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La polilla de la vid –Lobesia botrana–, detectada por primera vez en la Argentina en el 2010, es la principal plaga de la vitivinicultura, aunque también puede representar un problema para el olivo. Los daños van desde disminución en la calidad de las uvas de mesa hasta pérdidas totales en la producción.
Marcela González, entomóloga del INTA Mendoza, indicó que, posiblemente, el intercambio de estacas, plantines, maquinarias agrícolas y hasta el turismo, con zonas afectadas de Chile, favorecieron la entrada del insecto en los viñedos mendocinos.
“El ingreso de esta polilla provoca graves daños en la viticultura debido a que genera una disminución marcada en la calidad de la uva de mesa –por las heridas que produce en los granos– y en uvas para vinificar –provocando malos aromas y sabor–”, expresó González.
Un estudio del INTA Mendoza sobre la biología y el comportamiento del insecto resulta clave para poder definir métodos y momentos óptimos para el control eficiente. Mediante el seguimiento de la plaga se pudo determinar que tiene tres ciclos biológicos por año.
Durante el inverno la polilla permanece como pupa o crisálida bajo la corteza de las cepas –plantas de vid–. En septiembre, con el aumento de las temperaturas, emergen las mariposas e inician el primer vuelo.
Con la primavera aparecen las mariposas –adultos– y hacen la primera puesta que varía entre 50 y 80 huevos. A los 6 días, se observan las larvas del primer estadío. Esta primera generación sólo come flores por lo que los daños no son considerados importantes.
A partir de esta instancia el proceso se repite: las orugas forman un capullo sedoso o crisálida, empupan sobre las hojas y salen los adultos en vuelo. “La diferencia –aclaró la especialista– está en los daños que producen. En la segunda generación las hembras ponen los huevos sobre las frutas verdes y en la tercera sobre las maduras, lo que causa daños irreversibles sobre la producción”.
El INTA, junto al Senasa y el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (Iscamen), trabajan para definir e implementar medidas preventivas para evitar el ingreso y la dispersión de plagas y enfermedades.
“Se iniciaron actividades de inspección de plantas en búsqueda de pupas. En primavera, se colocarán sistemas de trampas que atraen insectos para detectar la presencia de la polilla”, señaló González, quien además aseguró que esa metodología les va a permitir actuar rápidamente para detener el avance.
Por otro lado, la técnica del INTA Mendoza, recomendó a los productores no realizar aplicaciones preventivas debido a que la plaga está en estado latente como pupa debajo de la corteza, y no hay ningún producto que pueda afectarla.
“Es importante que recorran los lotes y observen con detenimiento los racimos”, remarcó González, quien también explicó que la presencia de la plaga se hace visible debido a la oruga emite hilos de seda entre varios granos agrupándolos, además de las perforaciones y granos vacíos.
Fuente: Info INTA
Fecha de Publicación: 05/02/2020
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