba a los músicos en sus propios pueblos y los convocaba para pequeñas audiciones privadas, mientras anotaba aquellos sonidos y pasos de antaño –de allí saldría unos de sus primeros éxitos, la puesta en pentagrama de “Zamba de Vargas”, una canción anónima que recuerda el enfrentamiento en La Rioja de 1867, entre las montoneras de Felipe Varela y el ejército nacional. En la mente de Chazarreta iba formándose un espectáculo inédito. Además tenía otras inspiraciones que iban hacia la idea de un espectáculo total vernáculo, que aúne varias artes, danza, teatro, música, "el detalle que me movió hacia el folklore fue la lectura de Martín Fierro, Santos Vega, Pastor Luna, Juan Cuello, Juan Moreira, y la representación de esos [dramas] en los circos, donde "Pepino el 88" cantaba canciones criollas, y también la presentación de una compañía mexicana en el teatro «25 de Mayo», lo que me sugirió llevar al teatro una compañía argentina", las palabras de Chazarreta. Mientras tanto se gana la vida dando clases de guitarra y mandolina, que como la mayoría de los instrumentos, aprende sin maestro. En un momento de temporaria cesantía de su trabajo en las escuelas, inicia en 1906 la publicación de los primeras canciones recopiladas, que en los primeros meses de 1911 se acrecentarán con la difusión de unas cuarenta canciones, y la publicación de seis danzas sueltas; la “Zamba de Vargas” —nueva edición y definitiva-, “Mañana de mañanita”, chacarera; El Gato (sin título); “Flor del aire” zamba; y “El Escondido”, todos títulos hoy clásicos en el cancionero popular.
En esos primeros meses de 1911 Chazarreta decide dar el gran salto y ajusta los detalles de su compañía, en la casa santiagueña de la calle Mitre al 100 –hoy Casa Museo- Deseoso de tener un experimentado cuerpo de baile, convoca a bailarines que superan los cincuenta, real paisanada, y una avezada orquesta, que fue puliendo en los bailes de la alta sociedad santiagueña, y pequeñas presentaciones para los paisanos de las comunidades agrícolas del norte de su provincia. En su primer ensamble musical tendría dos arpas, tres violines, un par de mandolines, tres guitarras, un cajoneador, y lo acompañarían el arpista ciego Domingo Aguirre; Baltasar Gallardo, también arpista y ciego; Eusebio More, cantor y violinista, entre otros músicos casi encontrados en las últimas pulperías. Ellos formarían su primer Conjunto de Arte Nativo, compuesto por 30 personas, entre ejecutantes y bailarines. Cuando iba a presentarse en el recientemente inaugurado Teatro 25 de Mayo de su ciudad, en un esfuerzo que iban los ahorros, recibe la notificación de la municipalidad, “El poder ejecutivo no ha hecho lugar a su solicitud…manifestando que dicho coliseo está destinado para que actúen las compañías de primer orden solamente” Quizá alguien avisó que bailaban en chiripá, en patas, o botas recién usadas en el arreo de vacas.
