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Martín Miguel de Güemes: el Padre de los Pobres

El Hacedor de la Guerra Gaucha es mucho más que el héroe de la Independencia. Una breve biografía del gobernador salteño admirado por San Martín y Belgrano, odiado por los poderosos.

Historia
Güemes

Cada 17 de junio a los pies de bello monumento en la Quebrada de la Horqueta se reúne miles en la Guardia bajo los Estrellas. Festividad popular que reúne, entre zambas y bailes en la veredas, a gauchos de la Puna con los salteños de la ciudad, en un momento de comunión que seguramente hubiese alegrado al homenajeado, Don Martín Miguel de Güemes. Porque además de un intrépido militar, líder de los Infernales, este criollo del Nuevo Mundo tenía una ideario político que plasmó en la integración de los sectores marginados, gauchos y esclavos, en la marea del país en armas que fueron estas tierras en las luchas independistas. Soberanía y unidad entre compatriotas fueron las máximas aspiraciones políticas del salteño, “cuándo llegará el día -expresa Güemes en carta a Álvarez Thomas, en una cita de Lucía Gálvez- en que veamos reunido nuestro Congreso compuesto de sabios y virtuosos que formen una Constitución libre, dicten sabias leyes y terminen con las diferencias…Ese será el término de la revolución, porque cuándo la soberanía está repartida en todos no puede haber ni orden, ni gobierno, ni libertad, ni soberanía sino una anarquía y una interminable guerra civil” Aquí una de las claves de su asesinato en 1821 y que terminó con un sueño gaucho. Al tiempo que terminaba el sueño gaucho-guaraní de Artigas, un triste, no solitario, final de Güemes que escribía a Belgrano en 1818, “¿cómo no he de alabar la conducta y la virtud de los gauchos? Ellos trabajan personalmente y no exceptúan ni aún el solo caballo que tienen, cuando los que reportan ventajas de la revolución, no piensan en otra cosa que engrosar caudales”

Don Martín conocía bien de qué hablaba. Había nacido el 7 de febrero de 1785 en el seno de una familia acaudalada de Salta, descendiente por la madre Magdalena del fundador de Jujuy. En su sangre corría por igual sangre española y criolla pero en la campaña adolescente aprende Martín con “esos hombres mansos pero recios y curtidos que introducen al “patroncito” en las maneras y costumbres de la vida” De ellos aprende todas las tareas de campo: enlazar, arrear ganado, domar un potro o avanzar a la carrera un monte. Una experiencia que marcaría su vida tanto como la defensa de Buenos Aires en las Invasiones Británicas, cuando contaba ya con un sólida formación militar en la custodia del Virrey, y una instrucción avanzada en matemática y dibujo. En 1806 aborda a caballo durante la marea baja a uno de los barcos ingleses, La Justina, siendo reconocido por sus pares en el grado de teniente, entre ellos uno de sus futuros grandes amigos, Juan Martín de Pueyrredón.

Güemes lleva a Salta las novedades de la Revolución de Mayo. Y en junio de 1810 organiza 60 jinetes que aguijonean a los realistas, quienes planean la reacción desde Potosí. El joven teniente inicia una guerra de “partidarios”, luego denominada guerra gaucha, que se extendería diez años en el área de Tarija a Tucumán. Para apoyarla crea tal vez el primer servicio secreto argentino, “Los Bomberos de Güemes”, una hábil red de espionaje, gauchos, mujeres e indios especialmente, que hacen agua todo el frente de un ejército español que nunca sabía de dónde venía el tiro.  Participa activamente con sus escuadrones salteños y divisiones de tarijeños en la triunfo de Suipacha, esencial para evitar al aplastamiento de los insurrectos porteños, aunque una serie de desavenencias estratégicas con el mando de Juan José Castelli derivan en la expulsión del ahora capitán. No será la primera vez que el ejército patriota apartará a Güemes, un poco en rechazo de su conocida altanería, en el caso de Belgrano -luego, un gran amigo-; otro por envidia, José Rondeau -luego, enemigo- Solo la prédica de Manuel Dorrego y San Martín, que comprendían en la gesta Libertadora la importancia de Güemes y sus “bizarros patriotas campesinos”, como les decían en Buenos Aires, , consiguieron que sea reconocido en las fuerzas militares independentistas.

 

¡Todo el poder a Guemes!

