Laur es una olivícola que se ganó el mejor reconocimiento a nivel internacional. Se trata de una empresa mendocina, fundada en 1889, que desde sus comienzos marcó tendencia en el rubro. Laur fue pionera en la implantación de olivares en la provincia de Mendoza, como así también en la elaboración de aceite de oliva. En el año 2021 fue nombrada por el Evoo World Ranking como la olivícola número 1 del mundo. Desde ese momento, su fama no paró de crecer y hoy recibe visitantes de todo el mundo que se acercan a vivir una experiencia llena de sabores nuevos, naturales y de calidad.
Esta olivícola fue fundada por un inmigrante francés, que supo ver la fertilidad y magia alojadas en el territorio mendocino. Don Francisco Laur era oriundo de la región de Loire, ubicada al sur de Francia. Sin embargo, a principios de 1880 decidió instalarse en Cruz de Piedra, Maipú, donde comenzaría a sembrar una historia sensacional. Recién en 1906 decidiría apostar a la producción de olivos, convirtiéndose en uno de los pioneros de la región. Más adelante, la empresa pasaría a manos de su viuda, quien cedió su dirección al primo José López Vilches. Sin embargo, esto no quedó solo en un negocio familiar, y siguió creciendo a pasos agigantados.
Rápidamente, grandes empresas pusieron su mira en una mina de oro de alimentos de calidad. En el año 1990 Laur fue adquirida por Antonio Carrasco, que apuntaría a fabricar y envasar aceite Laur y Mazola. Esa empresa, hoy es Unilever. A partir del año 1998 se inició un proceso de innovación tecnológica: incorporaron modernas maquinarias de extracción de aceite de oliva, lo que produjo un notable incremento en la productividad y calidad en los productos. En los 2000 el negocio pasa a manos del transporte Andreani, para finalmente en el año 2010 quedar en manos de Millán. Tras varias generaciones de investigaciones, desarrollos y mucho trabajo, Laur hoy es una empresa exportadora y alcanzó el mejor reconocimiento a nivel mundial.
Número 1
Laur, empresa argentina, encabeza el ranking de las 100 mejores olivícolas del mundo. Esto implica un orgullo para todo el sector olivícola y para la provincia de Mendoza, pero también se trata de un orgullo latinoamericano, ya que se trata de la primera olivícola no europea que llega a ocupar el lugar número 1 del EVOO World Ranking. Así, Laur se convierte en un orgullo argentino, latinoamericano y mundial. Además, la empresa no solo se jacta de producir el mejor aceite de oliva del mundo, sino que también recibió 165 premios en solo 8 años. El crecimiento y superación de este negocio es sorprendente.
Visitas con sabor
El edificio histórico donde funcionaba la fábrica erigida por Don Francisco fue recuperado luego de un arduo trabajo. Hoy, funciona con una estructura antigua, pero con nueva tecnología. Sin embargo, quienes quieran pueden visitar toda la producción y visualizar las máquinas de antaño con las que se realizaban las primeras cosechas y trabajos. En el museo, se pueden ver los antigüos recursos de prensado con sistemas de piedra: un anticuario del rubro, excéntrico y llamativo.
Laur birnda una experiencia turística, donde cada visitante puede conocer la finca de olivares centenarios, la olivícola, acetaia y por último un shop donde se pueden degustar productos y adquirirlos. La visita es interesante y llevada a cabo por guías turísticas bilingües especializadas. En total, Laur cuenta con diez hectáreas, todas orgánicas, dedicadas al cultivo de la oliva: desde allí sale la materia prima con la que hacen los aceites y todos los productos. Estos terrenos están ubicados en las localidades mendocinas de Cruz de Piedra, Altos Limpios y Medrano.
La experiencia Laur se puede vivir con todos los sentidos, ya que se trata de un paseo informativo, educativo y entretenido que combina la magia de la gastronomía con lo intenso de una historia familiar. Además, la bodega recibe anualmente la visita de artistas, políticos, músicos y mucho más…
Vos… ¿Te animarías a vivir la experiencia Laur?
Imágenes: Laur
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.