No baja los brazos Chazarreta y consigue el escenario del popular "Pasatiempo del Águila" A las 21.20 del 15 de julio de 1911, día y hora oficial del nacimiento del folklore contemporáneo en Santiago del Estero, salió la compañía en cuadro vivo. Los diez y seis bailarines en traje de carácter, formaban en parejas, algunas sentadas, en dos filas; atrás, de pie, la dilatada hilera de músicos. Al fondo, la escenografía a base de un rancho, la "troja" y el quimilí santiagueño, creación del pintor Luis Fraternalli. Unos segundos de silencio, suspenso, y luego, un estruendoso aplauso que atrona en la sala, con varios “Viva la Patria” Los músicos arremeten con “Zamba de Vargas”, y fue tal la respuesta que entre el ruido ensordecedor, y público bailando malambo en los pasillos, poco escuchaban los danzantes a la orquesta. El liberal diario Siglo, dijo unos días después, "A nadie se le oculta que la inspiración del señor Chazarreta al organizar esta Compañía ha tenido un éxito colosal, por lo que merece felicitaciones; pero debemos anotarle también deficiencias en la organización. Por más que se haya querido representar nuestras tradiciones, según las cuales es frecuente ver bailar en la campaña a personas de edad avanzada, en el escenario produce mal efecto la presencia de ancianos de verdad que puedan ser muy bien reemplazados por medio del arte. Las Compañías Teatrales son tanto más interesantes cuanto mayor sea la juventud, lozanía y belleza de sus componentes; y aquí tenemos elementos que reúnen todas estas condiciones y no debe prescindirse de ellos en detrimento de la fama de los santiagueños y del buen gusto artístico… El suceso provocó dos llenos, dos enormes llenos, como no se ha visto nunca en el Pasatiempo del Águila", cierra con sesgo discriminatorio pese a la alabanza. Sería sin embargo el preanuncio de exitosas giras por el Noroeste, en temporadas que Chazarreta aprovecha para recuperar melodías ancestrales de la Puna, Cuyo y Tucumán “La música criolla, llenar de ternuras, ayes y languideces, tiene, pues, en nuestros paisanos, una fiel interpretación”, dirían las críticas en el diario Porvenir, que destaca la fidelidad en la reproducción de las tradiciones, sin advertir cómo Chazarreta había llevado modernidad en la manera de transmitirlas, en arreglos o puestas.
“Viene alguien o sé yo de alguno que conoce algún baile o canto que oyó a sus padres o cuando era chico. Me lo cuenta y yo lo transcribo al pentagrama, puliéndolo, limándolo, pero siempre conservando el tema y el ritmo del original. Lo que más me cuesta es, muchas veces, la introducción que generalmente es obra mía y que tiene que ser como de una sola pieza con el resto. Así he arreglado, transcripto o compuesto más de trecientos cincuenta piezas…”, admitía el músico de su trabajo en 1938, cuando su nombre era ya bastante conocido desde su inclusión en los discos con temática nativista, “Primer álbum en homenaje del Centenario de la Independencia” (1916) y “Segundo Álbum” (1920), ambos que vendieron miles en toda la república.
“Al contemplar la escena del Politeama, comprendí que estábamos en aquella penumbra deleitable de la emoción colectiva que es el folklore, cuando el espíritu humano va a salir de la realidad para transfigurarse en las esferas del arte”, aparecía en “El coro de las selvas y de las montañas" con la firma de Ricardo Rojas en el diario La Nación, el 18 de marzo de 1921, el escritor tucumano, criado en Santiago del Estero, fue un fuerte impulsor del nativismo representando en el músico, a quién el mismo músico reconoce de inspiración para sus espectáculos por su libro “El país de la Selva” (1907), sumados al teatro criollo y los ballets rusos, “Al comenzar la función, el cuadro vivo, antes inmóvil, se animó de voces y movimientos. La forma cobró un alma. La fila de personajes avanzó con paso lento hacia el auditorio, precedido por la cantora Patrocinio Díaz, que entonaba con voz penetrante los versos de una vidala, coreados por aquella masa hombres y mujeres, como en un drama primitivo. Algunos traían la caja de las fiestas, percutiendo lánguidamente el ritmo de la