¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónPor Mechi Educadora Canina
Si tenemos la posibilidad de ir a conocer a nuestro futuro cachorro un mes antes de que se integre a nuestra familia, podemos llevarle una mantita al criador para que, cuando venga con nosotros, traiga esa mantita impregnada con el olor de su mamá y sus hermanitos.
Idealmente, vayamos a buscarlo a la mañana para que tenga todo el día para adaptarse al nuevo entorno. Si podemos ir por él un sábado a la mañana, mejor. Así tenemos el fin de semana para adaptarnos mutuamente.
Tengamos claro, antes de que llegue, qué reglas de convivencia debería respetar este nuevo integrante de la familia (es muy útil hacer una lista). Una vez en casa, establezcamos reglas claras desde el primer día y sostengámoslas en el tiempo.
Preparemos un espacio destinado para su descanso, ingresémoslo a casa y llevémoslo a su lugar. Pongamos una manta (idealmente la que trae con el olor a su mamá y sus hermanitos, si no, una nueva), agua, comida y sus juguetes. Dentro de la manta, colocaremos una bolsa de agua caliente con agua a 38° (que es la temperatura corporal de los perros), para que no extrañe el calor de su familia canina.
Este espacio debe ser un área segura que le impida acceder a morder (o tragarse) cosas que pongan en riesgo su integridad física o su salud, como muebles, cosas de goma, cuero, plástico, cables, plantas que puedan ser tóxicas; así como también restringirle la posibilidad de que adquiera hábitos de eliminación inadecuados.
Brindémosle serenidad, que se pueda tomar su tiempo para explorar, olfatear y descansar todo lo que necesite. Que él se acerque a nosotros, no lo invadamos, respetemos sus tiempos. Permitámosle relajarse frente a esta situación de tantos cambios.
Sepamos que a un cachorro lo empezamos a educar desde el día que llega a nuestras casas. Cómo lo ingresemos a casa y qué hagamos los primeros días son la base de cómo será nuestro perro cuando sea adulto.
Si el día que llega a casa todo es excitación, sobreestimulación, le hablamos todo el tiempo (sobre todo con voz aguda activante), no lo dejamos descansar… pues entonces tendremos un perro exaltado…
Tenemos que enseñarle a estar calmado y ser estable desde el primer día. Los primeros días necesita tiempo para adaptarse al nuevo entorno, nuevos olores, nuevos ruidos, nuevas caras, nuevas rutinas…
Llega la noche y hay que irse a dormir. Pongamos la mantita con la bolsa de agua caliente en el piso de nuestra habitación y pongámoslo a dormir ahí. Pensemos lo traumático que es para un cachorro que ha estado sus 60 días de vida con su mamá y sus hermanitos, de repente dormir solo en un lugar que no conoce y con humanos que le resultan completamente ajenos… Haremos esto durante los primeros 5 o 6 días.
Los cachorros necesitan dormir muchas horas (pueden dormir hasta 20 horas por día). Respetémosle las horas de sueño porque, mientras duermen, les madura el cerebro. Aprovecharemos estos períodos de sueño durante el día para dejarlo en su área de descanso (sin luces encendidas) y nos iremos a hacer nuestras cosas a otro ambiente. Así irá aprendiendo a dormir solito de a poco y estaremos trabajándole el desapego secundario. Una vez que haya aprendido a dormir solo por períodos cortos, podremos ir llevándolo a su lugar de descanso.
Siempre nos vincularemos con él cuando esté en estado de calma.
Lo primero que empezaremos a trabajar con él, es el autocontrol y la calma. Hay muchos ejercicios de autocontrol con comida o con juegos.
En paralelo es importante que aprenda su nombre, a respetar el no, a hacer sus necesidades en el lugar destinado para tal fin, a moderar la mordida, a venir siempre que lo llamemos y a quedarse solo.
Empecemos por decir su nombre con tono amable y, cuando nos mire, le damos una señal de acierto y un refuerzo (pedacito de pollo, zanahoria, manzana, ninguna golosina o snack industrial que tiene muchos colorantes y saborizantes artificiales, es muy bebé y puede caerle mal).
Cuando haga algo que no aprobamos, diremos no suavemente, si sigue repetimos no con un poquito más de intensidad, cuando deje de hacerlo diremos “bien” con voz aguda suave. Manejemos los tonos y la intensidad de la voz, evitemos que se sobresalte.
Para que aprenda a hacer sus necesidades en el lugar establecido (paños sanitarios, bandeja sanitaria, cartón corrugado, diarios, toallón…) estaremos atentos a los siguientes momentos del día: cuando se despierta, cuando termina de comer y después de alguna situación activante como el juego, por ejemplo. Procuraremos que tenga el sustrato sobre el que queremos que evacúe siempre cerca. Los cachorros no tienen control total de esfínteres hasta los 7 u 8 meses (a veces más), así que muchas veces tienen accidentes por el camino porque no llegan. Cuando elimine en el lugar correcto, premiamos. Cuando no “emboca” en el lugar indicado no hacemos ni decimos nada. ¡Por favor! Nada de refregarle el hocico, gritarle, retarlo, decirle “acá no” o “¡¿qué hiciste?!”.
Morder es una necesidad básica de la especie canina, los perros necesitan morder cosas toda la vida. Para que no muerda ni juegue con cosas que no debe (muebles, zapatillas, almohadones, etc.), vamos a darle muchas cosas que sí pueda morder y jugar, o sea, muchos juguetes ¡muchos! ¡miles! Los dogos argentinos tienen una mordida muy fuerte, así que busquemos juguetes para este tipo de mordida, son caros pero les duran. Entre las cosas que no debe morder están nuestras manos, así que no le juguemos con las manos porque le estamos enseñando que puede jugar a morderlas. Los juegos de tironear de un objeto lo ayudan a canalizar su instinto de caza, pero este juego tiene que tener reglas. Por eso, a través del juego le iremos enseñando a autocontrolarse, es decir a morder cuando se lo indicamos y soltar cuando se lo pedimos. Es MUY importante que un perro de mordida potente tenga un “suelta limpio”.
