El otro día vi un video de una cámara de seguridad de una calle. Imagino, por el paisaje, que debe ser del conurbano bonaerense. Pero bien podría ser de cualquier otro lado. Un joven en un ciclomotor patea una cámara de vigilancia de tránsito. La tira a la mierda. Quizá la haya roto. Y huye, victorioso, claro. No entendimos nada. Nada de nada.
En el interior los muchachos salen a cazar. Y cuando no hay nada a lo que apuntarle, llenan de agujeros a los carteles viales.
¿Cuántos intendentes, concejales y comisarios se creen con poder de estar por sobre la ley? Tengo un conocido que, en uno de esos rarísimos embotellamientos de ruta, no tuvo mejor idea que mandarse por la banquina. Bueno, sí: tuvo otra mejor. Invocar que llevaba el asado para el comisario en el baúl, cuando lo paró la caminera. Osado el hombre. Pero mintió con tanta seguridad, que, sumado al miedo de la posibilidad, lo dejaron pasar.
Somos rebeldes ante la ley. No hay caso. No entendimos nada.
No se puede vivir en un país desobedeciendo la ley. Pensamos que sí. Que no pasa nada. Bueno, sabelo que, por ejemplo, somos el 8vo país con más muertes en accidentes de tránsito del mundo. Son unos 7.000 muertos por año. Y no quiero pensar en la cantidad que quedan mutilados o paralíticos de por vida. No hay datos sobre ellos.
Cuando no respetamos la ley, pasan cosas. En Buenos Aires estamos hartos de las manifestaciones, por ejemplo. Por suerte, en el interior, estas cosas no se dan. Los muchachos a veces, se ponen violentos. Piedras a la policía, etc. Ahora, la policía responde con el mismo tenor de agresión y ya sale la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a decir gansadas. ¿Los policías no son humanos?
Es solo un ejemplo. Es el inicio de la corrupción de las cosas. Después terminamos con jueces que dicen que si es con la luz apagada, no es violación (literal; lo dijo Zaffaroni). O con presos que cobran un sueldo por estar presos, sin hacer nada. Gente que cobra planes de por vida. Pensiones por invalidez otorgadas a personas que no son inválidas.
Ni hablar de corruptos que roban desde el espacio público. O gremialistas que son elegidos 50 años seguidos. Multimillonarios que dicen defender los derechos del trabajador...
Nadie va preso. Ahora, vos, robate una gallina...
No se puede vivir sin respetar la ley. Lo peor no son los que están al margen de la ley. Lo peor somos nosotros, que creemos que eso es viveza criolla. Y no solo la avalamos, sino que la alabamos. Atrasamos 3.000 años. No nos extinguimos de casualidad.
¿Cómo podemos pretender ser iguales ante la ley, cuando nos pasa algo? ¿Desde dónde pedimos Justicia, cuando nos pasa algo? Si no la defendemos nunca. Claro: cuando nos toca a nosotros, nos acordamos. Protestamos. Salimos a la calle. ¿Y qué cambia? Nada.
Porque está enquistado en la sociedad; permitimos el vivir sin Justicia. Y mientras no lo entendamos, comprendamos, aprehendamos, nada va a cambiar. Es el primer paso. Indispensable para mejorar. Esas son las malas noticias. Las buenas, te las debo.
Su larga y exitosa trayectoria como creativo publicitario le dio un conocimiento muy profundo acerca de las conductas y motivaciones de la gente, base de su tarea como Secretario de Redacción de Ser Argentino.