marcha y de la canción. La tierra antes muda adquiría lenguaje, entrando en la historia por la palabra del hombre….Por eso, al oír aquellas músicas del Politeama, se me humedecieron de emoción los ojos, porque me parecía que llegaban ya los días de la promesa, los días de un arte abrevado en los hontanares de nuestro pueblo, tal como tantas veces me lo había anunciado allá en mi tierra aquel coro como de las selvas y de las montañas”, cerraba emocionado el futuro rector de la Universidad de Buenos Aires, de la primera de una serie presentaciones en el mítico teatro porteño de Corrientes y Paraná, donde fue la primera puesta del Juan Moreira de los hermanos Podestá, primer telón del teatro argentino. Se estimó que en los diez días iniciales, desde el 17 de marzo de 1921, fecha parteaguas de la música popular, casi 15 mil personas vieron enfervorizados los certeros pasos de malambo de Narcisa Ledesma “la Vieja Clodomira”, del zapateo de Antu Puncu –apodo del atamisqueño Antonio Salvatierra-, o del registro impactante de la soprano santiagueña Díaz; gracias al apoyo logístico y financiero del empresario italiano Antonio Mauri. La Compañía de Arte Nativo, aquellos realmente gauchos y chinas, acompañados por guitarras, bombos, mandolín, arpa, flauta, cerraba la función con el propio Chazarreta, y la eximia ejecución en guitarra de su vals “Santiago del Estero”
“El debut de la Compañía de Arte Nativo en Buenos Aires abrió camino a una serie de giras nacionales. El primero de estos viajes, que duró desde junio de 1921 hasta febrero de 1922, llevó a Chazarreta y su compañía virtualmente a todas las ciudades argentinas –detalla Reder Carlson- Empezando en el Teatro Olimpio de Rosario en junio, el ensemble actuaba en el Teatro de Novedades en julio, el Teatro 25 de Mayo de Santiago y el Teatro Alberdi de Tucumán en setiembre, el Teatro Mitre de Jujuy en octubre, el Teatro Apolo en diciembre, y una serie de ciudades agrícolas importantes de la provincia de Buenos Aires en enero y febrero de 1922. Durante la década siguiente, la Compañía de Arte Nativo continuaba actuando en el circuito de teatros que había trazado en 1921/22, ampliándolo para incluir escenarios en las provincias de Mendoza (1923), San Juan (1923), y Salta (1929), y dejando a muy pocos centros urbanos argentinos sin la oportunidad de tomar contacto con ella por lo menos una vez. Cuando la compañía original se disolvió a mediados de los años treinta, había visitado Buenos Aires cinco veces (1921; 1924; 1925; 1929), Tucumán cinco veces (1921; 1924; 1926; 1932; 1933), y Santa Fe cuatro veces (1921; 1923; 1925; 1929). Córdoba había recibido tanto como siete visitas (1921; 1923; 1925; 1927; 1929; 1930; 1932)”, una influencia persistente de Chazarreta que derivaría en las Características y la explosión del folklore en los cuarenta, no solamente en Buenos Aires, que fueron vistos como una curiosidad, a la espera de las peñas y bailables después de 1945, sino en el Interior, especialmente para la música cordobesa. Entre gira y gira vuelve el artista a su Santiago querido a componer, incluso algunos tangos camperos “El Kakuy”, “Santiaguito” y “Runa Uturungo”, y en su piano juguetea en los veinte un tal Marianito Martínez, o más famoso luego, Mariano Mores.
En los continuos viajes a Buenos Aires, Chazarreta comienza a percibir el agotamiento del modelo de giras apoyado en teatros, que empezaban a reconvertirse en cine, o desaparecer, en los pueblos. Por eso apunta a un acuerdo con la filiar local RCA, quienes continuaban la línea de contratar a artistas folk en Estados Unidos después del Crack de 1929, más baratos que otros rubros, y sería una de sus caras por 35 años. Artista exclusivo realizó números trabajos discográficos y se estima que a fines de los treinta había vendido medio millón de copias en 78 RPM –pueden parecer pocas pero recordemos que hasta bien entrados los 1970 aún se podían observar en los pueblos a las victrolas, una tecnología ideal sin electricidad en zonas alejadas. Y allí estaba uno, o más acetatos, de Don Andrés, seguro, los clásicos inoxidables de “La Telesita”, “La Atamisqueña”, “La Doble”, “El Triunfo”, los gatos “El Gato Cordobés” y “El 180,” y la zamba “La Criollita”
