Una nación se construye de a poco, con sangre, sudor y lágrimas; con avances y retrocesos; acuerdos y desacuerdos. Nuestra independencia fue un proceso complejo para el que se necesitaron muchos pasos y muchas personas que empezaban a sentir que en su corazón latía algo nuevo: el amor por la patria.
La Asamblea del Año XIII fue uno de esos hitos que marcaron un antes y un después en nuestro país. En el colegio estudiamos de memoria sus disposiciones, sus logros, sus cambios, pero quizás no tomamos real conciencia de su importancia.
A pesar de que no logró concretar los objetivos para los que había sido convocada (nuestra independencia tuvo que esperar unos años más), fue la primera instancia en la que un órgano de gobierno se declaró soberano y no respondió al rey Fernando VII de España. Luego vinieron las disposiciones que enumeran los libros de historia: libertad de vientres, igualdad ante la ley, abolición de las torturas, supresión de los títulos de nobleza y del mayorazgo, abolición del tributo a los indios, Himno Nacional, Escudo y moneda.
Todas esas cuestiones, junto con muchas otras que hoy damos por sentadas, fueron el resultado de una lucha por ser libres, por ser iguales, por ser nosotros mismos: por ser argentinos.
Las langostas que salvaron la independencia
El 24 y 25 de septiembre de 1812 tuvo lugar el enfrentamiento armado conocido como la Batalla de Tucumán, una de las batallas más importantes en la Guerra de la Independencia Argentina. El General Manuel Belgrano fue puesto al mando del Ejército del Norte luego de que este había sido derrotado en la Batalla de Huaqui. La moral de los soldados estaba devastada y las condiciones no eran las mejores para defender adecuadamente la plaza. Es por eso que, por orden del Triunvirato, el 23 de agosto se emprendió la retirada masiva de toda la población de Jujuy, en lo que se conoce como Éxodo jujeño. El objetivo era claro, el Ejército del Norte debía dirigirse a Córdoba para allí fortalecerse y poder enfrentar a los realistas, pero Belgrano decidió parar en Tucumán, donde la población estuvo dispuesta a sumarse al ejército. Allí recibió a la comisión de autoridades tucumanas que le pusieron a disposición hombres, municiones y dinero. Este gesto patriótico fue el último fundamento que la conciencia de Belgrano necesitaba para modificar una orden a todas luces deshonrosa.
En la mañana del 24 de septiembre de 1812, día de la histórica batalla, el General Belgrano estuvo orando largo rato ante el altar de la Virgen de Las Mercedes. Cuenta la tradición que solicitó a la virgen una intervención milagrosa pues era casi imposible vencer a las tropas españolas; doblaban en número de soldados y armamentos al ejército patriota.
«La providencial aparición de una enorme bandada de langostas, que se abatieron sobre los pajonales, confundió a los soldados y oscureció la visión, acabando de descomponer el frente. Las versiones tradicionales refieren que fue tal la confusión sembrada por aquel enjambre de langostas que hizo parecer a los ojos de las fuerzas españoles, un número muy superior de tropas patriotas, lo que habría provocado su retirada en la confusión».
Crónica del relato del heroico triunfo en la Batalla de Tucumán.
Quiso el destino, o la intervención divina solicitada por Belgrano, que esta “plaga bíblica” que causa desastres en los cultivos fuera la salvación para el ejército patriota y, posteriormente, para la independencia argentina. Respecto a esto dijo Bartolomé Mitre: “En Tucumán se salvó no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la independencia Americana”.
En palabras del historiador Vicente Fidel López: “Esta batalla fue la más criolla de todas cuantas batallas se han dado en el territorio argentino.
Aunque el triunfo de Tucumán fue el resultado de un cúmulo de circunstancias imprevistas, le correspondió a Belgrano la gloria de haber ganado una batalla contra toda probabilidad y contra la voluntad del gobierno mismo”
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.