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Combate de la Vuelta de Obligado. Partes de la Guerra del Plata.

La prensa extranjera jugó su papel alimentada por los antirrosistas frente a los patriotas como San Martín.

En la serie de artículos en serargentino.com sobre la “Campaña del Paraná”, cómo debe ser vista en su totalidad, el Combate de la Vuelta de Obligado es una batalla entre otras, contamos el imprescindible apoyo de San Martín. Pese a que desistía una y otra vez de convertirse en un representante oficial de Juan Manuel de Rosas, su acción en la prensa y en la diplomacia europea no puede soslayarse. Inspirado y orgulloso del americanismo de Rosas, uno que la retórica del gobernador de Buenos Aires azuzaba a tambor batiente, el Libertador no dudo “lo que el deber impone… prestar servicios en donde usted crea conveniente… para repeler al invasor” El diagnóstico del Criollo más Grande del Nuevo Mundo no era errado, como decían furibundos los antirrosistas en Montevideo y París, y los pueblos de Medio Oriente, África e incluso América, con México, sufrían en carne propia de la agresión colonialista, una exacerbada por los  nacionalismos militaristas de mediados del siglo XIX. En uno de los diarios opositores a Rosas se publicaba en Uruguay este cielito, prototipo de gauchesco, celebrando la invasión anglofrancesa de 1845, “vaya un cielito rabioso/ cosa linda en ciertos casos/ en que anda un hombre ganoso/ de divertirse a balazos/ ay cielo, cielo, y más cielo/ este año por las cuchillas/ a costa de la invasión/ hemos de comer morcilla” Tales expresiones merecían de San Martín el desprecio y la ira, “tal felonía ni la muerte podrá acallar”

“La intervención de Francia e Inglaterra en los asuntos del Río de la Plata se llevó adelante con suficiente energía… como para probar que los temores de postergación que surgían de la falta de instrucciones y poderes claros y vigorosos eran infundados por completo…”aparecía en el influyente The Times el 24 de octubre de 1845, un mes antes del Combate de la Vuelta de Obligado, “no debe perderse de vista que el objetivo real de la intervención es liberar a la Banda Oriental del ejército invasor -se refiere al ejército de Oribe, aliado de Rosas, un presidente constitucional que había sido depuesto por Rivera con ayuda de los franceses, argentinos y brasileños- y restaurar el gobierno independiente que corresponde (sic)… si hay guerra entre Inglaterra y la República Argentina probablemente sea ocasionada no tanto porque hayamos tomado partido por Montevideo, como por los actos arbitrarios infligidos por Rosas al comercio británico durante la guerra del río” acota trayendo a colación que las intervenciones violentas de las potencias comenzaron en 1838 con el bloqueo francés . Sin embargo, y pese a qué nivel de importaciones británicas había caído casi un millón de pesos fuertes debido a los 900 días de bloqueo galo, los comerciantes británicos en Buenos Aires defendieron a Rosas, una gobernante que respetaba el monopolio de la corona inglesa reafirmado por los ejecutivos patrios desde 1810. En Londres, a miles de kilómetros de distancia, vociferan, “desde hace tiempo ha existido en Buenos Aires un grupo de ingleses decididos a permanecer ciegos ante las barbaridades y la insolencia del gobierno de Rosas” Los casi 35 millones de kilos de telas, o el más de un millón en lozas, entre miles de mercaderías comerciadas por los británicos durante el rosismo, guarismos de Woodbine Parish, encargado de negocios de la corona, señalan que tan ciegos no estaban, “no hay gaucho ni dama que no posee entre ropa, y utensillos,  algún producto salido de nuestras islas”, informaba Parish a sus superiores.

 

Vamos ganando

“Las escuadras aliadas, según nos hemos enterado, han derribado las baterías ubicadas por Rosas a la entrada del Río, y la abundante flota de naves mercantes reunidas en Martín García esperan órdenes inmediatas para dirigirse a su destinos” informaba victorioso The Times unos días después del Combate de la Vuelta de Obligado, y agregaba el real motivo contra la soberanía nacional, “no podía permitirse el bloqueo interno de territorios independientes -a eso llama a la República Argentina- mediante el taponamiento de uno de los grandes canales de comunicación la naturaleza (sic) por mero capricho de Rosas… esta acción es una de las más notables hazañas de guerra marítima que hayan tenido lugar en muchos años si se tiene en cuenta la magnitud de la empresa, las fuerza relativas de las partes, las fuertes posiciones preparadas con cuidado por el gobierno de Buenos Aires, y el tamaño pequeño de las naves que llevaron la bandera británica y francesa río arriba” pintaba un cuadro falaz debido a que la batalla fue entre modernos vapores de marina de guerra, y cañones de gran poder de fuego, frente a cuatro baterías improvisadas, con cañones de la guerra de la Independencia, y sin un ejército profesional.

“Durante largos años una guerra desoladora y sanguinaria había afectado el Estado del Río de la Plata. El comercio de todas las naciones se había interrumpido, y se han cometido actos de barbarie desconocidos en la práctica de la gente civilizada. Junto con el rey de los franceses estoy tomando medidas para lograr la pacificación de estos estados”, decía Lord Aberdeen en la apertura del Parlamento de Londres. Sin embargo el panorama era totalmente distinto en nuestro Litoral y la férrea resistencia de las milicias argentinas hizo imposible la misión militar y comercial de los extranjeros. La combinación de montoneras de gauchos e indios, con estrategias de tierra arrasada, dejaban totalmente indefensos a los buques de guerra y mercantes, que en muchas ocasiones debían arrojar por la borda los productos que solamente pudieron comerciar en Corrientes y Paraguay, ambos en guerra con Rosas -quien no reconocía independencia del Paraguay ni tampoco las cesiones correntinas a los paraguayos del territorio argentino.

