¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Jueves 23 De Marzo
Buenos Aires en 1934 fue testigo de dos hechos trascendentales para la identidad nacional. Uno fue el XXII Congreso Eucarístico Internacional, tal vez la mayor movilización de masas de la historia argentina, y otro, menos atendido, igual de relevante, el Primer Congreso Internacional de Radio, una actividad organizada por los influyentes medios argentinos que recibieron a más de 40 países. Lo de influyentes no es figurado, tras 14 años de desarrollo, las broadcasting nacionales eran los modelos de las norteamericanas y europeas por la variedad de contenidos y el alto nivel profesional. Durante varios días se discutieron los adelantos tecnológicos y las posibilidades de un medio que permitía diversidad de opiniones e instantaneidad. Recordemos que Argentina también fue adelantada en las transmisiones en directo, tanto con la asunción del presidente Alvear en 1922 como de un Argentina versus Uruguay en la cancha de Sportivo Barracas en 1925. Ni hablar del desarrollo fundador de la publicidad, la música en vivo, los informativos y la estrella de los hogares entre 1930 y 1950, los radioteatros. “Yo quiero reclamar, no por inmodestia, ni para aumentar el mérito nuestro, sino porque le corresponde a la ciudad y al país la absoluta seguridad que la primera transmisión nuestra fue la primera del mundo en radiodifusión”, decía entonces el médico Enrique Telémaco Susini, hijo del primer otorrinolaringólogo del país, y uno de “Los Locos de la Azotea”, a quienes el presidente Yrigoyen no dudó en describir para la posteridad: “Esos jóvenes, que juegan a la ciencia, tienen un genio adentro”. Un genio que vivía en el futuro.
¿Quiénes eran los Locos de la Azotea? Enrique Susini, recién recibido de médico, 25 años, y los estudiantes de medicina César Guerrico, 22; Luis Romero Carranza, 22; y Miguel Mujica, 18. Todos habían quedado fascinados con los experimentos de Guillermo Marconi y la “telegrafía sin hilos”, en su paso durante el Centenario. Unos años más tarde Susini viaja a Francia, durante la Gran Guerra, y observa en directo el uso militar de la incipiente radiofonía. Cuenta la leyenda que entre sus ropas, de contrabando debido al secreto militar del equipo, vuelve con el transmisor de 5 Kv que hará historia un 27 de agosto de 1920. “Éramos médicos estudiosos de los efectos eléctricos en medicina y también radioaficionados lo suficientemente bien informados como para estar a la vanguardia. Pero básicamente éramos personas imaginativas, amantes de la música y el teatro. Por eso se nos ocurrió que este maravilloso invento podía llegar a ser el más extraordinario instrumento de difusión cultural”, decía Susini dándole a la radio una partida de nacimiento argentina inspirada en las artes y la democracia.
Trepados a la azotea del Teatro Coliseo de la calle Charcas –hoy Marcelo T. de Alvear y 9 de Julio– transmitieron la ópera Parsifal, a menos de un centenar de radios a galena. Al día siguiente siguieron más óperas mientas perfilaban LOR Radio Argentina, la primera licencia de la radiodifusión nacional, y que tenía como fin difundir el arte y la cultura gratuitamente. Si bien hubo intentos experimentales anteriores desde 1907 en Estados Unidos, y ese mismo agosto de 1920 una radio en Detroit compartía los esfuerzos de los argentinos en la transmisión continúa, es cierto que en el Río de la Plata se alumbraba una idea contemporánea de una radio como productora de contenidos artísticos más que como una propaladora.
Algunas que acrecentaron la aventura en amplitud modulada fueron Radio Argentina, Porteña, Cultura, Municipal, Del Pueblo, El Mundo, Excelsior, Rivadavia, Nacional Mitre, Del Plata, Belgrano, Splendid, y luego con la renovación de mediados del siglo pasado, y la llegada de la FM en los ochenta, destacamos en apretada síntesis a Radio de la Ciudad, La Red, Radio 10, AM 750, Cooperativa, Horizonte, Metro, Rock & Pop, La 100, Aspen, Pop, Mega, Folklórica, Clásica, La 2x4, Blue, Radio Tucumán, Mar del Plata, Cadena 3, La Colifata, Palermo y La Tribu. A modo de celebrar el sentido de comunidad traducido en ondas –y bit- que significa la radio de siempre, y que en épocas de cuarentena mundial repuntó en audiencias por ser un amigo fiel, dos momentos para recordar del espíritu transgresor e inclusivo de la radio argentina que se revitaliza de la galena a la app.
