¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 01 De Febrero
Durante los últimos años del siglo XIX, las ideas sociales se instalaron en la clase política local. La existencia de un intenso contacto con la inmigración europea abriría el camino a la innovación, que tenía su base en las masas de trabajadores asalariados. Los obreros y la nueva fuerza laboral surgida de los conflictos modernos, terminaron por tener su propio lugar.
Muchos eran los “desclasados” surgidos de la Conquista del Desierto. Proscritos en su lugar de origen, gran cantidad de pueblos de las llanuras bonaerenses y de la Patagonia, se desempeñaron como peones y obreros alrededor de las ciudades. Buscando el progreso del sector agropecuario (más extendido que otros), la Argentina adhirió a la última etapa de la Revolución Industrial. Las fábricas se ubicaron en las afueras de las grandes urbes ayudando a desarrollar a su alrededor barrios y asentamientos que no siempre estaban planificados. La llamada “peonada” surgió, sin duda, de la necesidad de mano de obra. Sin embargo también generó reclamos que incluso en su tiempo ya eran muy antiguos como los sindicatos, que rápidamente encontraron su espacio.
Aseguran los estatutos mutualistas:
“Las cooperativas y mutuales son ramas de un mismo tronco. El origen de estas asociaciones es netamente popular, son los hombres quienes crearon estas instituciones, adoptando uno u otro esquema según las circunstancias y los objetivos a lograr pero con la misma finalidad de mejorar sus condiciones económicas y de trabajos promoviendo así una positiva acción social. Si nos preguntamos que se propone el cooperativismo responderíamos de inmediato: desarrollar la democracia, elevar la dignidad, la responsabilidad y la conciencia de los seres humanos, apoyar la libertad, promover la educación, hacer más equitativa la riqueza. El mutualismo persigue los mismos fines dentro del campo de los servicios que le son tradicionales y los nuevos que van respondiendo a las necesidades del momento. Cooperativismo es producción y mutualismo es previsión”.
“La Doctrina y los Principios que la rigen son análogos. Ambas tienen carácter social y han logrado un alto grado de desarrollo en la economía de los países. Son entidades que llevan al terreno social y económico la idea de la democracia y la practican en su más pura concepción. Los grandes maestros del mutualismo y del cooperativismo han afirmado que estos sistemas coinciden también en el respeto a la libertad individual. La defensa de la propiedad privada. El rechazo a todo sistema colectivista que pretenda quebrar la libre voluntad de los hombres. Las necesidades de orden económico, cultural, social, recreativo, turístico, provisional, de crédito, vivienda, consumo, transporte, producción, servicios etc., tienen solución efectiva cuando el hombre se agrupa con sus semejantes con ánimo de construir una hermandad bajo el signo del progreso; y es en este sentido se mueven las cooperativas y mutuales. De sus estructuras emerge un elevado bienestar colectivo y un orden de cosas luminosas, que alejan los desenfrenados fines de lucro; resolviendo grandes problemas sociales, en una organización de personas al servicio de las personas. Donde los intereses de todos, y de cada asociado, son una única cuestión y en el que el patrimonio más preciado de la institución es el asociado. Hacerlo no cuesta dinero, es gratis”.
(Documentación tomada de La Falda, Cuadernillos de cooperativismo y mutualismo – Ministerio de Educación, Córdoba – junio 2007)
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Fecha de Publicación: 10/08/2020
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