¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónEl concepto geográfico de “frontera”, reviste una limitación paradójica: la invisibilidad. Es cierto que muchos países tienen fronteras establecidas por accidentes naturales. Quebradas, ríos, cañones, cadenas montañosas. Pese a esto, en algunas oportunidades las líneas que delimitan la vecindad de los territorios, son el resultado de acuerdos políticos. Por eso la mayoría de las fronteras terminan establecidas subjetivamente, aunque se las deba ubicar entre paralelos y meridianos muy estrictos.
En América la doctrina del uti possidetis juris se mantuvo vigente al menos hasta 1881. Quiere decir que las divisiones regionales trazadas por los españoles no se alteraron por mucho tiempo.
A este respecto debemos admitir que el mundo está dividido en incontables coordenadas para poder ser comprendido, concebido y, además, conquistado.
Respecto a la doctrina del uti possidetis juris aplicada en América, las fronteras entre los países se discuten desde los días de Cristóbal Colón. Dos años después del descubrimiento, se firmó un acuerdo entre Portugal y España para repartirse el Nuevo Mundo. La firma se llevó adelante en Tordesillas. Consistió en acordar que los intereses de España no sobrepasaran a los de Portugal. Del mismo modo, los intereses de Portugal no debían extenderse sobre el descubrimiento de Colón. Ignorando la magnitud continental, se trazó una línea de “polo a polo” que dividiría las tierras del Atlántico entre ambos imperios.
Desde ese día, Chile y Argentina quedaron del lado español. Sin embargo, muy compleja fue su configuración geopolítica. Parecería sencillo decir que todo lo que está de un lado de los Andes es argentino y lo que está del otro, es chileno.
Pero semejante obviedad terminó siendo insólitamente confusa. Cada uno de los límites entre ambos países se ubica entre montañas intransitables y canales de navegación laberínticos.
Los problemas en este aspecto comenzaron ya en los días de Magallanes, cuando Elcano insistía con encontrar el Pacífico. ¿Cómo podían delimitarse las fronteras en el océano?
El Canal de Beagle se convirtió en un conflicto mucho tiempo antes de las discusiones que estuvieron cerca de llevarnos a un conflicto armado.
Precisamente, cuando la conquista de Chile tuvo lugar y sus territorios se expandieron hacia el sur, Argentina también decidió explorar la Patagonia y extender su influencia territorial.
Como emulando al acuerdo de Tordesillas, un tratado bilateral de cuarenta artículos y uno introductorio, fue firmado en 1856. Marcando una clara división de la cordillera andina, dice textualmente:
“Habrá paz inalterable y amistad perpetua entre los Gobiernos de la República de Chile y la Confederación Argentina, y entre los ciudadanos de ambas Repúblicas, sin excepción de personas ni de lugares, por la identidad de sus principios y comunidad de sus intereses” (Tratado de paz, amistad, comercio y navegación entre la República de Chile y la Confederación Argentina, firmado por el presidente de Chile y el Encargado de Negocios argentino, don Carlos Lamarca).
Las certezas surgidas de este tratado se limitaron a los grandes picos y las trazas de navegación básicas. Pero toda la cartografía diseñada desde 1856 en adelante sería contradictoria.
Únicamente hacia 1881, se bosquejó la línea correspondiente al corte de los Andes en partes equitativas y hubo un convenio respecto a algunos de sus pasos. No obstante, respecto a los archipiélagos del sur, si bien se estableció la posesión de la Isla de los Estados, el resto siguió ignorándose.
Una apelación sugerida por Julius Popper en 1890, puso en duda el estado de la cuestión. Según él, Argentina debía controlar las islas orientales del canal. Picton, Lenox y Nueva coincidían con la distribución natural del territorio argentino. El argumento fue considerado poco sustentable.
Existieron al menos diez conflictos entre ambos países antes del surgido en 1978. Es muy importante aclarar que, como tal y más allá de los antecedentes históricos, fue producto de las desavenencias diplomáticas entre dos dictadores: Videla y Pinochet. Reflotando los reclamos de tiempos de Popper, los argumentos alcanzaron proporciones impensadas.
Igualmente existe una verdad geopolítica imposible de evadir: todo conflicto nacido entre dictaduras, responde a una casuística dudosa y por consiguiente a una interpretación limitada a sus intereses transitorios.
En consecuencia, las mediaciones surgidas de este asunto resultaron en un largo proceso de resolución diplomática, que incluyó la intermediación del Vaticano.
Como el contexto internacional esperaba, la resolución de la cuestión, tuvo lugar en los días del regreso a la democracia en Argentina después de la Dictadura Militar. Durante la presidencia del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, a partir de una consulta popular no vinculante, la destacada participación del canciller Dante Caputo resultaría concluyente para llegar a la paz definitiva entre ambas naciones. Fue así como, en 1984, con la intermediación de Juan Pablo II, se firmó en el Vaticano el Tratado de Amistad y Paz entre Argentina y Chile. El Canal de Beagle, nunca debería volver a ser un problema.
Fecha de Publicación: 27/10/2019
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