“La ferocidad de la soldadesca de Rosas casi no tiene paralelos” escribía el corresponsal de The Timesen Montevideo, gobernada en los hechos por argentinos y franceses, y que resistía el sitio del ejército federal de Oribe y Urquiza en 1845, ya insoportable el bombardeo diario desde el cerro Maldonado, “el Capitán Reed, de la Nave de Su Majestad Racer, me contó que cuando la misma estaba anclada frente a Maldonado -Uruguay-,  un hombre fue decapitado por ellos por la simple acusación de haber facilitado algunas partidas de carne fresca al Racer, que la cabeza cortada fue pateada deportivamente a través de la plaza por los soldados, y que el oficial que ordenó la carnicería declaró en son de burla…”las órdenes de Rosas deben ser ejecutadas, y qué si le dijera que tenía que cortar la garganta de su propia madre, no vacilaría en hacerlo”” textual publicado en Londres para horror del lectorado europeo, que se empezaba a cuestionar qué hacían en aquellas pampas salvajes. Rosas había firmado el 1 de mayo de 1846 un decreto que establecía que todo aquel colaborador de los invasores sería ejecutado.

 

“Es así cómo luchan los voluntarios de Rosas”

La inteligente estrategia de Rosas, la guerra de nervios y desgastes, empezó a dar sus frutos recién en 1848, cuando las potencias europeas estaban sacudidas por movimientos revolucionarios, muchos de ellos que miraban con admiración al Señor de las Pampas. Además, el bloqueo había entrado en una etapa tediosa y el contrabando iba en aumento entre Buenos aires y Montevideo, y arruinaba los intereses de los comerciantes británicos y franceses. Un primer intento con el representante británico Hood había fracasado por la intransigencia de Rosas enfrentada a la intromisión de las potencias en los asuntos del Río de la Plata. Desde Gran Bretaña estaban muy ansiosos por finalizar el largo conflicto, donde ya empezaron a ver que tenían pocas cosas por ganar, y retiran sus tropas de Montevideo. Southern, un nuevo representante en Buenos Aires en 1848, explicaba los problemas para tratar con Rosas, “ahora han pasado tres semanas desde la firma del convenio… espero que me reciba de inmediato como corresponde… -Y cuando me recibe afirma que debo- entender como lo verán sus compatriotas recibiendo el representante británico mientras la escuadra argentina sigue detenida por los ingleses” Finalmente se firma el acuerdo en 1850, que reconoce el fin del bloqueo, la restitución de las naves argentinas, ninguna indemnización a los invasores, que sufrieron cuantiosas pérdidas materiales, y la negativa de Rosas a no intervenir en el conflicto uruguayo, algo que a la larga causaría su caída. Southern, en el informe final tras el éxito del acuerdo que ponía fin a la Guerra del Plata, y motivo de su ascenso a Río de Janeiro, redactaba, “no es sensato juzgar ligeramente los motivos de un hombre que ha descubierto los medios de gobernar a uno de los pueblos más turbulentos e inquietos del mundo, y con tal éxito que, aunque haya mucha motivo de queja, y no poca insatisfacción, aún así la muerte del general Rosas sería considerada por cualquier hombre del país como una desgracia directa. Por cierto sería la señal del desorden y las luchas intestinas, que llevarían al país a la miseria”, adelanta el diplomático inglés de doloroso y trágico camino desde 1852 a 1880.

Cerramos con dos fragmentos de la prensa, uno publicado en el Le Patriote Francais, y citado por Andrew Grahan-Yoll, “el 20 de noviembre de 1845 la posiciones del enemigo en el Paraná fueron atacadas por las fuerzas anglofrancesas. La resistencia fue obstinada. El combate duró desde las 10 horas hasta las 7 pm, cuando había sido tomadas todas las baterías, y el enemigo se encontraba destrozado y con pérdidas considerables. Al ser ocupada las baterías fueron hallados 250 muertos en una, y 160 en otra, todos ellos negrosSe capturaron 22 piezas de artillería. Cuando la infantería del enemigo comenzó retroceder, su propia caballería cargó contra ella para obligarla reanudar el combate. Así es como luchan los voluntarios de Rosas” Aparece en “El Progreso” de Chile, y citado por Adriana Amante, “los argentinos residentes en Chile, proscriptos de su patria, pierden desde hoy la nacionalidad que los constituía una excepción y un elemento extraño a la sociedad que viven… deben considerarse chilenos desde ahora y aceptar con gusto y merecer una nacionalidad que es digna de hombres libres. La patria no está en el lugar que nos ha visto nacer” firmaba Domingo Faustino Sarmiento.

 

Fuentes: Amante, A. Poéticas y políticas del destierro. Argentinos en Brasil en la época de Rosas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. 2010; Grahan-Yoll, A. El inglés. Rosas visto por los británicos.  Buenos Aires: Editorial Marea. 2017; Parish, W. Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata. Buenos Aires: Hachette. 1958

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