“Mejor que no voten” era la consigna del diputado conservador Reynaldo Pastor en las discusiones por el voto femenino de 1947, impulsada por Eva Perón y el peronismo, y en continuidad a una larga lucha de las mujeres argentinas. Continuamos con el legislador puntano, “yo pregunto a los señores diputados cuando en plena campaña…la mujer que atiende a los pequeñuelos, contribuye a tareas que puede realizar como la de dar agua a su pequeño rebaño, preparar la comida para todos, cuidar de sus chicos para que no corran ningún riesgo…qué hacemos nosotros cuándo obligamos a la mujer que se traslade junto a su marido una cantidad de leguas para dar su voto…qué hace cuando no se puede trasladar dos, tres o cuatro días antes del comicios como ocurre en varios puntos del país…todo esto, haciendo abstracción absoluta de los fenómenos fisiológicos (sic) a que está sometida la mujer, y a los que no está sometido el hombre”, argumenta en momentos que en el país estaba en proceso de plena urbanización, con el despoblamiento progresivo de las zonas rurales, y los ferrocarriles públicos cubrían casi la totalidad del territorio.
Sin embargo estas posturas adversas al voto femenino no eran solamente de los sectores más reaccionarios y retrógrados “Ahora no queremos votar” salieron varias mujeres universitarias, apoyadas por Victoria Ocampo y otras intelectuales, quienes venían luchando por el voto femenino pero consideraban que era una maniobra más del peronismo. Pensando en el árbol olvidaron el bosque de conquistas y retrocesos de la mujer argentina en la política, iniciadas en 1888 con la huelga de las empleadas domésticas. Eva Perón nos ubica en tiempo y espacio, cuando la mujer estaba socialmente a la altura de un “menor o un desequilibrado” afirma la investigadora pionera en estudios feministas, María del Carmen Feijoó, “en las puertas del hogar termina la Nación entera y comienzan otras leyes y otros derechos…la ley y el derecho del hombre…que muchas veces es el amo y a veces también el dictador. La madre es el único trabajador del mundo que no conoce el salario, ni garantía ni respeto, ni límite de jornadas, ni vacaciones, ni huelgas...Todo esto, que aprendimos desde chicas, pertenece a la esfera del amor y lo malo es que el amor a veces desaparece pronto en el hogar y pasa a ser trabajo forzado…no sé dónde he leído que en este mundo el gran ausente es el amor, yo digo que el mundo actual padece de una gran ausencia: la mujer”, concluye una mujer revolucionaria que fue sin proponérselo, y que inspiró a las mujeres valientes argentinas del setenta y el dos mil, también.
En las elecciones del 11 de noviembre de 1951 casi un millón de mujeres elije a veinticuatro diputadas y siete senadoras, y ningún otro país americano desde Alaska a Tierra del Fuego tiene tanta representación legislativa femenina. E influye enormemente en Latinoamérica por la lucha de igualdad en derechos civiles y políticos. En Chile la senadora María de la Cruz intenta trasladar el mismo impulso, aunque a los dos años sus compañeros de Cámara, apoyados por el presidente transandino Carlos Ibáñez del Campo que ella misma había ayudado con su Partido Feminista, la “inhabilitan” y destituyen del cargo.
Has recorrido un largo y espinoso camino, mujer
Para la sanción de la Ley 13.010 fueron primero las anarquistas, y las socialistas, quienes comenzaron a bregar por mejorar las condiciones de la mujer, encerrada entre novia y la madre, a lo sumo la maestra, costurera u obrerita, y en el peor de los casos, la prostituta –en la década del treinta existían casi 600 prostíbulos solamente en Buenos Aires. Aunque diferían en el objetivo final, unas anarquistas que deseaban derribar el orden patriarcal, otras socialistas que aspiraban a reformarlo, ambas tendencias florecieron en la novedosa arena de las reivindicaciones en el mundo del trabajo. Distintas a las sufragistas inglesas y norteamericanas, más cercanas a un feminismo teórico, la acción definía a las argentinas, muchas de ellas arribadas en la inmigración. Virginia Bolten, uruguaya, trabajadora de la industria del calzado en Rosario, es una figura descollante del movimiento obrero rioplatense: el 1 de mayo de 1890 en la santafesina Plaza López se convierte en la primera mujer oradora en una manifestación proletaria. Entre Montevideo y Buenos Aires desarrolla esta dirigente anarquista una intensa campaña a favor del derecho de las mujeres, es el alma máter de la Huelga de la Inquilinos o Huelga de la Escobas de 1907, y termina perseguida y expulsada por el gobierno argentino. El feminismo argentino nacía obrerista y combativo.
