Haciendo gala de una fuente confiable en el mundo de la política, Luciana Salazar tenía "el dato". Se venía la cuarentena obligatoria. Así que lo primero que hizo fue llevar a sus padres a su casa del gran barrio cerrado Nordelta. Luego fue al supermercado a hacer una compra grande y abastecerse por largo rato.
Luciana cuenta que sus padres, en grupo de riesgo, le dan una mano grande con su pequeña hija Matilda. Lo cual le permite dormir un ratito más a la mañana. La Salazar también confiesa haber extremado los recaudos contra el contagio. Barbijo, guantes, alcohol en gel, lavandina, entre otras medidas. Todo le parece poco.
Y el mensaje intrigante de siempre...
Luciana Salazar pasa sus días de encierro jugando con Matilda. Leyendo. Y entrenando en un gimnasio que improvisó dentro de su casa. Pero su cuerpo no es lo único explosivo en su vida. Ella siempre tiene alguna frase que genera cosas en la gente. A veces son revelaciones sobre política. Secretos. Otras veces son frases enigmáticas. Porque Luciana no habla de su vida privada y menos, de hombres. Pero siempre "se le escapa algo". Que nos deja pensando.
Esta vez fue que está con muchas ganas de "ver a alguien especial"...
Su larga y exitosa trayectoria como creativo publicitario le dio un conocimiento muy profundo acerca de las conductas y motivaciones de la gente, base de su tarea como Secretario de Redacción de Ser Argentino.