Una vez que sepa su nombre, empezaremos a trabajar la llamada. Nos agachamos con un premio en la mano y decimos “vení”. Cuando venga, premiamos. Al principio siempre con premio. JAMÁS lo vamos a llamar para retarlo, si no, después ya no querrá venir.
Cuando se roba cosas, no lo corremos para sacárselas. Si vemos que agarró algo con lo que no debería jugar, no decimos nada, vamos a buscar algo rico, lo llamamos y cuando viene lo premiamos por venir. Para agarrar el premio tendrá que soltar lo que “se había robado”.
No le demos de comer cuando estamos cocinando o cuando estamos comiendo porque, con el tiempo, se acostumbrará a recibir comida y no olvidemos que, cuando llegue a la adolescencia, alrededor de los 7 meses, parado de manos puede alcanzar cualquier cosa que dejemos sobre la mesada de la cocina o sobre una mesa. Enseñémosle a respetar nuestro horario de comida, así como nosotros lo respetamos a él cuando come.
¡Que ni se nos ocurra! meterle la mano en el plato cuando come para que aprenda a no proteger su comida, esto generará exactamente lo opuesto. Si queremos trabajar esto, agarramos un puñado de comida, ponemos un poco dentro de su plato, el perro come, ponemos otro poco, come… así aprenderá que la mano pone comida, no saca.
El período de socialización de los cachorros va de las 3 hasta las 12 semanas y se extiende hasta la pubertad. Durante este proceso aprende a relacionarse con el entorno, ya sea personas adultas, bebés, niños, animales, ruidos y olores. Este es otro punto fundamental, para que en su etapa adulta sea equilibrado y seguro de sí mismo. Así que, hasta que tenga todas las vacunas, que salga a la calle a upa para que pueda familiarizarse con el entorno. Que tenga la posibilidad de ver, escuchar y oler a otros perros, gatos, niños, bicicletas, motos, otras personas, autos, bicicletas, skates, etc., etc… Podemos llevarlo a casa de amigos o familiares de visita para que se habitúe a ellos. Si alguien con quien tenemos confianza tiene un perro que está sano, vacunado y desparasitado, podemos juntarlos un ratito para que socialicen.
Habituémoslo progresivamente al auto, de a poquito, con paciencia. Muchos perritos se descomponen y vomitan o se estresan (tiemblan, jadean, babean), prevengamos. Que aprenda desde bebé a ir en el asiento de atrás, con arnés y enganchado al cinturón de seguridad.
Llevémoslo a la veterinaria de visita para que la veterinaria lo salude, le dé algo rico y se vaya. Así irá muchas veces a que le digan que es lindo y le den una golosina y solo algunas veces a que lo pinchen. Prevengamos que después no quiera ir a la veterinaria.
Habituémoslo desde bebé a un arnés y enseñémosle a caminar con la correa, antes de que tenga todas las vacunas y pueda salir de casa.
Positivicémosle el bozal. Si desde chiquitito le positivizamos y lo habituamos al bozal, si algún día hay que ponérselo por alguna situación particular, le habremos evitado una situación traumática poniéndoselo de prepo.
Nunca, jamás, lo retemos por algo que no le enseñamos, es muy injusto. No les gritemos, los dogos argentinos son perros sensibles. Si les gritamos o los retamos, podemos criar un perro miedoso, inseguro o reactivo y estaríamos arruinando un perro que suele ser estable.
No lo bajemos de prepo de un sillón, no le demos una sacudida, no golpeemos un rollito de diario contra nada, no hagamos un ruido impactante para detener una conducta, ni utilicemos ningún método confrontativo… porque todo esto deteriora el vínculo con nuestro perro, pero, además, eso es lo que le vamos a estar enseñando a nuestro cachorro… a resolver una situación físicamente o de manera confrontativa… En el futuro, un perro de 40 kilos o más, con mordida fuerte, si nos tira el cuerpo encima, se para de manos para empujarnos, o nos tira un tarascón con el fin de resolver una situación que no le gusta, es un verdadero riesgo para nuestra integridad física y la de terceros.
Hay muchos estudios científicos que evidencian que los métodos confrontativos para educar o modificar conductas producen malos resultados o empeoran muchas situaciones.
Lo ideal sería que, apenas lo tengan con ustedes, contacten a un educador canino de su zona que los guíe en el proceso de educar a estas blancas maravillas autóctonas desde el respeto y la empatía. No permitan que nadie les ponga un collar de ahorque, de púas o de impulsos; no se trata de domar bestias salvajes con metodologías obsoletas, se trata de un caso único en la naturaleza de dos especies que han evolucionado juntas durante más de 15 mil años. Ellos son un integrante más de nuestra familia, nuestros compañeros de vida durante más de 10 años.
Si prefieren intentarlo solos, no se dejen llevar por las sugerencias de la tía que tuvo perro toda su vida, por los vecinos opinólogos que aconsejan mano dura, los amigos que dicen “¡pero es un perro!”, ni lo que ven en la TV. Si buscan información en internet usen el sentido común para seleccionar la información que atenderán.
Así que, señoras y señores, mucho amor, empatía y respeto, mucha paciencia y dedicación. Nadie aprende nada de un día para el otro ni de una semana para la otra.
EDUCAR ES AMAR.
Para más consejos, podés seguir a cuenta de Instagram de @mechieducadoracanina.
Fecha de Publicación: 29/04/2021
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