Considerando que el Papa Francisco lleva varios años de papado, es extraño (o no?) que aún no haya visitado su país de origen. Justamente el nuestro, el que tanto ama. A sabiendas de opiniones encontradas que genera su enorme figura.
Esta dicotomía es fruto de algunas contradicciones que despierta amores y odios, tan típico de lo argento. ¿Les suena? Lo cual es atribuible a su forma de pensar, su expresión, su proceder y obviamente a su pasado…
Si bien el Papa Francisco posee un agudo poder de observación social y una sabia manera de guardar silencio, sabemos también que cuando quiere decir algo o emitir un mensaje, lo hace de tal manera que suele sacudir todo lo que lo rodea. Esto no es nuevo. Jorge Mario Bergoglio siempre ha tenido una importante ascendencia en su alrededor. Y aún siendo la humildad una de sus características más destacadas, es innegable su faceta política en favor de los más débiles.
Su accionar, es su mejor manera de decir
Probablemente, el elegido para protagonizar una recuperación en la expresión de fe. Y no es casual que encarne la gran transformación que la iglesia católica le debe a sus fieles… Un desafío cuya estirpe debió buscarse en un hombre del fin del mundo.
Los argentinos festejamos su llegada al Vaticano como una manera de reivindicar nuestros valores. De enaltecer la cultura, nuestra particular forma de ser. Y Francisco es, en esencia, un pedacito de cada uno de nosotros. Él es bien argento. Y le duele la Argentina pobre y decadente, que no se desarrolla como todos deseamos.
Obviamente que su accionar se tiñe con una ideología que podemos o no compartir. Pero bien bueno sería, ponernos en sus zapatos gastados y entender que es un hombre que se equivoca, como cualquier otro; que lucha con una estructura milenaria; y surfea entre cientos de poderes, que solo quieren llevar agua para su molino.
El mundo lo reconoce como un liberal, alejado de un sistema conservador
Podría definirse anticuado. Un hacedor. Un mesías de estos tiempos. Mientras tanto, en nuestro país, la opinión pública se divide, alineada a una grieta que se devora todo en su camino. Que lo ubica de un lado u otro. De acuerdo al momento y conveniencia de diversos intereses, cuando en verdad su posición siempre ha estado bien clara.
Cerca de los más necesitados, de los pobres, conteniendo y luchando por la desigualdad de oportunidades.
Es muy probable que desee venir a nuestro país
Y difícilmente logre concretar su verdadero anhelo de unirnos como sociedad. Sabe que su llegada estaría empañada por miles de conjeturas. Y que no hay margen para la especulación. Probablemente sea el momento de asumir lo que es y como es. Nuestra Argentina y nuestro Papa.
De acuerdo a los compromisos asumidos por el Vaticano, este año no será posible. Pero en su agenda comienza a vislumbrarse un espacio. Asoma una gran posibilidad de que 2021 podamos darle la bienvenida. Y disfrutar de una visita en la que el mundo entero pondrá sus ojos.
Es momento de reflexionar y reconocer una labor que puede o no representarnos, pero que el mundo respeta y ve como una la huella positiva de un Papa en medio de un pontificado que probablemente marque un antes y un después en la iglesia católica.
Argentino y apasionado, un crítico por naturaleza Orgulloso de formar parte de este gran equipo