Antes de la Segunda Guerra Mundial se pusieron grandes fortunas en juego, como las que aportarían personajes tan controvertidos y encumbrados como el Barón von Richthofen, el magnate del acero Fritz Thyssen y Franz Ritter von Epp. ¿Qué objetivo tenían?Juntos, acordaron destruir a los demócratas, que protagonizarían el breve período conocido en Alemania como la República de Weimar.
Si bien Fritz Thyssen entró en conflicto con Hitler durante la invasión de Polonia, su fortuna financió la existencia del nazismo. Sin su influencia, una buena parte del poder del Reich no habría podido sostenerse. Thyssen, incluso, decidió finalmente tomar la nacionalidad argentina.Franz Ritter von Epp, sería un héroe del Regimiento Real Bávaro en la Primera Guerra Mundial. Su obsesión por combatir el comunismo, lo llevó invertir su fortuna en el ascenso de la carrera política de Hitler. Los intereses que lo vinculan a la Argentina son oscuros pero no inexistentes.
A fin de entender qué involucra a la Argentina en esta historia, es preciso partir de una suposición muy extendida. Aquellas tres grandes fortunas, después de finalizar el conflicto bélico, tuvieron como destino Sudamérica. Parece ser que los herederos del Barón von Richthofen terminaron en San Pablo, Brasil. Los intereses de Ritter von Epp en la Patagonia y, por supuesto, las cuantiosas riquezas de Fritz Thyssen, en Buenos Aires.
Durante la IX Jornada de Historia de la Fotografía Argentina, celebrada en Rosario en 2006, se concluyó, a través de una serie de testimonios visuales, que los nazis estaban profundamente interesados en nuestra región.
“El diario porteño ‘Noticias Gráficas’ publicó el 30 de marzo de 1939 un documento dirigido al jefe del Partido Nacional Alemán en la Argentina”, revelaron los expertos reunidos en dicha jornada. Este misterioso documento iba dirigido a “Alfred Muller y al Alto Comisionado de Estado, Ritter von Epp, a cargo de la Oficina Colonial de la Dirección del Tercer Reich, en el que se detallaba la situación geográfica, económica y social de los territorios de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego en relación con la población y el capital alemán existente”.
Este enigma se hace menos oscuro si recordamos que Sudamérica fue, de un modo bastante peculiar, muy permeable a las ideas surgidas en la Alemania de los años 30 y 40. La presencia de Adolf Eichmann e incluso de Josef Mengele en la Argentina, inquietó a la opinión pública mundial por mucho tiempo.
Una cierta similitud agrupa a regímenes enteros que en todo el continente se han inspirado en la parafernalia nazi. Técnicas estratégicas, manifestaciones estéticas y hasta decisiones de Estado, terminaron evocando, de alguna forma, al Tercer Reich.
Volviendo a Europa, es preciso rescatar la siguiente evidencia: antes del ascenso de Hitler al poder y ajena a sus intereses, la democracia logró instaurarse en Weimar después de la muerte del Kaiser Guillermo en 1918. Pese a la debilidad del Estado y a los avatares económicos, impidió, como pudo, regresar a lo que se había dado en llamar el Reich. Esta palabra que significa“imperio” en alemán, sería la utilizada para describir el “reino germánico”. Los sectores hegemónicos dominantes en la región desde 1871, se identificaban mucho con esta figura. El llamado Tratado de Versalles, nació específicamente de las condiciones que se le impusieron a la Alemania imperial después de su derrota en la Primera Gran Guerra.
Junto a esta circunstancia, el terror al comunismo soviético (de carácter revolucionario), se transformó para los grupos de poder germánicos en la excusa ideal a fin de concebir un insipiente nacionalismo belicista.
Durante aquel período, las fortunas alemanas no se habían extinguido. Es probable incluso que los magnates más influyentes, utilizaran como excusa las duras condiciones impuestas por el Tratado de Versalles. Necesitaban, sin duda, crear una sensación interna de conspiración mundial contra la posible resurrección del Reich. No es fortuito que aquel tiempo, fuera conocido como “el tiempo de la propaganda”. Su existencia es fundamental a la hora de definir el período entre ambas conflagraciones mundiales.
Este movimiento, “el propagandístico”, se nutrió de ciertas imágenes concebidas al menos cincuenta años antes. Definitivamente, fueron los estertores del romanticismo los que generaron la iconografía nazi. Por otra parte, las fortunas que pertenecían a Richthofen, Thyssen y Ritter von Epp, se convertirían en la base donde la fisonomía del partido nacionalista alemán, encontraría sus principales benefactores.
“Fritz Thyssen (1873-1951), poderoso industrial alemán del acero y destacado miembro de la conocida familia Thyssen, es el más importante y controvertido testimonio personal sobre Hitler y la Alemania nazi en los años anteriores a 1939”, asegura la Editorial Renacimiento en la promoción del libro “Yo pagué a Hitler”, escrito por el propio Thyssen. Explica, por cierto, que el millonario fue el “principal sostenedor de Hitler y su partido desde la primera hora”.
La ruta del dinero que financió al nazismo había encontrado su kilómetro cero. Esto significa que el punto de partida crítico a fin de gestionar la existencia del Tercer Reich, resultó muy anterior a 1945. Lo interesante de este tema, es que hallaría su destino final en Argentina.
Por otro lado, supone cierta teoría expuesta por Shimon Samuels, investigador del Centro Wiesenthal, que con protección estatal no fue sino hasta 1945 cuando las fortunas de la Alemania nazi de la primera hasta la última ola, gestionaron el envío de oro y divisas a la Argentina. Bancos y empresas españolas, portuguesas, italianas y suizas, entre otras, habrían utilizado a Sudamérica como paraíso fiscal.
A este respecto, es preciso saber dónde comienza la extraña relación con el invaluable patrimonio que desembarcó precisamente, en nuestras costas. Para ello dedicaremos tres crónicas especiales, que nos permitirán profundizar en la historia de “los dueños de la plata”.
El texto original de la IX Jornada de Historia de la Fotografía, nombra al Partido Nacionalista Alemán como “Grupo de la Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP)”. Aquí lo hemos simplificado con una más sencilla traducción del alemán: Partido Nacional Socialista de Trabajadores Alemanes.