La historia de Juan Benigar podría cuajar perfectamente en una película épica. El esloveno fue un acérrimo defensor y estudioso del pueblo mapuche y, hasta la actualidad, no se conocen investigaciones científicas más acertadas que las suyas. La importancia de la figura de Benigar para el pueblo mapuche fue tal que se lo conoció como El Cacique Blanco
Europa
Iván (Juan, en español) nació en Zagreb, capital de la República de Croacia, un día cercano a la navidad de 1883. A pesar de venir al mundo en esta ciudad, la nacionalidad de Benigar es eslovena, ya que esta se definía de acuerdo a lazos sanguíneos y sus padres provenían de Eslovenia. A pesar de la debacle económica y el caos político de los países pertenecientes a Europa del este, estos eran considerados por su alto nivel académico. La familia Benigar fue relativamente conocida en el ambiente universitario y Juan se inclinó a la ingeniería civil, en Austria. También fue un estudioso de la filología y dominaba
A los 25 años dominaba catorce idiomas, entre los que se contaban el sánscrito, griego, latín, croata, esloveno, búlgaro, ruso, checo, eslovaco, alemán, inglés, italiano y francés. A esa edad, en 1908, Benigar abandonó repentinamente Europa y emprendió el camino a la Argentina. La noticia fue sorpresiva para la familia, pero él estuvo siempre convencido de que cumplía el destino al que se sintió llamado. La profecía estaba relacionada a las palabras del texto de un alemán que afirmaba que se extinguirían los nativos de América, aquejados de diversas enfermedades, muchas de ellas provocadas por el modo de vivir del blanco. Esta lectura, según aclaró el propio Benigar, le produce rabia e impotencia y jura hacer algo en defensa de los aborígenes.
Así fue como apenas arribado al puerto de Buenos Aires, se dirigió inmediatamente a la ex Colonia Lucinda (ahora Cipolletti).
Vida en Neuquén
En la ciudad rionegrina, Benigar se instaló por poco más de un año. Allí comenzó con sus primeros acercamientos a la cultura ancestral mapuche. Sin embargo, su vida daría un vuelvo de 180 grados al emprender viaje a la Colonia Catriel. Viajó hasta este paraje a pie y allí conoció a Eufemia Barraza Sheypuquin, quien se convirtió en su primera esposa. Benigar tuvo quince hijos y todos fueron iniciados en la lengua y la cultura araucanas. Debido a sus conocimientos de hidráulica, fue él quien trazó los primeros canales de riego de la localidad de Colonia Catriel para favorecer la agricultura, trabajando duramente con pico y pala.
Siempre luchó en la defensa de los pueblos originarios. Lo hizo a través de escritos, de éxodos y de litigios. Se consustanció de tal manera con la cosmovisión Mapuche que se considera que aún sus investigaciones sobre esta cultura hoy no han sido superadas. Colaboró en los periódicos La Voz del Territorio y Neuquén dirigidos respectivamente por Martín Etcheluz y la familia Cháneton
Una vez que se trasladó a Aluminé por cortesía del escritor Félix San Martín, creó en 1933 la industria textil casera SHEYPUQUIN. En esta aplicaba el uso de la energía hidráulica, con correas hechas de cuero. Su sueño nunca concretado, fue formar una cooperativa familiar para dar ocupación a cien familias indígenas.
Allí completó su importante y numerosa obra literaria, la que emprendió quitándole horas a su descanso dada su necesidad de realizar trabajos rurales y de telar regional. Entre los años 1924 y 1929 publicó los siguientes trabajos en los boletines de la Junta de Historia y Numismática Americana, hoy Academia Nacional de la Historia: a) El concepto del tiempo entre los araucanos; b) El concepto del espacio entre los araucanos; e) El concepto de la causalidad entre los araucanos; y un estudio crítico sobre la obra de Tomás Falkner: Descripción de la Patagonia, en la publicación "Biblos" de la ciudad de Azul (Provincia de Buenos Aires) El calvario de una tribu, (estudio social). En La Voz del Territorio, editado en Zapala: Los chinos y los japoneses en América. También publicó en forma independiente: El problema del hombre americano.
Cita de su amigo Félix
Félix San Martín constituyó uno de los escasos apoyos intelectuales, institucionales y hasta económicos en ocasiones, que recibiera directamente Benigar, quien a través de él y de otros intelectuales con los que se irá relacionando, principalmente a través de una nutrida correspondencia, tomará contacto con bibliografía cercana a sus ámbitos de interés
Este escritor, en oportunidad de presentar unos trabajos de Juan Benigar ante la Junta de Historia y Numismática Americana, el 27 de septiembre de 1924, expresaba con admiración:
Con un desprendimiento que le enaltece ha ido comunicándome sus hallazgos en el vasto campo de sus investigaciones, obligándome a ser depositario de un tesoro de tal valor que ya pesa demasiado para mi responsabilidad. Pero si la obra de este trabajador infatigable vale por los frutos que de ella recogerá la ciencia, tiene también una significación especialísima por las condiciones en que ella se realiza: sólo un espíritu superior pudo haber aceptado la vida en la forma que Benigar vive la suya. Luchando con la miseria en un medio hostil, sin ningún estímulo exterior, desconocido hasta por sus coterráneos, ha ido acumulando, paciente e inteligentemente en más de quince años de labor silenciosa y tesonera, un material científico enorme. No sé qué admirar más, si su sorprendente capacidad para este género de estudios, o su fuerte ser moral.
Comunicador social en proceso, lo cual es igual a ser licenciado en casi todo. Neuquino aporteñado, pero con las raíces bien afirmadas. Fanático de conocer lugares, gente y comidas.