Los argentinos y el mate. El mate y los argentinos. Donde vayamos, hay una tríada que nos acompaña pase lo que pase: mate, bombilla y termo (y yerba, claro). Aunque, en los últimos tiempos, el termo de moda pasó a ser ese de acero inoxidable, hay una marca que acompaña nuestras mateadas desde hace 80 años: todos, en algún momento, tuvimos (o tenemos) un Lumilagro.
Los Lumilagro duran décadas, por eso los argentinos somos tan fieles a esa marca. Si se rompe el contenedor de vidrio, siempre fue fácil y económico reemplazarlo con un repuesto. Hay uno en todas las casas, de eso no tengo dudas. Pero quizás no sabías que el fundador de la marca fue un señor húngaro que se dedicada a un rubro completamente diferente. Aquí te contamos la historia.
Artesano de termos
El hombre en cuestión se llamaba Eugenio Suranyi y era un inmigrante que había llegado desde Hungría hasta nuestro país. Aquí el dato curioso: el inventor del termo más famoso de la argentina, en realidad, era un artesano que se dedicaba a realizar estatuillas de vidrio. Pero, también, era un hombre que sabía ver una oportunidad cuando se le presentaba.
ASÍ SE FABRICAN LOS TERMOS ARGENTINOS LUMILAGRO
— Ministerio de Desarrollo Productivo (@produccion_arg) October 29, 2020
En este video te mostramos cómo es el proceso de producción de los termos de vidrio que @LumilagroArg vende a Europa, Estados Unidos y América Latina🌎👇🏻 pic.twitter.com/v14vE621rm
Resulta que, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las importaciones de varios productos quedaron congeladas. Entre ellas, las de recipientes térmicos que conservaran la temperatura del agua. Fue así como Suranyi tuvo la idea de usar sus habilidades con el vidrio para fabricar botellas térmicas. Compartió su invención con otras dos familias, los Nadler y los Faldus, y juntos fundaron Lumilagro en 1941.
El producto estrella de la empresa es ese que está en todas nuestras cocinas: el termo de ampolla de vidrio. Gracias a este, se convirtió en líder del segmento en el mercado local. Luego llegaron imitaciones baratas de algún país asiático, pero los Lumilagro conservaron su lugar de preferencia entre los argentinos. Hoy, ya van por la tercera generación: los nietos de los fundadores son los que están actualmente al frente de la compañía.