Mientras el Ejército del Norte era despedazado por los realistas en Vilcapugio y Ayohuma e invadían Salta y Jujuy, Güemes estaba en Buenos Aires desplazado pero haciendo un enorme amistad, José de San Martín. Cuando regresan al Norte juntos en 1814, Güemes siente que esa “tierra está llena de mi nombre” y que los paisanos bravos que siguen patrullando la Quebrada de Humahuaca no olvidaron a uno ellos, a pesar de que él usa bombachas de seda. Desde febrero a noviembre enlaza victorias contra un rival numeroso y mejor pertrechado, La Pedrera y Tuscal de Velarde algunos de decenas de enfrentamientos con los realistas comandadas por Pezuela y Saturnino Castro. El Libertador lo declara “Benemérito” en agradecimiento de sus servicios a la Patria, y lo promueve a coronel, en simultáneo a las reconquista de Salta y Jujuy. Triunfa en abril de 1815 en Puesto de Marqués y solicita a Rondeau perseguir a los derrotados, al mismo general porteño quien meses antes afirmaba “son bastante notorios los servicios que ha hecho al Estado el comandante general de avanzadas don Martín Miguel de Güemes en el bien combinado plan de hostilidades que han sostenido constantemente (ideado por Dorrego, San Martín y el propio Güemes),  y con honor a las armas de la patria, en todo el tiempo que ha ocupado el ejército enemigo en las plazas de Salta y Jujuy” Pero ese año las tensiones entre los soldados de línea y los gauchos y esclavos, que en tiempos de guerra se libraban de las cadenas de los arriendos y los señores, hacen eclosión con la injustificada detención del pardo Panamá, Vicente Martínez, capitán de la división de los Gauchos de Línea. Martín Rodríguez y Güemes se trenzan en gresca epistolar, “no seré capaz de desatenderme de la justa defensa de estos héroes”, Güemes; “¿Quién es Usted señor comandante de gauchos para apercibirme?”, Rodríguez. El final fue un nuevo desplazamiento ordenado por Rondeau, que era el jefe máximo debido a la retirada de San Martín a Cuyo, en los preparativos del Cruce de los Andes y la liberación de medio continente. En el fondo estaba la lucha entre el nuevo orden de la elite porteña y los ideales revolucionarios de igualdad y libertad de Mayo. Cuando solamente el Río de la Plata era el foco de la emancipación en América Latina, y un poderoso ejército que había batido a Napoleón se aproximaba desde Lima, un anticipo cruel, además, de civilización versus barbarie.

Llegado a Salta, y tras el robo de 700 fusiles para “los gauchos”, Güemes es ungido por clamor popular en el Cabildo de Salta, cuyos representantes aprueban la moción no sin ciertas reticencias. Güemes era uno de ellos, un rico hacendado,  pero no lo era, “era adorado por los gauchos, que no veían en su ídolo sino el representante de una ínfima clase, al protector y Padre de los Pobres, como lo llamaban, porque es preciso decirlo, al patriota sincero y decidido por la independencia: porque Güemes lo era en alto grado”, bosqueja el General Paz en unas líneas de sus célebres memorias, una insólita mezcla de admiración y desprecio.

Conoce Martín a Carmen Puch, la “divina Carmen” en palabras de los oficiales porteños, hija de una aristocrática familia salteña aliada a los patriotas, y se casa con ella a mediados de 1815, con dos vástagos, Martín y Luis. Es importante destacar que Martín se enamora de Carmen y no sigue la tradición de los matrimonios arreglados, en un gesto más de una mentalidad revolucionaria incluso en las costumbres.

