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A los tambores: del candombe a la murga

Un aporte fundamental de la cultura negra a la Argentina es la murga, que desde el Río de la Plata se esparció a cada callecita y plaza popular con el tantan ancestral.

Historia
cultura negra argentina

Cosa de negros. Así nació en la lejana Colonia el candombe y la murga, alrededor de alguna celebración  religiosa, y cuando se permitía a los esclavos un poco de esparcimiento mitigante de su humillante condición. Vicente Rossi en “Cosa de Negros” (1958) nos transporta a la neblina y polvareda de la Aldea porteña, “un negro viejo da un salto acompañado de un alarido y queda inmóvil de un pie, encogido el cuerpo…se entrega a una serie de saltos acompasados, girando sobre sí mismo, levantando las piernas alternativamente…otros negros se apresuran a acercarse al que está bailando, algunos van marcando el compás con sus piernas hasta llegar a él, en pocos instantes lo rodea un círculo en el que el orden de colocación son muchos los que bailan y cantan de la misma forma…la danza de la raza, que es la voz del terruño nativo, que es la bandera en sílabas armónicas”, y danzarina, agregamos a la cita de Mauricio Kartún, y que sigue vibrante en los murgueros bonaerenses de los cuatro últimos siglos.

En la antesala de la Revolución de Mayo los negros están organizados en naciones, según las respectivas tribus africanas, y el candombe regala color a una monótona ciudad. Antes que Isidora Duncan y Charly García, transforman el himno en una fiesta popular para los horrorizados patriotas de 1822 y se reflotan antiguas prohibiciones virreinales, “todo bajo pena de azotes y cárcel”, pese a que regían las emancipadoras medidas de la Asamblea del Año XIII. Igual, no importa. En los arrabales del Sur, allá en el barrio Mondongo, surgen guerrillas carnavalescas de negros con sus figuras, el escobero –el actual director de la murga-, el lascivo panzazo y,  las primeras bombitas de vegijas de vaca, o avestruz, que pesaban unos ¡cuatro kilos! La clandestinidad de estos primeros candombes concluye en 1828 con el ascenso de Juan Manuel Rosas junto a sus dos fuerzas aliadas, el negro y el gaucho. Esta circunstancia novedosa en la arena política, materia de discusión ideológica e histórica sin fin, arroja en lo cierto que los negros organizan sin prohibiciones ni discriminación sus candombes con nombres como Congo, Mozambique o Mondongo, nombres de barrios, al igual que hoy en día. “Mañana e sábado y yo/a utesi que e mi mujer/la he de lleval al candombe/polque va Don Juan Manuel” suena atronador desde La Boca a la Plaza de la Victoria –actual de Mayo-.  Obligado por el bloqueo anglo-francés a partir de 1844, Rosas prohíbe el carnaval, y evita infiltraciones invasoras que se aprovechen de los festejos populares. Los vencedores de Caseros extienden la restricción y enclaustran a las comparsas a lugares cerrados. Y cuando en 1869 Buenos Aires decide organizar el primer corso municipal para una joven Nación,  “no faltaría más –decía el diario La Tribuna- que para complacer a media docena de asnos, que le gusta hacer cabriolas de vereda a vereda, se vaya malograr  la maravillosa idea del Jefe de Policía” Despreciados y diezmados, recordar las batallones enteros de negros porteños que mueren en las primeras líneas de la Guerra del Paraguay,  empieza la lenta asimilación de la cultura candombera en los criollos y los inmigrantes.

Negros no tan negros

En los estertores decimonónicos conviven la cultura negra asimilada y, otra, que se resiste con candombes combativos, “Penitentes candomberos” o “Primitivos del Sud” Sin embargo irá imponiéndose allende los arrabales las comparsas de los falsos negros, niños bien que se embadurnaban la cara de negro para escapar de una represiva moral, las comparsas de inmigrantes españoles e italianos, la famosa Sociedad de Pescadores con su camisas rojas garibaldianas, las murgas de los indios, unos revoltosos compadritos y malevos el resto del año, y los centros nativos, las primitivas peñas con espíritu carnavalesco, “La yerra” o “Los nietos de Cacasutas” las más conocidas, y donde debutaría un tal Carlos Gardel. Y se transforma el corso en una industria floreciente de trajes y artículos de cotillón, tanto que Buenos Aires se convierte en  el principal importador de serpentina del mundo hasta que la municipalidad decide prohibirlo por .los accidentes de tránsito. Interviene el ministro del Interior del presidente Roca aunque finalmente los importadores vencen y llueven las serpentinas. Tal es la envergadura de estos corsos de comparsas y murgas, casi nulos candombes, que para los festejos del Centenario se suceden 25 corsos en el casco céntrico y se celebra en 150 cuadras.

En esta mezcla carnavalera, asimilando la danza de la raza negra, estuvo el tango. Uno de los principales compositores para las comparsas fue Ángel Villoldo, el autor del inmortal “El choclo” Muy activo  en los barrios del Sur, cuarteador en la barraca de Montes de Oca y atracción de los cafés y prostíbulos de La Boca, Villoldo rescata del lunfardo “farra” en su auténtica raíz festejante, “Farristas bebamos/Qué corta es la vida/Y alegres brindemos/ Por el Carnaval/La diosa Locura/A todos convida/Y solo debemos/Beber y danzar/Es un farrista muy calavera/De las muchachas  adorador/Siempre de farra, por donde quiera/Lo verán siempre, como un milor –señor-” Letra y música para la comparsa “Los farristas”, constituída en 1895, y que ensayaba en un conventillo de la calle Suárez. Villoldo compondría luego el tango “El farrista” en 1903.

