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Guapurú, un vivero exótico

Juan es ingeniero agrónomo y decidió usar su conocimiento para construir un increíble vivero de frutas nativas y exóticas. Entre plantas y especies traídas de otro planeta, Juan vive su vida en Corrientes...

Juan Víctor Sánchez es ingeniero agrónomo y decidió dedicar su vida a conocer los secretos de las plantas más exóticas. Actualmente vive en Corrientes y se convirtió en el propietario del único vivero de plantas exóticas y nativas poco comunes. El proyecto se llama “Guapurú, vivero de frutales” y, en general, las especies con las que trabaja tienen cualidades ornamentales y alimenticias.

 

Desde el inicio

Su emprendimiento crece día a día en las redes sociales y ganó fama nacional. Su lista de clientes se extiende desde su Corrientes natal hasta la mismísima Patagonia. De a poco, va comercializando ejemplares exóticos y formando a sus clientes en el cuidado de los mismos. Sobre su historia de vida, Juan cuenta a los medios: “Toda mi vida planté, propagué y regalé plantines para que las personas las conozcan y que no se pierdan las especies”. 

Juan cuenta que el único motivo para iniciar e impulsar este negocio fue su pasión por las plantas. De su amplio conocimiento y su enorme atracción hacia ellas, se generó todo lo demás. Él se formó como ingeniero agrónomo y así, conoció el panorama provincial y nacional (y hasta internacional) con respecto a las plantas exóticas. 

El origen de su amor por las plantas, sobre todo de las frutales, viene por su mamá que es brasilera y que, al mudarse a Corrientes, comenzó a extrañar la variedad de frutas de su tierra. Ese amor siguió vivo en su hijo, que decidió cumplir los deseos de su madre y armar un jardín de especies especiales para ella.

 

Empujón hacia el éxito

En realidad, el proyecto surgió del boca en boca. Una vez graduado y sin un mercado laboral que le solicitara su formación académica, se encontró formando parte de la población desempleada del país. Sin embargo, fueron sus conocidos y amigos, que sabían de su pasión, quienes lo incitaron a venderles plantines. Así fue que se decidió e inició un viaje de ida hacia la profundidad de los seres verdes. Hoy, Juan es el dueño del único vivero con ejemplares de su especie. 

Con su trayectoria laboral, entiende que ser emprendedor le resultó más rentable que otras actividades. Juan vive de la venta de plantas y puede financiar otros estudios complementarios para seguir formándose sobre las especies. Entre el presupuesto dedicado a saciar su hambre de conocimiento están contemplados viajes, pruebas y recolección de plantines.

 

Sembrando proyectos

El vivero está ubicado en la ciudad de Corrientes y cuenta con 300 metros cuadrados. Ni lento, ni perezoso, Juan cuida a cada planta con dedicación para generar mayor producción. Hasta tiene un backup de ejemplares distribuidas en unas 50 casas de Chaco y Corrientes. Ese éxodo de plantas sucedió mucho antes de llegar a tener su predio plagado de plantas, ya que él las criaba, pero no contaba con tanto espacio para mantenerlas, por eso las fue regalando.

En palabras del experto: “En mi colección tengo cerca de 300 especies (nativas y exóticas) y en venta unas 80. Me falta infinidad recolectar. Es todo bastante difícil porque hay poca información disponible en Argentina sobre estas especies".

Hoy, con su familia adquirieron un lote con la idea de que a futuro sea una unidad de conservación y estudio. Además del vivero proyectan tener un pequeño café para consumir productos orgánicos únicos cultivados ahí.

 “Hay una gran falta de interés por parte de nuestras instituciones para estudiar los frutales nativos, por eso cuando encuentro algo debo recurrir a instituciones brasileñas o coleccionistas de allá para que me ayuden en la identificación. Estamos 50 años atrasados en el estudio de nativas con respecto a ellos”.

Welcome to the jungle

Lo más curioso es que las frutas nativas son tanto o más diversas y ricas desde el punto de vista alimenticio que las que estamos acostumbrados a comer, y vienen de todas partes del mundo. Lo cierto es que la región donde reside Juan está llena de frutales nativos únicos como varias especies de guapurú, guabiyú, coquito San Juan, ubajay arbreo, ingá, mora verde, albarillo, sacha pera, pitanga, aguaí y muchas pasifloráceas nativas. También había mucho ubajay y ñangapirí rastreros, pero ya casi desaparecieron por la ganadería.

“Nuestro vivero es como una gran jungla, sin media sombra, sin plástico, solo árboles que protegen a los otros del frío y del calor y así tratamos de que exista un clímax entre todas las especies”.

Delicias únicas y exóticas

Además del vivero, también elaboran en familia las mermeladas “Sabores de mi madre”. Esta fue una idea de negocio que Juan pensó para su mamá, que no tiene jubilación.  Y, de paso cañazo, la gente puede probar estos sabores tan distintos a lo convencional. Las mermeladas se venden en el vivero, muchas veces junto con el plantín que se lleva el cliente, para que sepa el sabor de la planta que se lleva.

“Tenemos unos 30 sabores y a veces recorremos 200 kilómetros para ir a buscar una fruta determinada, pero esa es la esencia de todo lo que hacemos, mostrar la riqueza de nuestras plantas y frutales. Y nuestra idea es seguir expandiéndonos”.

 

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