En sus tareas de gobierno debe enfrentar un creciente malestar de comerciantes y hacendados, entre cansados de la imposiciones fiscales de la guerra, y temerosos de la movilidad social de las clases humildes. El partido Patria Nueva, conformado por hijos de ilustres salteños, exige mayores libertades de comercio, en pos de recuperar la centralidad económica del NOA en la época colonial, y un llamado a la desmilitarización de la población, que veía una puerta de entrada a sus derechos en la guerra interminable. Acusaban de verticalismo y demagogia a Güemes e involucraron a la disputa al gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz, quien representaba a una provincia que sería de las más beneficiadas con una política de libre mercado, incluso a riesgo de pactar con los españoles. La circunstancia ocurría en el peor momento ya que San Martín, tras su paso glorioso en Chile,  al fin había llamado a Güemes para completar su plan continental en 1820. Este era el mayor anhelo militar del general salteño. Algo que no pudo completar en vida debido a que tuvo que pelear con los tucumanos, cuyas fuerzas invadieron Salta a nombre del presidente Aráoz (sic), y recuperar la gobernación porque fue destituido mientras preparaba el libertador Ejército de Observación del Perú. Para demostrar que su poder emanaba de la campaña ordenó un terrible saqueo a su querida ciudad, en una acción que anticipaba a La Mazorca y el caudillaje argentino. Y la liberación de la región meridional del Alto Perú esperaría a los triunfos mucho después de los ejércitos de Simón Bolívar. Con ella, la pérdida de las provincias del Alto Perú a la futura Argentina.

 

La doble muerte de Guemes

Se la tenían jurada. Por eso envió a la Chacra El Carmen de Güemes -hoy monumento histórico nacional a 5 km de Salta capital- a su familia a principios de 1821, en un contexto que los realistas de Olañeta,  los tucumanos de Aráoz y los mismos salteños descontentos acosaban sin descanso. Y la traición no tardó en llegar. En la oscuridad de la noche una avanzada realista al mando del coronel Valdez, el Barbarucho, un conocido contrabandista de mulas y mercaderías, conocedor de los meandros y parajes puneños, llega la ciudad de Salta. Según algunos historiadores fue entregado por el comerciante Mariano Benítez, otros atribuyen la bajeza a Manuel Arias, un lugarteniente del ejército gaucho que reconquistó Humahuaca (una curiosidad tan argentina:  el escudo de Salta adoptado en 1946 reproduce la medalla que le otorgó Pueyrredón, a diseño de Belgrano, al supuesto traidor) Un detalle menor quién fue el responsable porque un pequeño grupo desciende hacia la casa de Machaca, la hermana de Güemes por el Campo de la Cruz, sin guardias (sic), y mata al único custodia. Güemes sale a caballo con un escolta y escucha decir a unos hombres agazapados, la clásica realista,  “¿Quién vive?” “¡La Patria!” grita Don Martín y emprende una veloz carrera en medio de una lluvia de tiros de los fusileros del Rey. Llega a la esquina de la casa de su madre y los esperan más enemigos “¿Quién vive?” gritan los asesinos del prócer, en el recuerdo de Dionisio Puch, el primer biógrafo, y hermano de Carmen quien presenció los hechos, “¡La Patria!” Otra vez fuego cerrado que lo hieren mortalmente en la cadera, a la altura de la ingle, otros hablan del ingreso del proyectil en un glúteo. A los sablazos consigue abrirse paso a dos filas de tiradores que arremeten con las bayonetas. Güemes galopó hacia la Quebrada de Burgos, siguiendo por la falda del cerro San Bernardo, hasta que encontró una partida leal “Vengo herido” dijo a los gauchos, que improvisaron una camilla con ponchos y ramas bajo un rojo cebil. Siete días de agonía rodeado en la Quebrada de la Horqueta de gauchos, chinas e indios que venían a presentar sus respetos, y esperar un milagro de un hombre que consideraban leyenda, un santo viviente “Mi Carmen no tardará en seguirme…” fueron las últimas palabras de un hombre enamorado el 17 de junio de 1821.

La traición de las élites mataron a Güemes ese invierno en medio de la anarquía del siglo XIX y, luego, su posterior elevación a figura nacional de mármol a fines del siglo XX, fue el segundo golpe. Güemes, Héroe de la Independencia,  es tan determinante como Güemes, Padre de los Pobres. La conciencia política y social de los gauchos, de los más humildes y marginados de la campaña, llevaría décadas acallar. Y se acallaría, finalmente. En el Bicentenario de su Paso a la Inmortalidad en 2021, “Año del General Martín Miguel de Güemes”, una oportunidad de una Argentina Unida.

 

Fuentes: Gálvez, L. Martín Guemes. El héroe mártir. Buenos Aires: Aguilar. 2007; Camogli, P. Pueblo y guerra. Historia social de la Guerra de la Independencia. Planeta. Buenos Aires. 2017; O´Donnell, P. El grito sagrado. La historia argentina que no nos contaron. Buenos Aires: Sudamericana. 1998

Fecha de Publicación: 08/02/2021

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