¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónPara nosotros, hacer las cosas como se debe, es de boludo.
Nos quejamos de la corrupción. Nos molesta que nos roben, que nos mientan, que nos tomen por tontos. Sin embargo, cuando conocimos lo contrario, también supimos destruirlo. Arturo Illia fue uno de los Presidentes víctima de bullying de nuestra historia.Lo trataron de tortuga, de inoperante. Los medios gráficos –porque en ese momento no existían las redes sociales– ayudaron a hundirlo y a que desplegara sus alas Onganía, quien finalmente derrocó al Gobierno radical. Pero, si esa campaña de desprestigio funcionó en su momento, fue porque apuntó a una característica muy propia del argentino: nos creemos que somos los más vivos y defenestramos al honesto, al que no ambiciona poder, al que hace las cosas como se debe. Porque, para nosotros, eso es de boludo, y nosotros no somos boludos.Más allá de las capacidades de Illia como gobernante, siempre se destacó su honestidad, su entereza, su vocación de servicio. Pero, lo que en otro país quizás sería una fortaleza, aquí es una debilidad. Su sentido democrático era su mayor defecto. Pasaron muchos años desde aquellos 60 –cuando la mayoría de nosotros aún no habíamos nacido o éramos muy chicos–, pero ese espíritu de atacar al correcto, de tildar de boludo al honesto, sigue igual de vigente que entonces.
Fecha de Publicación: 01/08/2020
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