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Ir a la secciónBuenos Aires - - Martes 21 De Marzo
Como estar un ratito en el cielo: una sensación imposible de describir, pero que queda clara al primer bocado. Así se siente tener un chocolate de Rapanui en la boca. Deliciosos como pocos, vienen conquistando los paladares argentinos desde hace 25 años, y ahora planean invadir el Viejo Continente donde —de alguna manera— todo comenzó.
El hombre al frente de la empresa se llama Diego Fenoglio y —afortunado él— creció rodeado de chocolates. Su historia (y la de Rapanui) comienza igual que la de muchos otros: con un inmigrante italiano que llegó a la Argentina en busca de nuevas oportunidades. Su padre, Aldo Fenoglio, era un chocolatero que trabajaba en una confitería de Torino. Luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando el panorama en Europa se oscureció, decidió emigrar a nuestro país junto con su esposa Inés. En 1948 llegaron a la ciudad de San Carlos de Bariloche, en Río Negro. Allí sacó a relucir su oficio y abrió su primer emprendimiento de chocolates artesanales, al que llamó Tronador.
Diego se crio en la fábrica familiar, donde aprendió el oficio de la mano de su padre, trabajando en las vacaciones escolares. En los años 60, la empresa cambió de nombre y pasó a llamarse Fenoglio. Lamentablemente, tiempo después Aldo falleció y el emprendimiento familiar quedó a cargo de su esposa, de Diego y de su hermana Laura. Aunque el negocio funcionaba bien, Diego quería ir más allá, con una línea de productos más exclusivos y de mayor calidad. Como Inés y Laura no estuvieron de acuerdo en tomar ese rumbo, decidió abrirse y fundar su propia marca. Ese fue el comienzo de Rapanui.
En 1996, abrió su primer local-fábrica en Bariloche, donde elaboraba y vendía bombones, trufas y chocolates de autor. Años después, sumó a la oferta su línea de helados. Con respecto a la empresa de su familia, esta fue absorbida por Havanna en 2012.
Si bien Diego tenía en mente llevar su negocio a Buenos Aires eventualmente, un suceso natural precipitó sus planes. En 2011, tuvo lugar en Bariloche la erupción del volcán Puyehue, que cubrió de cenizas la zona y tuvo un impacto altamente negativo en el turismo. Fue entonces cuando sintió que era el momento de probar nuevos horizontes para su negocio y, al año siguiente, inauguró el primer local de Rapanui en el barrio de Recoleta. En 2015, el emprendimiento siguió creciendo al abrir siete sucursales más en la Ciudad de Buenos Aires. Para conservar la esencia barilochense, intenta elegir casonas antiguas para montar sus locales y así respetar el ambiente hogareño.
El producto estrella de la marca son, sin dudas, los Franui: frambuesas congeladas y bañadas en chocolate, cuya producción supera hoy las 1800 toneladas al año. Además, sus chocolates y helados cosechan fanáticos en todos los barrios.
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Diego Fenoglio nunca invirtió en publicidad: no lo necesitó, porque sus productos hablan por sí solos. El boca en boca fue la clave de su éxito desde el primer momento. Hoy, suma una plataforma de venta online a través de la cual ingresan gran parte de las ganancias y, además, está arribando poco a poco a Europa. Ya tiene en funcionamiento una planta en Valencia, España, y planea llegar con Rapanui a Portugal, Italia, Alemania, Estados Unidos y Canadá.
Porque los pequeños placeres de la vida, muchas veces, vienen en forma de chocolate.
Imágenes: RapaNui
Fecha de Publicación: 17/04/2022
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