Taxi se transformó, en 1984, en uno de los principales programas de una renovada Radio Belgrano dirigida por Daniel Divinsky, el histórico editor argentino. “Era parte de la ebullición del retorno democrático, de haber dejado atrás la dictadura militar; no había en radio un programa así, dirigido a los jóvenes”, comentaba su factótum, el entrañable Tom Lupo, un alma sensible que mejor llevaba los ideales de Susini por la radio difusora de cultura. “Nunca olvidaré un día en Villa Gesell, se me acercó un muchacho agradecido porque había conocido a Macedonio Fernández gracias a mi programa”, remataba Lupo, quien hizo debutar en el aire a Bobby Flores. Uno de los columnistas invitados, un músico que incluso reemplazó a Lupo en unas vacaciones, fue Luca Prodan. “Habitualmente era muy zafado”, decía Lupo y agregaba el chaqueño con ese tono porteño, digno de un cantor de tango: “Un día dice algo así como que 'vos vas por la vida y por ahí viene un colectivo 60 y te hace mierda'. Yo le hice enseguida una seña y él, entonces, dice: 'Uy, dije mierda'. Nunca supe si me redobló la apuesta, o fue un sincero pedido de disculpas, porque aprovechó y lo dijo de nuevo”, cerraba el locutor y sicoanalista sobre un inesperado momento, precursor de una radio desbocada, libre, y que tendría a Elizabeth Vernaci y Fernando Peña entre sus más genuinos herederos.
Otra más de los ochenta, que junto a la década del cuarenta fue las más creativa de la radio argentina sin dudas, algo que se puede constatar fácilmente escuchando los miles de hijos al aire, en streaming y en podcast de Radio Bangkok, aquella propuesta radial rompedora conducida por Lalo Mir. Un grupo de estudiantes de una fresquita Carrera de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires anhelan tener su propia radio alternativa, tal era la explosión de emisoras sin licencias que rondaban las 400 en 1989. Y explosión no es un término al azar en el año del derrumbe económico, los saqueos y la claudicación del proyecto alfonsinista democratizador a manos del neoperonismo de Carlos Menem. Unos jóvenes, tan jóvenes como los Locos de la Azotea, habían alquilado un pequeño departamento para iniciar las transmisiones de La Tribu, un medio que fue el primero en imponer la agenda feminista y de la diversidad sexual, entre otras cuestiones que no entraban en las “radios comerciales”. Pero había un problema: no tenían antena en la terraza. Ni siquiera la llave del último piso. Esa misma noche de octubre estaba convocada una reunión de consorcio, a la cual asistieron parte del grupo fundador, Hugo Lewin y Viviana Rybak, mientras Ernesto Lamas, María Cabrejas, Ivana Erlichman y Déborah Gornitz seguían luchando con la consola, en verdad un humilde mezclador de disc jockey. Todos querían salir al aire cuanto antes pero era imposible sin antena, claro. Presentados Hugo y Viviana a los vecinos del edificio como “docentes de un taller de radio, profesores de universidades privadas y estatales, por las dudas”, esperaron tres “interminables” horas a solicitar cortésmente un ansiado permiso. Pero uno de los censorcitas, alegando conocimientos técnicos, se negó rotundo y frustraba así los sueños de los nuevos Locos. Primero fueron los recuerdos de viejos radioteatros, y presentaciones musicales en estudios radiales, lo que ahogó la resistencia de aquel señor y, finalmente, la opinión de una vecina destrabó el entuerto: “Después de todo, si yo tengo mi propia antena de TV, ellos también pueden tener la suya de radio. Si yo tengo derecho a ver bien TV, ellos tienen derecho a escuchar bien la radio”. A las once de la noche se firmaba el acta, incluso por el disconforme técnico, y nacía al éter FM La Tribu.
Coda final: dos de aquella barra entusiasta de Los Locos de la Azotea, Susini y Guerrico, fueron también responsables de la primera transmisión televisiva argentina en 1951. Esa es otra historia.
Fuentes: Ulanovsky, C. Panno J.J. Tijman G. y Merkin M. Días de radio (1920-1959). Buenos Aires: emecé. 1995; Ulanovsky, C. Pelayes, S. Ronzoni, A. Lema, G. Radio Belgrano Radio Belgrado 1983-1989. Buenos Aires: Colihue. 2014; La Tribu. Comunicación Alternativa. Buenos Aires: Ediciones La Tribu. 1999; https://www.cultura.gob.ar/quienes-fueron-los-locos-de-la-azotea_6357/
Fecha de Publicación: 27/08/2020
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