¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 29 De Marzo
Ayer fui a ver a mi adorada, única, inigualable, genia de hija, jugar al fútbol. Sí. Las chicas juegan al fútbol ahora. No me voy a explayar sobre su performance. Solo diré que el equipo se llama "Escoria". Y que es toda una reflexión sobre cómo juegan.
Vos me dirás: "Bueno. Lo importante no es competir, sino divertirse". Adivinando que se anotaron en un campeonato. Por cierto, creo que están primeras... Y lo digo solo como reflexión. Las chicas sí van para divertirse; no para competir. Se ríen antes. Se ríen después. También se ríen las que no juegan. Disfrutan a pleno. Genial. Pero tampoco me quiero centrar en que lo importante es divertirse.
Los varones somos naturalemente competitivos. Cuando nosotros jugamos a algo, la diversión pasa por otro lado. Precisamente, por competir. Por ganar. No nos alcanza con jugar.
Los argentinos somos competitivos. Quizá por herencia. De los abuelos. Y su "sálvese quien pueda en este país que no es el mío. Del que me voy a ir en cuanto haga fortuna". Pero no hicieron fortuna, la mayoría. Y los que la hicieron, tampoco se volvieron, mayormente. Entonces, acá estamos.
Compitiendo entre nosotros. A los codazos, si es necesario. Pisando cabezas, cuando la situación "lo necesita". En el mismo lodo, todos manoseados...
Pero hay una esperanza. No es "no cambiamos más". Aunque lo parece. El cambio quizá tarde un poco más de lo que la gente que adhiere a Cambiemos quiere. Ese cambio está en las generaciones futuras. Más precisamente, en las chicas. En las adolescentes. Que actúan como mujeres.
Esas que se preocupan por el planeta. Por lo sustentable. Las que se preocupan por el prójimo y hacen beneficencia desde sus colegios. Que juegan al fútbol y se ayudan a levantarse cuando se tiran al suelo. Se piden disculpas si se hacen un foul. Preocupadas, de verdad, por no lastimar a la rival. Quizá desde la conciencia de que sin rival, no me divierto, porque no hay juego. Esas mismas que respetan las decisiones del árbitro, sin protestar.
No son sumisas. De sumisas no tienen nada. Son rebeldes. Pero concientes. Educadas. Quizá no desde lo cultural. Desde lo humano. Creo que es infinitamente más importante.
En un país que desprecia a la sabiduría de los ancestros, de nuestros ancianos, está bueno que valoremos la de los más jóvenes. Si aprendemos, qué importa quién es el maestro? Seguro que los más jóvenes tienen mucho para enseñarnos en lo humano. Imagino que ellos entienden el trabajo en grupo. El que que solo no se salva nadie. Entienden de ayudarse y de grupos colaborativos para alcanzar el éxito.
Entienden mil cosas que nosotros dimos acabadas cuentas de no entender.
Y acá el gran dilema. La gran pregunta: "Quién transformará a quién?". Las chicas a nosotros o nosotros a ellas? Hay solo una cosas clara: si las cambiamos nosotros a ellas, la Argentina seguirá en la misma montaña rusa que está varada hace cincuenta años. Pobres en un país rico; mientras todos los demás progresan.
Fecha de Publicación: 30/09/2019
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