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Cosme Argerich. Primer sanitarista y maestro de Medicina

En tiempos de curanderismo y la charlatanería, Argerich impuso ciencia, con los adelantos de las campañas de vacunación y la enseñanza de la medicina. Partícipe de la Revolución de Mayo, el médico fue un héroe civil de la Independencia.

Historia
Cosme Argerich

Durante los primeros tiempos criollos, antes que el doctor, estaba el curandero, o la madre, que curaba el mal de ojo y el empacho. Y esto duró casi hasta fin de siglo XIX. Coincidiendo con la organización definitiva de la Nación en 1880, el saber médico, y la expansión en el bienestar público, retomó una senda que había sido anticipada por el incansable Cosme Mariano Argerich. El primer médico patrio, combatiente en las invasiones británicas, junto a Manuel Belgrano tempranamente alentó las campañas sanitarias y la institución de escuelas de medicina. Cuando todo estaba por hacerse, Argerich tenía un plan de salud, y no descuidaba asistir al Ejército de los Andes de San Martín. En la Buenos Aires de 40 mil almas de 1817, y nueve médicos,  Argerich suscribía una carta de otro pionero, el profesor de medicina Juan Antonio Fernández, a favor de los que menos tienen, “parece increíble que en la época de la liberalidad, la filantropía y de la luces…en el pueblo más civilizado de América del Sud…muchos infelices perecen frecuentemente por no tener cómo costear los remedios que necesitan, y deberían franqueárseles gratuitamente”, peticionaba al cabildo porteño, acotando que “no haya estado a mis alcances remediarlas”, sabido que de sus bolsillos ambos facultativos sostenían a los pobres, en cuatro míseros hospitales. Precursores de la atención pública, universal y gratuita que es el orgullo de un país.

Poco atractiva debió resultar la vuelta de Cosme Argerich al Río de la Plata, cuando se la asignó al Colegio de Huérfanos, “edificio ruinoso, sucio y mal ventilado”, y tomó el mismo cargo del padre en la burocracia colonial, el protomedicato en 1794. Cosme era hijo de Francisco y María Josefa, y había nacido en Buenos Aires el 26 de septiembre de 1758. Enviado a España, estudió en la Universidad Real de Cervera, aún imbuído en las teorías de los cuatro humores de la Antigüedad, y se destacó estudiante en la docencia de física y química.  Desarrolló graduado una rentable carrera en Barcelona, en donde nacería otro prócer de la medicina argentina, su hijo Francisco Cosme en 1787, y retornó a trabajar a un medio donde “Gentes vulgares del país, opuestos a médicos y vecinos de boticas, entregándose con más facilidad a aquella clase de empíricos que reducen su ciencia a cuatro yerbas; otros tantos emplastos aplicados a su antojo en varias partes del cuerpo y algunas recetas mal compuestas, y peor indicadas, que llaman ‘remedios caseros’”, señalaría un colega en el protomedicato. Hablamos del irlandés Miguel O´ Gorman, que es considerado el primer médico real que se vio en estas pampas, y que vino junto al Virrey Vértiz para organizar una profesión, y una necesidad, totalmente desprestigiada entre ricos y pobres, que recurrían antes a sangradores, barberos/cirujanos y curanderos. A O´ Gorman le cabe en 1779 las primeras leyes que reglamenten el “arte de curar” en la institución el Protomedicato, además de las escuelas de medicina, y que Argerich se empeñaría en consolidar en los primeros gobiernos patrios.