Todos querían ser premiados en los concursos organizados por el diario La Prensa y su hall, hoy sede del ministerio de cultura porteño, fue testigo de la transformación de las comparsas y sus carros en las murgas, más cercanas al baile, y en sus cantos aparece inédito el doble sentido, “Los amantes de las nenas bien” o “La familia largavientos”,  y referencias políticas que incluyen el anarquismo y el socialismo, y allí “Los hijos del pueblo”

En la década del treinta estallan las murgas barriales y se proletariza con vestuarios que incluyen arpilleras y latas, “Dormidos de Mataderos”, “Averiados de Palermo”, “Yankis de Villa Crespo”, entre otros. Con la llegada del peronismo se viven diez años de esplendor de comparsas y murgas, “comparsas bullangueras e indecentes que mueven a lástima, que niegan nuestra cultura (sic) y que nos muestran ante el mundo como un pueblo primitivo”, menciona el candidato de la Unión Democrática, Luis Mosca. Tras el derrocamiento de Perón en 1955 se vuelve a prohibir los corsos, algo que ocurre nuevamente en 1976 y agravado, porque se eliminan las fechas feriadas.

Cuando los miliares de la autodenominada Revolución Libertadora fueron a quemar todos los registros de marchas y canciones peronistas en SADAIC no encontraron “Los Muchachos Peronistas”, aquella inspirada en las melodías de la comparsa boquense El Trapito en los treinta.  Una versión atribuye la letra al cirujano, futbolista y político Oscar Ivanissevich, que retomaría la marcha en tempo murguero del Club Barracas Juniors, y que fue escrita mientras frecuentaba la casa de Quinquela Martín y el estudio de Juan de Dios Filiberto.

Coco, el Rey Momo ha vuelto

Con la democracia retornan los carnavales multitudinarios a la avenida de Mayo y se replican en los barrios porteños, y del conurbano. Los primeros corsos recuperan su lugar de encuentro y celebración, y aparecen novedades como las murgas travestis, con transgresores artistas en Batato Barea y Alejandro Urdapilleta, o los primeros escenarios abiertos a la música tropical, y el debut en Buenos Aires de varios músicos muy populares en la década siguiente como Rodrigo o Lía Crucet. Un antecedente fue la murga de Teatro Abierto, el liberador espacio teatral del Teatro Picadero, que organizó en 1983 un gran corso de cuarenta cuadras por avenida Corrientes, y  que hermanaba a los teatristas de vanguardia con los carnavaleros. Félix Luna, en su rol de secretario de cultura porteño del flamante gobierno radical, impulsa la cultura carnavalesca desde el programa cultural en barrios, y organiza el Primer Encuentro de Murgas. Y se estrenan los documentales  “Chiflados y Mocosos” de Eduardo Mignona, sobre las legendarias murgas de Liniers, y “Los Fantoches de Boulogne” de Daniel Monayer, ambos audiovisuales que valoran las luchas de los murgueros contra la represión, y la censura, más el desprecio de la cultura oficial.

En este marco surge la acción de Coco Romero, murguero, músico e investigador del género, que desde 1988 viene desarrollando en el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (UBA)  una intensa actividad con talleres, publicaciones y espectáculos “Ese primer año lo realizamos junto con el antropólogo Ricardo Santillán Güemes …preparamos el seminario cubriendo el aspecto teórico y dándole la voz a las murgas que volvían al circuito del carnaval como “Los Mocosos de Liniers”…la joven murga de Daniel Reyes (Pantera), “Los reyes del movimiento de Saavedra” y “Los xeneises de La Boca” La mayor parte de los participantes se convirtieron en nuevos eslabones y continuadores en recuperar la murga”, acota Romero en una cita de Alicia Martín. Tal revolucionaria empresa educativa convocando a los maestros carnavalescos dio sus rápidos frutos y se multiplicaron a bombo y platillo por barrios,  y plazas del país, los alumnos de los talleres del Rojas. Surgen los ya legendarios “Quitapenas”, unos talleristas noveles que fundaron la primera murga sin barrio. Tras ellos aparece un activismo murguero inusual desde los cincuenta, cruce de clases, culturas y edades. Además glorias como Eduardo “Nariz” Pérez o Guigue Mancini, entre otros, incursionan en las artes escénicas y llevan a la murga a nuevos niveles artísticos. La murga recuperaba identidad y calidad. Y Coco Romero continúa de galera y bastón al frente de esta epopeya del resurgimiento murguero.        

 

Fuentes: Kartun, M. Del candombe a la murga. Dos siglos de Carnaval porteño. En revista Crisis Nro.22 febrero 1975. Buenos Aires; Folino, N. Las cosas que se piantan. Buenos Aires: CEAL. 1971; Romero, C. (comp) Talleres de Murga del Rojas. El árbol genealógico. Buenos Aires: Libros del RojasUBA.2011.     http://www.rojas.uba.ar/contenidos/revistas/pop_up_corsito1.php

 

Fecha de Publicación: 15/02/2021

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