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El imperio donde no se ponía el sol

Crónicas de la Argentina desconocida.

En 1516, Juan Díaz de Solís fue asesinado y devorado por un grupo de indígenas que habitaban las costas del Río de la Plata. Preocupado por las terribles noticias que solían llegar de lo que entonces se denominaba el Mar Dulce, Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, se empeñó en enviar una serie de expediciones que fueran capaces de vencer a los pueblos autóctonos y adentrarse en las aguas a fin de dar la vuelta al mundo. Pretendía ampliar las fronteras de su imperio hasta Japón.

Sucede que Carlos no era simplemente el rey de España, también era el rey de Alemania, donde lo llamaban Carlos V. Hijo de Juana la Loca, heredó de su madre todas las posesiones españolas, las cuales incluían Aragón, Castilla, Navarra y América. Su padre fue Felipe el Hermoso, quien venía a su vez de la familia de los Habsburgo, los Brabante, la Casa de Flandes y el Borgoñón. Por lo tanto, heredó de él los tronos de Alemania y Austria. Resumiendo, Carlos resultó ser coronado emperador de la extensión territorial más grande de la historia: se decía que en su imperio no se ponía el sol. Por eso le urgía encontrar en Sudamérica una salida al Pacífico.

Los portugueses habían develado, por intermedio de la publicación de un mapa atribuido a Vespucio, que las tierras ubicadas al occidente del Atlántico constituían en sí un nuevo continente. Famoso incluso entre los círculos mercantiles de los Países Bajos, el mapa había obtenido tal difusión que hasta los holandeses tenían intenciones de viajar por mar a través de América. En consecuencia, se hacía imprescindible ir más allá de donde había llegado Solís. Si existía algún estrecho o cabo austral que permitiera conectar las aguas de los dos océanos, lo más lógico era navegar por el Pacífico a fin de encontrarse con las inmensas riquezas que ocultaba Japón.

Ahora bien, la traumática muerte en 1516 de los marinos españoles a manos de quienes podrían haber sido Charrúas, Guaraníes o Querandíes, permaneció indeleble en la mente de Carlos. Su recuerdo lo obligó a intentar una estrategia distinta a las anteriores para lograr desplegar su influencia en el Nuevo Mundo. Revisó los Cantares de gesta prestando atención a las maniobras utilizadas por los antiguos caballeros cristianos en la época de la lucha contra los califas musulmanes. Dedujo, mediante estas lecturas, que debía fundar una serie de distritos militarizados a lo largo de cualquier zona que quisiera explorar. Las costas recién descubiertas estaban desprotegidas y para garantizar la vida de sus próximos expedicionarios, ungió a un militar de carrera y no a un marino con el título de Adelantado. Pero, ¿qué era un Adelantado?

El título noble provenía del siglo X. Se le otorgaba exclusivamente a grandes guerreros que tenían como misión facilitar la conquista de territorios conflictivos. El Mar Dulce de Solís se había transformado en uno de esos sitios. El Adelantado, literalmente “el que se adelanta”, tendría el poder de un virrey y su autoridad expresaría directamente los deseos del emperador. Después llegarían los almirantes, con naves abarrotadas de colonos y sacerdotes, portadores de la tradición católica que por entonces definía a Occidente.

Pero un día, un tal Vasco Núñez de Balboa descubrió el Istmo de Panamá. Se sospechaba que Balboa era algo así como un doble agente de la corona portuguesa. Carlos, sin titubear, decidió ejecutarlo. El General Pizarro fue el encargado de llevar a cabo la orden real y, cumpliendo con su cometido, develó que la búsqueda de una conexión con el Pacífico había pasado directamente a manos del portugués Fernando de Magallanes. Carlos estaba en lo cierto. Ante estas circunstancias, no le costó adivinar que dar la vuelta al mundo era una empresa inútil. Sin embargo, no quería resignar Japón. España tenía que hacer algo más.

En 1521, los representantes de los ejércitos que defendían las fronteras del imperio presentaron en la corte al mejor de sus hombres. Un militar oriundo de Granada llamado Pedro de Mendoza. Habiendo vencido a los ejércitos franceses e italianos en las distintas guerras europeas del emperador, encarnaría al gran héroe de la milicia transatlántica.

No es extraño que Carlos nombrara a Pedro de Mendoza el “Primer Adelantado” casi sin consultar las recomendaciones de sus ministros. Muchas anécdotas históricas aluden a su autodeterminación y desmesura. Quizás por eso Mendoza recibió todos los honores de los caballeros del siglo X de manera casi exagerada y partió muy rápido del puerto de Sanlúcar de Barrameda con catorce barcos. Iba rumbo al Río de la Plata, cumpliendo las órdenes directas de Carlos, que habló personalmente con él durante muchas horas antes de zarpar.

