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El Cóndor Libertador

Pocas gestas humanas tienen las dimensiones de la hazaña del Ejército de Los Andes. Y menos si en los fines relucía la emancipación de un continente.

Historia
San Martín y el cruce de Los Andes

José de San Martín tenía una sola misión desde que desembarcó en Buenos Aires en 1812, tras casi tres décadas en Europa: liberar a sus compatriotas americanos del yugo y el atraso español. Y esta fuerza de la misión, en las acertadas palabras de la historiadora Patricia Pasquali, acompañará todas sus decisiones en el breve paso por América. Tamaña fuerza era capaz de organizar donde no había organización, sea a sus granaderos como el Ejército del Norte que tomó de manos de su admirado Manuel Belgrano, o atravesar montañas de dudas y resistencias, como el encono de adversarios políticos en Buenos Aires, Santiago y Lima. Por lo tanto, para él la Cordillera de Los Andes era una prueba más a su férrea determinación, una medida de la inmensa magnitud de sus ansías de libertad. “Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino atravesar estos inmensos montes”, decía a un confidente el Libertador.  

Preparando la hazaña

Fueron veintiocho meses de preparación de las fuerzas donde colaboraron intensamente los pueblos de Mendoza, San Luis y San Juan, en conjunto con emigrados chilenos a las órdenes de Bernardo O'Higgins aunque muchos fueron enviados a Buenos Aires por el antagonismo entre ellos. O sea que el grueso de aquella fuerza, inusual para un país que recién había declarado su Independencia en 1816, eran argentinos de todas las edades y razas. Mientras Fray Luis Beltrán y el ingeniero José Álvarez Condarco producían a granel armas y equipamiento, el último clave en el reconocimiento del terreno a riesgo de su propia vida al ser mensajero de despachos al mismísimo capitán general de Chile, San Martín desarrolló un vasto plan de espionaje y noticias por toda la zona a fin de despistar a los españoles. Otra novedad en tácticas de guerra modernas que introdujo el general correntino. Entre ellas, el encuentro con los indios pehuenches en San Carlos solicitando paso por su territorio, un ardid que engañó a los realistas que suponían la llegada del grueso de los soldados por el paso del Planchón.

Pero, si en la previa los españoles del tirano Francisco Marcó del Pont, con un cuerpo superior a los patriotas, más de cinco mil hombres y 33 piezas de artillería, estaban desorientados sobre los planes de San Martín, la ejecución del plan fue un golpe de gracia. Porque al cúmulo de informaciones falsas, además, planeó dividir al Ejército de Los Andes y enviar columnas menores al norte y sur de los pasos principales de Los Patos y Uspallata. Y, cuando hablamos de menores, nos referimos a los 50 infantes y 80 milicianos riojanos de Francisco Zelada, que tomaron Copiapó; y los 22 infantes, 21 granaderos y 80 milicianos sanjuaninos de Juan Manuel Cabot que liberaron Valdivia y Coquimbo y capturaron ¡un bergantín! Eso únicamente al norte. Al sur de donde San Martín guiaba a cuatro mil soldados, más de mil milicianos, con material de guerra y un mes de provisiones, sumado a 10 mil mulas y 1600 caballos, el coronel Ramón Freire con 80 infantes y 25 granaderos traspasaron el paso del Planchón y levantaron a dos mil chilenos disidentes en la hacienda de Cumpeo. Así Freire, junto a José Lemos que solamente comandaba 25 blandengues y 30 milicianos en el Paso del Portillo, completaron el plan maestro de San Martín, ya que los realistas movilizaron mil hombres a combatir un ejército fantasma. Como diría un siglo después Churchill en la resistencia británica a los bombardeos nazis, nunca tantos debieron tanto a tan pocos.

Por el camino de Los Patos fue el grueso de nuestros patriotas, donde iba San Martín mientras combatía sus crónicos dolores con láudano, y es el más difícil de todos los pasos posibles, con intensas temperaturas bajo cero y dentro de un macizo cortado a pique en su contorno. La totalidad de la tropa iba montada a mula, incluso los granaderos que llevaban sus caballos herrados y protegidos con 6 mil cojinillos de piel de oveja, y las jornadas eran lentas con pasos calculados para la provisión de pasto, agua y leña. Para la alimentación diaria se adoptó charquín, un compuesto de carne seca al sol con ají picante y grasa, que con agua y harina de maíz se transformaba en un nutritivo guiso para soportar el frío dentro de las heladas carpas de cueros.   

El Cóndor de la Cordillera viene asomando

De esta manera, con una precisión matemática, se cruzaron cuatro cordilleras a través de desfiladeros, travesías, eminencias escarpadas y profundas angosturas en veinte días. ¡En veinte días se hicieron 600 kilómetros de frente con recorridos de 380 a 750 kilómetros! Y en medio de bajas temperaturas y tremendos vientos blancos, aunque haya sido en verano. Y con pocas bajas por hemorragias y mareos, algunas crónicas hablan de solamente dos personas muertas, ya que se habían previsto todos los remedios de la época para prevenir el mal de altura y el enfriamiento. Incluso se aconsejaba el uso del mate sin saber aún que contenía cafeína y otras sustancias que ayudan a combatir el apunamiento. Seguramente, de existir, San Martín hubiese previsto intuitivamente decenas de tanques de oxígeno. Incluso se cuidó a los animales con ajo, que es refregado en las narices del animal contra el soroche (mal de altura).

Los cóndores del Aconcagua fueron testigos de semejante proeza argentina. Y no montado San Martín en el caballo blanco, una falsa representación que se puede rastrear hasta 1865 en la pintura de Martín Boneo Después de trasmontar los Andes, propiedad del Museo Histórico Nacional, y que llega a las revistas y series animadas contemporáneas, sino en humildes mulas como lo pintó el mendocino por adopción Fidel Roig Matóns en su célebre serie sobre la gesta libertadora. Esas majestuosas aves, a 5 mil metros, cobijaron a un hombre que repetía mirando a los ojos de su pueblo, que marchaba junto a él: “Seamos libres y lo demás no importa nada”.    

Fuentes: Soria, D. y Elissalde, R. - Tucillo, F. artículos en especial “A 200 años del Cruce de los Andes” en revista Todo es Historia, Nro. 594. Enero 2017, Buenos Aires;  Levene, G. Historia Argentina. Buenos Aires: Editorial Campano; Cutolo, V. Nuevo Diccionario Biográfico Argentino. Buenos Aires: Editorial Elche. 1983.     

   

Fecha de Publicación: 17/08/2020

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