Una de sus primeras acciones meritorias aparece en el combate del brote de viruela de 1794, introduciendo el debate de la salud pública, que recurrente lleva al cabildo en su preocupación en la atención a los más pobres –como en toda sociedad colonial (sic), la pobreza era vista como un emergente social con el cual se debía convivir, no combatir. Vuelve a participar Argerich de la primera línea de lucha con el siguiente brote de 1796 y, apenas conocida la vacuna de Jenner, escribe artículos en el primer diario porteño, el “Telégrafo Mercantil” de Francisco Cabello y Mesa, en donde también colaboraban Manuel Belgrano y Manuel de Azcuénaga. Argerich postula la inmediata la importación –llegaría en 1805 en la sangre de niños esclavos- y la campaña vacunatoria. Ese mismo año Argerich fue nombrado profesor del Primer Curso de la Carrera de Medicina, en los lineamentos del plan redactado junto con Agustín Fabre, el primer obstetra nacional,  y Bernardo Nogué,  las “Ordenanzas del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Buenos Aires” de 1799, y al año siguiente catedrático sustituto de Medicina y protomédico general y Alcalde Mayor de todas las Facultades de Medicina, Cirugía, Farmacia y Flebotomía. Entre sus primeros catorce alumnos estaba su hijo Francisco. Con diecisiete discípulos cirujanos, Argerich fue nombrado “Médico Jefe del Hospital de la Caridad” durante las Invasiones Británicas mientras mantenía el rol en el Protomedicato, autoridad científica y civil que determinada la idoneidad de los aspirantes a ejercer y hora cero de la medicina nacional, y su grado militar en el Regimiento de Húsares de Juan Martín de Pueyrredón.

Protomedicato del Río de la Plata

Protomedicato del Río de la Plata: Fue la institución encargada de la salud pública y de la formación de médicos desde el 17 de agosto de 1780 hasta el 11 de febrero de 1822.

 

Argerich y Belgrano

La Semana de Mayo cuenta al eminente médico entre sus protagonistas. Argerich es uno de los cuatro médicos, junto Fabre, Nogué y Justo García Valdés, que solicitan la destitución del Virrey Cisneros, en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, por 159 votos contra 63 “Que habiendo caducado la Suprema Autoridad, debe esta reasumirse en el pueblo y por consiguiente interinamente en el excelentísimo Cabildo, hasta que con la mayor brevedad disponga las incorporaciones del vecindario que por medio de sus diputados deben formar la Junta General del Virreinato, hasta que las provincias decidan el sistema de gobierno que se debe optar”, fueron las palabras de Argerich, en el deseo de los revolucionarios que vociferaban en la plaza y la sala, apoyados por los Patricios de Cornelio Saavedra y los Infernales de Domingo French.  En enero de 1811 la Primera Junta lo designa juez del Tribunal del Protomedicato y, en 1812, se le encarga un plan de educación pública con Luis Chorroarín y Diego Zabaleta. Y, como miembro de la Sociedad Patriótica, es parte de un borrador de Constitución, y de planes de atención pública.

Ante la falta médicos en general, y en especial en los ejércitos patrios, que hizo que se contraten extranjeros como el inglés Diego Paroissien/ James Paroissien, cirujano capitán de San Martín, Belgrano insta en la creación de institutos de formación  de médicos. Y que se envíe a los formados a su lado en la campaña del Ejército Auxiliar del Norte, y parte Argerich a los provincias del Alto Perú, teniendo una intensa labor en las batallas de Salta y Tucumán. Con la misma prioridad que cuando atendió en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, aquí curaba y salvaba vidas de españoles y patriotas por igual.

A pedido de la Asamblea del Año XIII encara un proyecto de Facultad Médica y Quirúrgica, que es aprobado en enero de 1813. Sin embargo, la urgencia de la campaña bélica de la Independencia, orientan sus energías a la creación del Instituto Médico Militar el 13 de marzo de 1813, el concreto precursor de la enseñanza universitaria argentina. Se la asigna la Cátedra de Clínica Médica, y la dirección del novedoso centro educativo americano, que fue la simiente de la carrera en la Universidad de Buenos Aires fundada en 1821. En 1814 dispondría del Reglamento de Medicina Militar, redactado con Francisco de Paula Rivero y Fabre, y que llamaría la atención del General José de San Martín, en cuanto modernizaba y jerarquizaba la atención sanitaria. También sería factótum del Tribunal de Medicina, antecesor de los colegios médicos, y que estaba facultado, entre otras cosas,  a juzgar los abusos, la impericia y los casos de curanderismos,  ejercicio ilegal de la medicina, y controlaba a las farmacias. Hasta ese momento quienes decidían en estos aspectos eran los funcionarios de los cabildos, sin ninguna competencia.       

