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Tapamate: una idea simple para un problema frecuente

¿Terminaste de tomar mate fuera de tu casa y no sabés cómo hacer para que la yerba no se vuelque? Dylan se preguntó lo mismo y, a raíz de esa necesidad, creó una solución. Conocé Tapamate.

Para muchos de nosotros es indispensable. No importa dónde vayamos ni qué tan largo o corto sea el viaje: el mate viene con nosotros. Pero seamos sinceros: llevar el equipo de mate de acá para allá no es para nada práctico. Termo, bombilla, mate, yerba, azúcar (el que le pone) y –por supuesto– algo para acompañarlo: unos bizcochitos, unas facturitas, unas galletitas, algo. ¿Vale la pena? Sin dudas. En el momento en el que el cuerpo pide unos mates, ese instante sublime hace que toda la molestia se justifique instantáneamente.

Sin embargo, una vez que terminamos las rondas y el mate ya nos dio la satisfacción inmensa para la fue llevado al lugar en cuestión, viene el gran interrogante: ¿qué hacemos con la yerba? Si la dejamos así como está, adentro del mate, es más que probable que se vuelque en algún lado, en especial si nos acabamos de tomar unos mates ruteros. Existe la opción de vaciar la yerba usada en una bolsita, pero no siempre recordamos llevarla, además de que la bolsita de nylon no es amiga del medioambiente. Otra es tirarla por ahí: en un tacho, en la arena. Si sobró algo de agua, se improvisa una lavada rápida del recipiente también. Con los años cada uno ha ido desarrollando sus propios trucos, pero es muy posible que, en alguna instancia del trayecto de regreso, el mate termine manchando de todas formas.

Entonces, ¿qué pasaría si pudiéramos agregar a nuestro equipo de mate un objeto pequeño que nos solucione todas estas cuestiones de la post-mateada? Si te lo estás preguntando, tenemos buenas noticias para vos: alguien ya pensó en eso. Bueno, tal vez muchos de nosotros lo hayamos pensado, pero hubo quien lo llevó a la práctica. Su nombre es Dylan Aguirre, es oriundo de Casilda, Santa Fe, y es el inventor de Tapamate.

Epifanía

La historia de Tapamate comenzó como muchas de las mejores cosas de la vida: durante un viaje. En el año 2016, cuando ni siquiera podíamos imaginar un mundo en el que una pandemia gobernara nuestras vidas, Dylan partió de mochilero a Perú, más precisamente a Machu Picchu. Llevó –como buen argentino– su equipo de mate consigo. Fueron muchas las horas que pasó de micro en micro durante ese viaje, y muchas las veces en que la yerba húmeda terminaba manchándolo todo. Fue así como tuvo la idea, que anotó en su cuaderno de viaje, entre otros pensamientos, recuerdos y anécdotas. Hoy, esa especie de epifanía se materializa en Tapamate.

Se trata, precisamente, de una tapa para el mate. Simple y efectivo. Lo que todos pedimos una vez que terminamos la mateada en cualquier plaza, playa, montaña, auto o micro. Una tapa para cerrar el recipiente y que la yerba quede contenida allí hasta que lleguemos a casa y podamos deshacernos de ella como corresponde.

La aventura de emprender

Cuando se propuso llevar adelante esa idea que había tenido en tierras incaicas, Dylan no tenía experiencia en el tema. Trabajaba en una panadería y nunca había llevado adelante un emprendimiento de esa magnitud. Para lograrlo, necesitó horas de capacitación y especialización, la ayuda de amigos y conocidos y, por supuesto, dinero. Utilizando sus ahorros y con algún préstamo familiar, finalmente pudo lograr su objetivo. Tapamate era una realidad.

Actualmente, lleva vendidas más de 20 mil unidades. Comenzó a comercializarlo a través de la venta online, con entregas en todos los puntos del país, y ahora también es posible encontrar el producto en comercios de distintas provincias. Y eso no es todo: Tapamate también llegó a Paraguay, Chile y Uruguay, e incluso a España y Francia.

Una buena idea, una gran iniciativa, y problema resuelto: felices mates para todos.

 

Imágenes: Redes Tapamate

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