¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 07 De Junio
En 1972 el Presidente de facto General Alejandro Agustín Lanusse soñaba con un Gran Acuerdo Nacional (GAN) que nunca estuvo bien claro de qué se trataba exactamente. Parecía como una vuelta a la democracia vigilada por los militares y precisamente los alcances de esa vigilancia era lo que no estaba bien claro. Incluía una proscripción a Perón pero no al Peronismo.Para ese momento el Secretario General de la CGT era José Ignacio Rucci, que creía fervientemente que Perón podía volver y controlar el país. No así como otros líderes sindicales.
Párrafo aparte para uno de los ‘desconfiados’: ‘El loro’. Quizá por Lorenzo, quizá por la forma de su naríz. Ni más ni menos que Lorenzo Miguel. Nunca llegó a Secretario General de la CGT (no se si se lo propuso, siquiera). Pero fue un hombre muy fuerte del sindicalismo nacional. Fue Secretario de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), ahijado político en la UOM del asesinado Timoteo Vandor. Quizá por eso en 1972 (tres añitos después de lo de Vandor) alguien puso una bomba en la UOM. Uno imagina que los muchachos de la izquierda peruca, es decir los Montos o amigos. Después de todo, Lorenzo era uno de los sindicalistas peronistas históricos que estaban enfrentados con los revolucionarios de la Juventud Peronista (JP) y las agrupaciones armadas. Nunca se adjudicó nadie el atentado y ‘El loro’ lideró la UOM poco menos de unos veinte años más. A diferencia de Rucci, no creía que el General iba a volver con poder a la Argentina y suscribió al GAN con otros sindicalistas, lo que lo relegó un poco ante la mirada atenta de Perón. Una vez fallecido Rucci hubo un vacío de poder en la CGT y Miguel fue uno de los actores principales de la conquista de la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo. Y fallecido el General no se llevó nada bien con sus sucesores y de hecho fue el único sindicalista en hacerle un Paro General a un gobierno peronista (7 y 8 de junio de 1975).
Volviendo a Rucci, José Ignacio fue el factotum del enriquecimiento sindical, que comenzó durante su gestión. Porque los Montos le achacaban que pactaba con los militares para denostarlo pero algo de eso podría haber habido y ser una explicación a la inexplicable ley 18.610 sancionada durante el gobierno del General Onganía en 1970. Inexplicable por ser sancionada por un gobierno militar para beneficiar a los sindicatos. La 18.610 es nefasta. Esa la típica ley argentina promulgada para arreglar un problema, pero que lo agrava. Hasta ese momento las obras sociales eran un desastre. La atención era muy mediocre. Entonces a alguna lumbrera militar se le ocurrió que el problema era que no tenían fondos suficientes -lo que podría no ser erróneo-, y que esos fondos saldrían de los aportes de los empleados (no se si revisaste tu recibo de sueldo, pero es ese 3% que te sacan) y de los empleadores (por eso tu sueldo le sale un 40% más que lo que recibís en tu mano).
Los gremios ya manejaban la caja de sus obras sociales así que de la noche a la mañana se encontraron con millones y millones en sus arcas. Y acá vuelvo a Rucci y sus vínculos con el gobierno de Onganía. Un boludo... O quizá José no vio en ese momento todo lo que significaba esto. O lo vio pero pensaba que realmente la gestión llegaría a los trabajadores. Los militares quizá se quisieron sacar el balurdo de encima encajándoles las cajas a los sindicatos y pecaron de giles. O tenían una buena intención con esta ley, solo que le pifiaron feo.
Un ratito después los Montoneros emboscaron y asesinaron a Rucci (ver Parte II de esta nota) en 1973. Y en 1974 murió el Presidente Perón.
Estos dos factores fueron clave en la reconversión del movimiento sindical argentino.
Una vez que murió Perón el caos que hasta ese momento era incipiente y casi una pelea entre peronistas por el poder, se descontroló. María Estela Martínez gobernó (si se lo puede llamar así) influenciada por la vieja guardia. La derecha peronista. José López Rega como la cara más visible de su troupe. Fueron años muy violentos en donde la guerrilla se ocupó por un lado de secuestrar empresarios para financiar la compra de las armas que necesitaban, y por el otro de pelearse contra el Gobierno. Para colmo, a ‘Isabelita’ se le fue la economía de las manos. Imagino que una vez más fue una zamarreada de árbol que llevaron a cabo los empresarios más poderosos (ahora les dicen ‘El círculo rojo’). Tiene lógica: los negocios no prosperaban y encima lo secuestraban. Pero no estaban solos. La UCR, la Iglesia, los militares y propios peronistas fueron los actores activos del Golpe del ’76. Lo que siguió fueron años más violentos porque a la violencia de los guerrilleros se le sumó la contraofensiva de las Fuerzas Armadas.
Volviendo al movimiento de los trabajadores, muerto Rucci quien se sentó en el trono como Secretario General de la CGT fue el Textil Adelino Romero. Que pasó sin pena ni gloria porque su reinado duró poco más de un año. Adelino murió unos días después de Perón de una manera de la que muy poco se sabe... ¡Chan!
El movimiento obrero ya estaba comenzando a pudrirse por dentro. Quizá ya era mucho el dinero que manejaban los sindicatos y el descontrol del país no ayudaba.
En el ’75 tomó las riendas el célebre Casildo Herrera. Más célebre por su frase ‘Yo me borré’, que por sus iniciativas como lider sindical. La historia dirá que el día anterior al Golpe del ’76 se rajó al Uruguay seguramente sabiendo lo que se venía. En el puerto de Carmelo lo abarajó un periodista uruguayo que le preguntó por la situación del país y el trajeado (eran épocas fashion: el Presidente Interino Raúl Lastiri se había jactado de tener trescientas corbatas) Casildo respondió ‘No se nada. Yo me borré’. Un día después los militares tomaron el poder y ese mismo año disolvieron la CGT.
En el ’83 volvió la democracia y el radicalimo encabezado por Raúl Alfonsín le ganó las elecciones al peronismo que se había presentado con Ítalo Luder como candidato a presidente. A los peronistas no les gustó eso. La economía no mejoró. Y los sindicalistas lo llenaron de paros generales (13) y reclamos. Alfonsín después de soportar dos alzamientos militares (quizá doloridos por el Juicio a las Juntas Militares y por no tener su correlato con los terroristas) fue forzado por el bendito Círculo Rojo y los peronistas a abdicar un gobierno en el que tuvo la oportunidad histórica de sacar al país adelante pero terminó en la nada misma.
O sea: seguíamos siendo un país violento, pero con una violencia que se iba corriendo de las armas al dinero.
Para entonces, el líder de los trabajadores hacía un par de años era un tal Saúl y los muchachos de los sindicatos comenzaban a tomarle el gusto a las montañas de guita que recaudaban.
En la Parte IV – Grand Finale – te cuento sobre los sindicalistas de hoy en día.
Imágenes: Télam
Fecha de Publicación: 14/05/2023
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