Otra de nuestras adolescencias como sociedad, es que nos preocupan más las formas que el contenido. Lo vano más que lo importante. Norman Elrich y Roberto Moldavsky pueden decir millones de barbaridades sobre la colectividad judía en Argentina. Y con ellos, los amigos de "la cole" se cagan de risa. Ellos pueden. Yo, por menos de la mitad, sería un antisemita con destino de INADI.
Apenas nos dicen algo que no nos gusta, saltamos, sin pensar si el otro tiene razón en su argumento. Y si estamos haciendo una contravención, peor aún. Es como que no soportamos que nos marquen un error o que estamos cometiendo un ilícito.
Cuando reconocemos que estamos en infracción, de inmediato, buscamos la infracción del otro. Como si eso atenuara nuestra culpa. Como si nuestro error desapareciera mágicamente; no importa el tenor del cual se trate.
La forma, la maldita forma más importante que el contenido.
Yo quiero pensar que esta nueva pavada del lenguaje inclusivo es solo una moda pasajera. A pesar de que hay un montón de gente que la toma muy a pecho. Creo que antes de tener que hacer malabares con la lengua para evitar definir un género, sería mucho más productivo defender a las mujeres en los lugares públicos, cuando son abusadas. Sería mucho más productivo hacerle pasar una vergüenza en público a cualquiera que se burle de una persona por su identidad de género. Reprender a un padre o una madre que le da un cachetazo a un chico.
E infinitamente mejor educar a nuestros hijos en que la verdadera inclusión no pasa por poner una letra en donde no corresponde (la Real Academia definió al género masculino como inclusivo), ni por hablarles a todos y todas (idem); no hace falta destrozar nuestro hermoso idioma con barbarismos. Solo basta con respetar al otro. Escuchar y razonar. Tratar de ver en dónde está la verdad. Dado que solo la verdad nos hace crecer.
Somos un país de solo 200 años; adolescentes. Quizá sea eso. O quizá sea que somos unos pelotudos sin remedio.
Su larga y exitosa trayectoria como creativo publicitario le dio un conocimiento muy profundo acerca de las conductas y motivaciones de la gente, base de su tarea como Secretario de Redacción de Ser Argentino.