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Trabajar para comer

Es la cultura que buscan inculcar en la Fundación Carmela Fassi, la cual les da de comer a 1100 personas. La visitamos y hablamos con sus hacedores.

En el Parque Industrial de Las Heras, donde están instaladas fábricas de diferentes rubros, también hay espacio para una fundación. Se trata de Carmela Fassi, en honor a una tía de Martín Cacciavillani, nuestro entrevistado. Martín nos explicó que su madre comenzó con la solidaria tarea de darles de comer a los que menos tienen. “En Fundación Carmela Fassi hace 20 años que realizamos diferentes tareas”.

Carmela Fassi era la hermana de su madre, y padecía discapacidad intelectual. Por eso, la Fundación asiste a personas con esas condiciones y que, además, están en contexto de vulnerabilidad económica y social. “Este año estamos con un voluntariado con el que cocinamos los sábados para 1100 personas con dos organizaciones más que son ALIMENDAR y un grupo de Boys Scouts. Esa actividad la llevamos a cabo gracias al aporte de muchìsimos voluntarios y donantes”.

Otras actividades

“Además, trabajamos con muchos proyectos que van de la mano de lo que es el cuidado del medio ambiente. Tenemos un sector de huerta orgánica donde hacemos un fertilizante orgánico que es el humus de lombriz. También estamos con la producción animal y con nuestro invernadero donde desarrollamos plantas autóctonas de escaso recurso hídrico”. 

Haciendo un poco de historia, Martín recuerda: “Este proyecto lo empezó mi madre en los 2000. Para ella era un sueño del que nos contagiamos con mis hermanos. Es parte de nuestra vida”. Mientras que, en cuanto a la altruista tarea que desarrolla, comenta: “Es el poder ayudar, no quedarnos de brazos cruzados y no quedarnos en la crítica. Si me voy a poner a criticar, trato de hacer algo y predicar con el ejemplo. Hay que trabajar y ayudar realmente al prójimo”. 

Talleres de capacitación

Carolina Cacciavillani está a cargo de la parte docente de la Fundación: “La fundación brinda un servicio que es el Centro Educativo que tenemos. Trabajamos con jóvenes y jóvenes adultos de entre 14 y 50 años con discapacidad intelectual y vulnerabilidad social. Se brindan diferentes talleres, todos relacionados al medio ambiente. En este momento, por la pandemia, estamos acompañando a los chicos y a las familias en formas virtual y presencialmente”. 

Pero, además, el objetivo es que lo que se aprende en la Fundación se traslade al ambiente doméstico. “La idea es que haya una transferencia de todo lo que se realiza acá. Donde haya una mayor autonomía para que ellos puedan desenvolverse e insertarse socialmente”. 

La diferencia principal con otras fundaciones es que en Carmela Fassi buscan incentivar la cultura del trabajo. “Desde la institución, volvemos y valoramos la cultura del trabajo. Acá no se regalan las ayudas. Acá los chicos vienen, trabajan y se lo ganan, así se dignifica la mano de obra. Nuestro valor agregado es que la sede fue construida por nuestros voluntarios”. 

Toda ayuda es bienvenida

Martín nos contó que darle de comer a tanta gente no es fácil. Algunos ingredientes salen de la propia huerta. Pero otros son producto de donaciones. Y no solo de ingredientes y materia prima, sino también de las sobras que muchos tirarían. Ellos reciclan y hacen alimentos ricos y nutritivos. “El otro día me traje un cajón entero de zapallitos zucchini de la feria. Lo estaban por tirar porque estaban amarillos”, recuerda. Además, reciben el cuero de chancho y los huesos de las carnicerías que, luego de un meticuloso trabajo, logran pelar y obtener kilos de carne.

Por último, en caso de querer ayudar, pueden buscar a la fundación en las redes sociales, bajo el mismo nombre. O contactarse con Martín al 2615401444.

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