Argerich y San Martín

La preocupación del Libertador de un cuerpo de médicos arrancó en la creación del Regimiento de Granaderos y, se agudizó, con la falta de la debida asistencia a los siete heridos que dejó el combate de San Lorenzo, del 3 de febrero de 1813. Uno de ellos con el hombro dislocado el mismo San Martín. La llegada de Francisco Argerich, hijo de Cosme, al día siguiente, solucionó provisoriamente la cuestión pero fue un pedido constante a los diferentes gobiernos porteños. Que fueron en aumento cuando asume la gobernación de Cuyo en 1815 y trabaja en el plan del Cruce de la Cordilleras, primera etapa de la liberación de Medio Continente. Es destacable que una de las primeras medidas de gobierno de San Martín haya sido la vacunación antivariólica a toda la población y la matanza de perros para evitar la rabia, en las enseñanzas de Don Cosme. Tenido a Francisco Argerich de  facultativo de confianza en Buenos Aires, y a través del médico chileno Juan Isidro Zapata, San Martín envía al Director Supremo una de las decenas de cartas solicitando “las medicinas y útiles precisos para un botiquín de campaña de que no puede prescindirse si ha de hacerse la de Chile”. Esta vez la recibe el director del Instituto Médico Militar, doctor Cosme Argerich, que el 12 de marzo de 1816 señala serias deficiencias en los envíos que parten, “lo que no ignora quien se halle medianamente instruído en materia médica”, “cuando recibí orden de VE para disponer un surtido de medicinas para el Ejército de Mendoza, se me previno…formarlo para dos mil hombres que iban a pasar inmediatamente la cordillera…-así- se formó un botiquín sobreabundante…pero si este número se triplica a seis mil – 3987 soldados y 1392 hombres de apoyo fueron finalmente los que cruzaron en enero de 1817-, es evidente que debe aumentarse la proporción…-además- es muy conducente saber si el acopio de medicinas remitidas debe servir al hospital fijo de Mendoza –que San Martín había creado-, o únicamente para el movible que debe pasar la cordillera. Hay una notable diferencia…según la lista que presentó el cirujano Zapata, más parece que se formó para un hospital de guarnición, que no para un movible…hay muchos medicamentos superfluos…ya he hecho presente en dos ocasiones que se deben tener prontas cinco o seis docenas de torniquetes para las urgencias”, remarcaba el especialista en el campo de batalla, que rectificó las provisiones médicas de la gesta emancipadora a tiempo, en los años que Mendoza fue el centro del universo de la Provincias Unidas del Río de la Plata, y traccionaba recursos, hombres, mujeres e ideas de toda la Patria.  Argerich en Buenos Aires se ocuparía del envío en junio de 1816 de medicamentos para un ejército de cuatro mil, o sea justo lo que precisaba San Martín. Y la causa americana.

Cosme Argerich siguió trabajando en el ejercicio de la profesión, atendiendo a enfermos sin importar la clase ni el color, y en consolidar la enseñanza científica. Víctima de un ataque, falleció repentinamente el 14 de febrero de 1820, y sus restos fueron inhumados en el Convento de San Francisco, acompañado por las camadas de médicos posrevolucionarios que formó con dedicación y paciencia. Rivadavia en 1823, que había apoyado su política sanitaria estatal y el control médico en áreas estratégicas de la gestión pública, dispuso el traslado al cementerio de La Recoleta. Entre otros homenajes del Estado, un hospital de agudos de Buenos Aires y nosocomio presidencial, en el barrio de La Boca, y el hospital militar central recuerdan al “primer Director de Sanidad Militar de los Ejércitos de la Independencia y Director del Instituto Médico Militar” En el llano, Argerich sería el primer sanitarista, y profesor en medicina, argentino.  

 

Fuentes: Furlong, G. Médicos argentinos durante la dominación hispánica. Buenos Aires: Huerpes. 1943;  Armus, D. Los médicos. Buenos Aires: CEAL. 1981; Elissalde, R. Tucillo, F. La sanidad y los médicos del Ejército de los Andes en revista Todo es Historia. Nro. 594 Enero 2017. Buenos Aires

Imágenes: Infobae

 

 

 

Fecha de Publicación: 26/09/2021

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