¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Domingo 05 De Febrero
Cualquier estaría de acuerdo con que el mundo de hoy no tiene nada que ver con el de hace 20, 30, 40 o 50 años atrás. Entonces, ¿cómo es posible que nuestros sistemas educativos permanezcan prácticamente inalterados? Una institución tan fundamental como la escuela mantiene esquemas, normas y tradiciones de hace décadas atrás y, cada vez más, las evidencias de que el modelo quedó anacrónico saltan a la vista.
La deserción escolar es una realidad preocupante en todo el país. Cada vez, más y más adolescentes abandonan el secundario y se pierden de incorporar herramientas valiosas para su vida adulta, además de acceder a un título que les abriría muchas más puertas laborales.
Ariel Rotondo es el director del Instituto Superior Estrada, una escuela secundaria de la localidad de Santa Teresa, en Santa Fe. Es uno de esos docentes que realmente sienten pasión por su trabajo, que tienen vocación verdadera por la enseñanza y están convencidos de que la educación puede cambiar el mundo.
Por eso, no se pudo quedar quieto viendo cómo los niveles de deserción en su escuela aumentaban año a año y decidió hacer algo al respecto: cambió por completo el método de enseñanza-aprendizaje a través de un sistema escolar innovador basado en proyectos, logros y trabajo en equipo, que consiguió disminuir los niveles de abandono por parte de los alumnos del Instituto.
Santa Teresa es un pueblo de poco más de 3000 habitantes, ubicado a 55 km de la ciudad de Rosario, que cuenta con una sola escuela secundaria —“el Estrada”—, a la que asisten unos 150 adolescentes. Cuando Ariel se hizo cargo de la dirección del Instituto, solo terminaban el secundario 4 de cada 10 alumnos que ingresaban a la escuela. Frente a esta realidad, se propuso al menos hacer el intento de cambiar esas proporciones a partir de un cambio sustancial en el sistema educativo.
Inspirado en el modelo educativo finlandés y en las escuelas jesuitas de Barcelona, mecas de la innovación educativa, analizó durante cinco años las trayectorias educativas de todos los alumnos. A mediados de 2015, con el panorama más claro, propuso un cambio de paradigma que rompía con muchos de los métodos de la escuela tradicional.
Como primera medida, se eliminaron las pruebas escritas, las clases magistrales y las calificaciones. De esta manera, los alumnos pasaron a trabajar en distintos “módulos para el aprendizaje” relacionados con ciertas materias y contenidos, donde trabajan en equipo y por proyectos. Los contenidos están divididos en contenidos básicos, que son los que les permiten seguir aprendiendo, y contenidos importantes, que son los que se aplican en los proyectos.
En reemplazo del sistema de calificación tradicional, se establecieron cuatro niveles de logro: en el primero, los estudiantes necesitan ayuda para alcanzar los objetivos; en el segundo, los alcanzan gracias al acompañamiento de otro alumno; en el tercero, lo hacen solos; en el cuarto, alcanzan solos los objetivos y, además, ayudan a otros a hacerlo.
Desde que implementaron este nuevo sistema de aprendizaje, los resultados fueron contundentes. Al principio, fue disminuyendo la cantidad de estudiantes que abandonaban la escuela. Luego, disminuyó la cantidad de alumnos que repetían de año. Para antes de que comenzara la pandemia, ya habían logrado que ningún chico repitiera y que todos terminaran.
De hecho, una vez que se restablecieron las clases con normalidad luego de la pandemia, no tuvieron abandonos escolares, mientras que unos 600.000 estudiantes argentinos de todo el país nunca regresaron a la escuela luego de la crisis sanitaria.
La meta de la escuela debería ser lograr que todos los chicos terminen sus estudios, para poder forjar un mejor futuro para ellos y para el país. Si les pedimos que se adapten a un sistema anacrónico, que no los entiende ni tiene en cuenta sus necesidades, las chances de deserción aumentan notablemente.
Después de todo, lo importante es que puedan aprender a su ritmo y que disfruten del proceso, porque la escuela es mucho más que un sitio donde vamos a aprender: allí socializamos, hacemos nuestros primeros amigos y nos preparamos para salir al mundo. Poder probar otras formas de llegar a ese objetivo es algo que más instituciones deberían tener presente.
Imagen: Freepik
Fecha de Publicación: 30/10/2022
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