¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónPor Bruno Arnaud
Hace algunos años atrás, la idea de emprender parecía solo ser posible para aquellas personas que tuvieran grandes recursos económicos a su inmediata disposición. A partir del desarrollo de nuevas tecnologías, esta tendencia se fue revirtiendo.
Las start up son empresas emergentes, es decir, que acaban de ser lanzadas al mercado y que permanecen en una etapa muy temprana de su evolución. Generalmente, están formadas por gente joven con ideas claras en espera de validación. Su origen se remonta a los ochenta en Estados Unidos, en la zona conocida como “Sillicon Valley”. De allí proviene el éxito de California como la cuarta economía del mundo, superando recientemente a la alemana.
El motor de crecimiento de las start ups radica en su innovación. Nuevas soluciones de mercado impulsadas por fuertes componentes tecnológicos o la utilización de recursos existentes para incursionar en mercados vírgenes inexplorados hasta el momento.
Apuestan por un crecimiento acelerado, principal fuente de atracción de los capitales necesarios para su desarrollo. A diferencia de otros modelos tradicionales, buscan captar la atención de audiencias más grandes, con canales de comunicación y venta masivos, basados en tecnologías para potenciar el alcance de las campañas.
Concentran sus esfuerzos en generar escalabilidad, es decir, la capacidad de adaptación de los procesos, manteniendo la misma calidad sin aumentar considerablemente los costos asociados a estos. Esta característica resulta de especial importancia cuando las formas de trabajar deben ser replicadas en otros países o ecosistemas disimiles al de base.
Como la mayoría de los negocios tradicionales, su principal objetivo es solucionar de una manera fácil y rápida algún problema específico que sufra un segmento de la población. A pesar de la claridad del concepto y de compartir un mismo fin, la causa número uno de fracaso en este tipo de empresas es que jamás llegan a encontrar su “product market fit” (los productos o servicios que ofrecen no logran satisfacer correctamente la supuesta necesidad por la cual fueron ideados en un principio).
Las empresas más grandes del mundo fueron, alguna vez, start ups. Entre ellas se encuentran: Apple, Facebook, Amazon, Netflix y Google. En Argentina, Mercado Libre y Globant son las que mejores resultados obtuvieron hasta el momento, allanando el terreno para otras que esperan tener su misma suerte. Los sectores en los que nacen las start ups, siempre ligadas al mundo digital, son: Fintech, Healhtech, HR Tech, Insurtech, Foodtech, Agtech, Biotech, Cybersecurity, Cleantech, AI & Big Data, Security y Logistics.
Probablemente esta sea la etapa más importante en el desarrollo de una empresa. Además de ser un modelo de negocio, por el peso que tienen los factores tecnológicos en su constitución, el término “start up” solamente aplica cuando el proyecto se encuentra en una etapa temprana. Una vez que este haya escalado, naturalmente dejara de llamarse así. Las mayores compañías de tecnología del mundo fueron en un principio start ups para luego crecer y expandirse más allá de las fronteras de su país de nacimiento. Existen 3 formas usuales de financiar una start up: “Bootstrapping”, Deuda o Capital Accionario.
El bootstrapping es el uso del capital propio, es decir, el dinero de los fundadores del negocio y el generado por el mismo. Crecer con los ahorros propios resulta la opción más atractiva debido a que esto les permite mantener el control del negocio en sus manos. Sin embargo, este tipo de financiación no podría ser llevada a cabo si el volumen de inversión inicial es demasiado alto para ser soportado solamente por los fundadores. Además, como las start ups son proyectos en ejecución temprana, aun no generan ganancias para ser reinvertidas. Los fundadores también suelen pedir ayuda a sus familias y amigos para reunir el capital necesario para poner en marcha el proyecto.
Tomar deuda es otra opción disponible para obtener financiamiento sin perder el control accionario del negocio (la propiedad). Es posible fondearse con créditos bancarios, aunque a veces estas entidades no están dispuestas a arriesgarse en negocios que aún no poseen flujos de fondos probados. Inversores privados y empresas de crédito pueden llegar a ofrecer dinero en espera de altos retornos de intereses.
Entregar participación accionaria (una parte de la empresa) para conseguir fondos, es otra alternativa. Los llamados “Business Angels” son inversores privados que además de aportar capital, ponen a disposición sus contactos y su conocimiento del sector. Las firmas de Venture Capital, o capital de riesgo en nuestro idioma, son fondos de inversión que representan a inversores particulares dispuestos a invertir en start ups a cambio de quedarse con una parte del negocio.
Por último, la forma más novedosa de fondeo es el Crowdfunding o sistema de financiamiento colectivo. Hay páginas web que funcionan como plataformas para que los fundadores puedan obtener fondos a cambio de beneficios no monetarios, ya sean regalos relacionados con el proyecto, prioridades de compra una vez que el producto salga al mercado o prestaciones diferenciales. La más grande del mundo es Kickstarter según la revista Forbes. La plataforma argentina de crowdfunding más utilizada es Cafecito, creada en el 2020.
“Si quieres ir rápido, anda sólo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado” dice el viejo refrán. Trasladado al mundo startups seria: “Si quieres hacerte rico, “bootstrapea”. Si quieres cambiar el mundo, fondéate con Venture Capital”. Sin dudas hay excepciones y, más allá de nuestras intenciones u objetivos como emprendedores, debemos detectar con que modalidad nos sentimos más cómodos, ya que ambas tienen ventajas y desventajas. Si bootstrapeamos, seguramente tengamos más libertad. Llegaremos a la meta más lento, pero a nuestra forma. El riesgo está en no ir lo suficientemente rápido y ser desplazado en el camino por otra startup. El fondeo con capital de riesgo nos permitirá acelerar y aprovechar la oportunidad. Sin embargo, la empresa dejará de ser, en partes y en cada serie, cada vez menos nuestra (dilución accionaria). Ahora debemos reportarle a un board y consensuar decisiones estratégicas con ellos. Recordemos la historia de Steve Jobs en Apple: fue echado de su propia empresa por el directorio. Como conclusión, ningún modelo está bien o mal, correcto o incorrecto. “Como emprendedores debemos saber cuál se adapta mejor a nosotros y nuestra forma de vida, son preguntas y charlas sinceras que deben tenerse con los demás founders para que no haya malentendidos y todos queden satisfechos” nos dice Augusto Annechini, Co-Founder de Rombus Global y 2A Financial Partners.
Imagen: Freepik
Fecha de Publicación: 20/04/2023
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