Una vez en el océano, Mendoza enfrentó una tormenta devastadora y cayó enfermo. Por otro lado, en las costas de Brasil fue traicionado por su lugarteniente, que ambicionaba el cargo de Adelantado. El militar de Granada, con gran esfuerzo logró recuperarse y alzarse contra sus enemigos. Los hombres finalmente le juraron lealtad como se leía en las gestas de los antiguos caballeros y ejecutaron al insurrecto. Fue en esos días cuando, en una muy cálida mañana de enero del año 1536, las huestes españolas armadas de arcabuces alemanes proporcionados por los Habsburgodesembarcaron en las costas de Buenos Aires.

Se instalaron no sin dificultades y tras un año de tenso intercambio con los caciques locales, se enfrentaron a los Querandíes. Pesaba sobre ellos la acusación de haber matado sin piedad a Solís. La batalla fue determinante. Pedro de Mendoza eliminó a los jefes y a una gran cantidad de guerreros aborígenes. Sojuzgó a las poblaciones de la región con intensa crueldad y, sin enemigos cerca, levantó por fin el Fuerte de Santa María del Buen Ayre.

Sin embargo, las naciones que habitaban alrededor del Río de la Plata eran muchas. Los Querandíes no estaban solos. Charrúas, Pampas, Chaná, Kaingang y Guaraníes, como respuesta a las acciones del ejército español, formaron una coalición y acecharon el Fuerte de Santa María por incontables días y noches. Tanto insistieron que finalmente vencieron a los españoles con una serie de tácticas de guerra muy sofisticadas. Aunque los pueblos autóctonos no poseían armas de fuego, lograron sitiar Santa María hasta que los soldados españoles comenzaron a morir de hambre. El Primer Adelantado se vio obligado a huir junto a un grupo de sobrevivientes. Con la muerte de Pedro de Mendoza en aguas del Atlántico, la segunda intención de conquistar el Río de la Plata entró en agonía. Los avances indígenas duraron hasta 1541, cuando la comunidad española decidió abandonar definitivamente las costas porteñas.

La fundación de la verdadera Buenos Aires debía esperar al desembarco de Juan de Garay en 1580. Pese a todo, los historiadores suelen establecer la creación del Fuerte de Santa María como la primera fundación de la ciudad. Francamente, Mendoza nunca tuvo intenciones de levantar más que un fuerte de combate: sus objetivos eran prácticos. Cumplía las órdenes reales de adelantar las fronteras del imperio. Debía allanar el terreno para futuras expediciones que superaran sus pasos. Carlos I igualmente se repuso y sus tropas terminaron conquistando Paraguay y Potosí en pocos años. Fundaron el Virreinato del Alto Perú y sojuzgaron a los Incas al mando del General Pizarro. Pero el emperador murió en 1558 teniendo que renunciar a su tan ansiado sueño: conquistar Japón atravesando América.

Carlos I de España y V de Alemania, llegó a la corona siendo muy joven. Habiendo heredado a Fernando el Católico en 1516, tomó las decisiones anteriores a su nombramiento como emperador en 1520, con el título de Rey de Castilla y Navarra. Su autodeterminación en los sucesos relacionados con la Conquista de América son indudables. Ya a los 16 años, comenzó a tener injerencia directa en los planes transoceánicos.

Homenaje a Pedro de Mendoza en Buenos Aires, Parque Lezama. El Adelantado fundó el Fuerte de Santa María del Buen Ayre junto a otros tres, que se encontraban río arriba. Esa era su labor: crear presencia militar en zonas peligrosas. Sus enemigos constantes fueron los pueblos autóctonos, pero también los portugueses que querían expandirse más allá de su territorio. El Tratado de Tordesillas firmado en 1494 otorgó Brasil a Portugal. A su vez, el nombramiento de Mendoza como Adelantado tuvo como piedra fundamental el apoyo comercial logrado con una serie de documentos a los que se denominó Capitulaciones de Toledo. 

Vasco Núñez de Balboa, descubridor del Istmo de Panamá.

Francisco Pizarro, incondicional servidor de Carlos I. Algunos cronistas lo citan como el hombre que, antes de conquistar el Imperio Inca, asesinó a Balboa. Tomó entonces el camino de Panamá hacia el sur para llegar a Perú.

Homenaje a Fernando de Magallanes en Lisboa. Magallanes fue el primer hombre en conectar el Atlántico con el Pacífico. La vuelta al mundo fue terminada por Sebastián Elcano.