La radio también fue otra veta explotada por el músico empresario en los treinta, tan importantes como los discos de pasta, y son los momentos en que forma la instrumental Orquesta de Arte Nativo. Chazarreta se une a los memorables programas radiofónicos de “Chispazos de Tradición”, creados por José Andrés González Pulido, y participa con su conjunto en Radio Nacional, Belgrano, El Mundo y Stentor. Allí conoce a otro paisano, Homero Manzi, con quien compondría la “Zamba Cañaveral”, para la película “La Casa del Recuerdo” (1940) con Libertad Lamarque, y quien diría sobre el compositor de “Mi pueblo querido”, “Andrés Chazarreta afirmó su arte en amor por la naturaleza. Es que el santiagueño ama, en primera instancia, a la tierra. Tiene una patria chica para ubicar su corazón, el pago de la castilla o el llajta de la quechua. Buenos Aires vivía sorda a la belleza que destilaba este pueblo mediterráneo en la silenciosa colmena de su vida espiritual. Y un día, hace muchos años, inesperadamente llegó…Y los santiagueños que aquí estamos, cerraremos los ojos para volver en musical transporte al pago lejano que no podemos olvidar y donde lucha un pueblo duro, olvidado y lleno de valores espirituales, en medio de un paisaje severo y hermoso. Y en la voz de las vidalas reconoceremos el arrullo de la urpila, despenadora impenitente de las tardes, cuando se abren en colores pálidos las flores del cardón; y reconoceremos en cada danza, en cada ritmo, un pedacito del paisaje agreste, donde ponen adorno los algarrobos; donde cantan las hachas mordiendo la carne dura del quebracho; donde se sufre, se trabaja, se ama, se baila y se canta”, cerraba el letrista de “Sur”. Chazarreta además incursiona en cine con personajes santiagueños, gauchos y músicos en “El Linyera” (1933), inspirada en la obra del director, el escritor Enrique Larreta, y con música y asesoramiento en “Malambo” (1941), rodada por Alberto de Zavalía.
A partir de los cuarenta vuelca toda su experiencia docente en la fundación del Instituto del Folklore –que llegó a tener 72 sucursales a lo ancho y largo de la Nación-, la Escuela de Danza y Orquestal de Buenos Aires, orquestas folklóricas de niños y jóvenes, y decenas de conferencias públicas en Argentina, Paraguay y Bolivia, y que ilustraba con su orquesta, como la recordada en el Teatro Ateneo de Buenos Aires en 1954. En los diarios y radios ya se lo presentaba como el “Patriarca del Folklore” Funcionario en la Casa de Santiago del Estero en Buenos Aires, el 11 de octubre de 1956 se despide de los escenarios en el Teatro Casino de la Capital Federal, y entrega la batuta de su orquesta a su hijo Agustín. El correntino Osvaldo Sosa Cordero se refería ese día al trabajo de don Andrés, iniciado medio siglo antes, "En las bodas de oro con tu obra, viejo querido, llegas con la cabeza blanca como un copo de nieve, pero con el cuerpo y el alma en plena juventud y lleno de gloria. Dichoso de Agustín que la comparte, ya que dejas toda esa obra en sus manos. No cualquiera tiene la dicha de recibir herencia semejante", sentenciaba el poeta de un legado que es patrimonio de los argentinos. Fallece en Santiago del Estero el 24 de abril de 1960, “Chazarreta fue el primero que difundió masivamente el folklore del norte argentino –en palabras finales de Alen Lascano- Lo que representó una verdadera hazaña”, una que insuflaron en Don Andrés los duendes, y hadas quechuas, esas misteriosas, amorosas, y que habitan el país de la Selva y la Montaña.
Fuentes: Alen Lascano, L. Andrés Chazarreta y el folklore. Buenos Aires: Centro Editor de América. 1972; Latina; Vega, C. Panorama de la música popular argentina. Buenos Aires: Losada. 1998; Reder Carlson, J. ¿Una modernidad primitiva? Andrés Chazarreta, el folklore argentino y los medios masivos de comunicación en Letra. Imagen. Sonido L.I.S. Ciudad mediatizada Año IV, # 9, Primer semestre 2013, Buenos Aires; www.andreschazarreta.blogspot.com
Fecha de Publicación: 29/05/2021
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