En el campo del socialismo se destaca la figura de la doctora Alicia Moreau de Justo, que en el Centenario propugna “hacer desaparecer los prejuicios y la prácticas que impiden a la mujer desenvolver su vida con libertad” Desde las columnas de La Vanguardia analizaba el rol de la mujer junto a sus hermana Sara y Gabriela Coni, entre otras. Si bien el principal foco consistía en el desarrollo de leyes protectoras del trabajo femenino, y prohibitas de niños en fábricas, una agenda que obtuvo un triunfo parcial en la ley de Alfredo Palacios de 1907, también se defendía la igualdad ante las urnas. Luego de la sanción de la Ley Sáenz Peña, y el sufragio universal masculino, se refuerza la lucha en la Unión Nacional Feminista, y que es apoyado por los socialistas de Enrique del Valle Iberlucea. Este senador planteaba la emancipación política de las mujeres en el Congreso, una propuesta que recién se concretará treinta años después.
El antecedente sufragista más importante es el Partido Feminista Nacional surgido de la acción brava de Julieta Lenteri Renshaw. Brava por las burlas y el destrato que sufría de casi todo el arco político. Varón. Incluso los diarios se burlaban de la “señora” con dedicatorias aparecidas incluso en lugares insólitos, como en la publicidad de una “faja ortopédica dedicada a la Doctora Lenteri” En un simulacro de elecciones realizado en simultáneo a las nacionales de 1920, la candidata Lenteri lanza al futuro una plataforma que incluye sufragio universal e igualdad civil para ambos sexos, igualdad civil para hijos legítimos e ilegítimos –el adulterio estaba penado por la ley-, ley de divorcio, reconocimiento de la crianza como empleo, igualdad de salario y licencias por maternidad y embarazo. Varios de estos puntos son retomados por el diputado socialista Mario Bravo en la modificación igualitaria del Código Civil de 1926. Un año más tarde se realizan elecciones municipales que empadronaban a las mujeres en San Juan y Mendoza instigadas por Lenteri. Las intervenciones militares después del golpe de 1930 anularon ambas iniciativas.
En la llamada Década Infame hubo un eclipse del origen obrerista por el voto y aparece la aristocrática Asociación Argentina del Sufragio Femenino, nucleada por Victoria Ocampo y María Rosa Oliver. Para entender el contexto de algunas resistencias posteriores al voto de la mujer en 1947 nos encontramos, “se nos dirá que el hombre analfabeto vota, pero él tiene ya una experiencia de hace muchísimos años que ejerce tal derecho, conoce los partidos, sabe cuáles son los políticos que orientan al electorado, sabe quiénes cumplen sus promesas o quienes fallan. La mujer, al ejercer por primera vez el voto, puede ser llevada por el entusiasmo de la novedad y creer en la posibilidad de las panaceas que están en la imaginación de los oradores de la calle” En este defensa del voto calificado para las mujeres se esconde, además, el temor a la democracia de masas inaugurada el 17 de octubre de 1945. El diario La Nación, en la editorial por la aprobación de la Ley del Voto Femenino en Diputados, el 9 de septiembre de 1947, señala que “se ha precipitado en la sanción de esta ley” en sintonía a la Federación de Mujeres Universitarias, “hacer intervenir a la mujer en la elección de los gobernantes sería inoficioso, totalmente inútil y contraproducente” Medio siglo del pensamiento emancipador feminista por la igualdad política, de las Juana Rouco Buela y Elvira Rawson, latía en sus espaldas.
¡Por la liberación de las matronas!
El fraile Francisco de Paula Castañeda fue un precursor del periodismo satírico nacional con El Mosquito, Humor, Barcelona y siguen las firmas. Con una profunda aversión a los unitarios, y distanciado de los federales, en las primeras décadas de la Independencia lanzaba decenas de efímeros periódicos como Doña Marta Retazos (1821-1823) o La Matrona Comentadora (1821-1822). Allí Castañeda consideraba inútiles a los hombres y sostenía que las mujeres “salvarían” la Patria. En uno de los artículos combativos en tiempos de su enemigo Rivadavia, y con una imaginación desbocada, visionaria, refería a un “Congreso de Matronas”, y una señora presidenta entrerriana que declamaba, “salga lo que saliere, era de necesidad admitir la soberanía del pueblo en el siglo XIX, y que partiendo de este principio era preciso arreglar la soberanía de las matronas, tanto en lo radical como lo actual, tanto en lo directivo como en lo ejecutivo…para que los dos sexos fueran acordes”, cierra cita Ricardo De Titto. Como se comprenderá hace 200 años no se trataba de contraponer sino de acordar.
Fuentes: Constela, M. – Reynoso, M. La mujer y la política en revista Todo es Historia Nro. 183 Agosto 1982. Buenos Aires; Feijoó, M. Las feministas. La vida de nuestro pueblo. Volumen 1. Buenos Aires: CEAL. 1982; Bellucci, M. Anarquismo y feminismo en revista Todo es Historia Nro. 321 Abril 1994. Buenos Aires.
Periodista y productor especializado en cultura y espectáculos. Colabora desde hace más de 25 años con medios nacionales en gráfica, audiovisuales e internet. Además trabaja produciendo Contenidos en áreas de cultura nacionales y municipales. Ha dictado talleres y cursos de periodismo cultural en instituciones públicas y privadas.